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Iván Gutiérrez, autor del libro “¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?”. | Foto: Archivo particular

ENTREVISTA

“Obispos y sacerdotes deben pedir perdón por el pecado de pedofilia”

Iván Gutiérrez, autor del libro “¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?”, que ya tiene 22 ediciones, habló con Semana.com sobre la participación de la Iglesia católica y el proceso de paz.

28 de diciembre de 2016

El autor habla con vehemencia. Una vehemencia que convence, que contagia. Gutiérrez es uno de los escritores récord en Colombia. Su libro ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? es la definición de un best seller. Desde su publicación en el 2011, se han vendido más de 220.000 ejemplares y en el 2016 se publicó la edición 22. Su libro, asegura él, es el segundo más vendido en toda la historia de Colombia, después de Cien Años de Soledad.

El mensaje de Iván Gutiérrez tiene fuerza por el impacto que genera en decenas de miles de personas. Aunque para muchos no es motivo de gracia, su libro se volvió un referente para buena parte de los creyentes en el mundo y de otros que por muchos años estaban alejados de la fe y hasta resentidos con la misma Iglesia. Sin mucha publicidad o conocimiento mediático, el otrora actor se transformó en un fenómeno que llena plazas en sus recorridos por el país y, quiéralo o no, también se ha convertido en un referente espiritual para muchos más feligreses de lo que se cree.

Pero ¿cuál es el secreto del éxito de Iván Gutiérrez Escritor (como es conocido en redes sociales)? Quizás es una combinación de muchos factores. Su libro tiene un mensaje claro, sencillo de digerir y que utiliza formas y escenarios que identifican a los lectores con hechos cotidianos. Esa simpleza de mirarlos horizontalmente catapultó al éxito a Gutiérrez, que desde el primer momento que entabla la conversación se quiere alejar de la visión del “típico fanático religioso”.

Hablar con Iván Gutiérrez Rodríguez es toda una experiencia. Cada cuatro o cinco interpelaciones lanza frases dignas de titular.

Tiene posiciones de amor, pero también de franqueza, frente a los errores cometidos por la Iglesia católica. Trata de responder preguntas existencialistas tan complejas como esta que tantas personas se hacen: “¿Por qué Dios, si es tan bueno, permite que pasen cosas como las que ocurren en este mundo cooptado por la maldad?” Gutiérrez va más allá. Cuestiona sobre los hechos perversos en los que se han visto involucrados algunos curas y jerarcas de la Iglesia que asegura afectan la fe de las personas. Y a la hora de contestar queda retratado el autor del libro que un día pidió “no vender tanto”; ese actor simple de Pácora (Caldas) que habla con un desparpajo y una profundidad muchas veces difíciles de seguir.

En medio de un contexto convulsionado y en un año en el que parecía que los días compitieran unos a otros por ser la fecha para recordar el hecho más repulsivo, Iván Gutiérrez trata de explicar lo que parece inexplicable. “Mire, hombre, ¿Que por qué la gente cambia después de leer mi libro? Porque entiende que “generalmente en esta vida sólo cuando uno come mierda valora el arequipe”. Y entonces comienza una charla con un autor más que exitoso y un orador que como pocos en el país llena iglesias, estadios, empresas y demás espacios, con un discurso que más que religioso, concientiza. Que puede prestarse para hipérboles, pero ciertamente envuelve y llama a la reflexión y al cambio.

Semana.com: ¿Qué opinión tiene sobre la tragedia ocurrida a la niña Yuliana Samboní?

Iván Gutiérrez: El demonio no tiene trinche y cachos, hermano. El demonio son esos espíritus putrefactos que pueden ingresar en cualquier persona por cuenta de sus problemas, los maltratos que pudieron haber recibido durante su vida, sus faltas de afecto, vicios, desórdenes y pecado. Lo que hizo Rafael Uribe Noguera es abominable y se explica de esa manera, pero puedo asegurarle que pronto se conocerá que este arquitecto también pudo haber sido víctima de abusos y terminó cometiendo este error como respuesta a esos espíritus.

Mire, este es un tema complejo que se presta para muchas malinterpretaciones y para muchos comentarios, pero tal acto de maldad es resultado de una educación donde el valor más grande es el éxito profesional y no donde se eduque en compartir con aquel que no tuvo los mismos privilegios que uno. Seguramente esos vacíos y el sinsentido de vivir se van llenando con excesos y es ahí el espacio propicio para que con el tiempo los espíritus malignos hagan su irrupción y todo termine como tristemente culminó.

Semana.com: ¿Cómo se puede explicar que ocurran actos de tanta maldad, de tanta sevicia?

I.G.: Tu enemigo puede estar en tu propia casa, comenta el autor. Y quiero ser claro porque esta es una de las cuestiones más complejas de entender. Si Dios existe y es tan bueno y amoroso, ¿por qué entonces un esposo mata a su esposa o un papá, sea del estrato que sea, viola a su hijo de meses y hasta lo asesina, o peor aún, porque hemos visto que un sacerdote, el cual es el principal representante de Dios y la moral en la tierra, también viola o abusa de un niño? La respuesta es que el enemigo está en todos lados buscándonos para engañarnos y tirársenos la vida.

Semana.com: Y hablando de estos temas tan delicados, su posición en temas como la pedofilia o la corrupción al interior de la Iglesia católica es conocida. ¿Cuáles han sido las consecuencias?

I.G.: Mire, en estos años que vengo trabajando de la mano de muchos curas y obispos en todo el país, he entendido que debajo de esas sotanas hay seres humanos luchando contra su propia imperfección y debilidad. Mire, hombre, la mayoría de curas son hombres abnegados y muy solos que trabajan por el bienestar de sus comunidades, que día a día de manera silenciosa realmente salvan vidas. Pero también hay unos pocos que pierden la batalla contra sus buenas intenciones o espíritus malignos y se convierten en demonios. Eso tampoco se puede negar. Muchas veces todo esto, unido a esa necesidad de que los sacerdotes busquen primero ellos un proceso de sanación de sus vidas, es lo que ha generado una falta de dinamismo y un distanciamiento con sus propios feligreses, escepticismo, frialdad y ateísmo.

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De tanto conocer, aconsejar y ayudar a miles de mis compañeros del mundo artístico y demás medios; cuando alguien ataca física o verbalmente a la Iglesia católica o a sus sacerdotes, en la mayoría de los casos es porque en su corazón hay un dolor debido al mal ejemplo que han visto en algunos de ellos a través de la historia. 

Semana.com: ¿Cuál es su opinión sobre el proceso de paz que logró el presidente Juan Manuel Santos?

I.G.: De la mano de Dios, en este momento la más sabia y pedagógica manera de comenzar a darse una verdadera paz en nuestro país, sucederá cuando en un acto de humildad, nuestra Iglesia católica nacional, quien es la principal institución moral del mundo, a través de sus obispos y sacerdotes, comience primero por dar ejemplo y nos convoque a todos los creyentes y no creyentes para que en un acto público, reconozcan y pidan perdón por todos los errores y pecados cometidos por algunos de ellos a través de estas últimas décadas, especialmente los pecados de pedofilia o abuso sexual de menores.

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Estoy completamente seguro de que estos ejemplos de abajamiento, como también los ha hecho el papa Francisco, desarmarán a miles y miles de corazones, pero ante todo sensibilizarán a más de uno de nuestros dirigentes políticos que habían olvidado los valores cristianos de honestidad y transparencia, que tal vez habían recibido en sus hogares por parte de sus padres y abuelos.

Semana.com: Precisamente, no fueron pocos los jerarcas de la Iglesia que se opusieron en secreto al proceso en la refrendación. ¿Qué posición tiene al respecto?

I.G.: La iglesia siempre ha buscado una salida negociada al conflicto. Pero Dios nunca impone, Él siempre propone y nos da la libertad de elegir. Por eso, nunca he estado de acuerdo con frases como “todos los católicos se oponen a la paz”. Eso es un error. Mire, la paz primero la debemos encontrar en cada uno de nuestros corazones, y claro, no es un proceso sencillo, pero recuerde que la verdadera paz proviene del perdón total, el gran milagro de finalmente lograr recordar sin dolor. Es cierto, hubo (y existe) una división en la Iglesia católica sobre el proceso de paz, pero lo que el país necesita es deponer los odios y concluir de una vez por todas la espiral de sangre y violencia que hemos vivido generación tras generación.

Semana.com: Opiniones como está han suscitado encontronazos con jerarcas en la Iglesia Católica…

I.G.: Sí, pero es que ni el mismo Jesucristo fue aceptado por todos...