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H U M O R I S T A

Jaime Garzón

Humorista asesinado (1960 - 1999)

3 de enero de 2000

“Nos mataron el humor”. Esa frase la repitieron millones de colombianos cuando se enteraron del vil asesinato de Jaime Garzón, ocurrido en la madrugada del viernes 13 de agosto. No era una frase más. Era el sentimiento unánime de un país acostumbrado a la muerte y a la violencia en todas sus formas, pero que no pudo asimilar esta vez que los violentos se llevaran por delante al máximo símbolo del humor colombiano de los últimos 10 años y a quien se había constituido en el fiscal ético de los poderosos. A ellos los desnudó a través de los diversos personajes que creó para los programas de televisión Zoociedad, Quac, Lechuza y Cambio de tercio, y en especial con Heriberto de la Calle, su última creación, un embolador-entrevistador que jamás tuvo pelos en la lengua para poner en evidencia a sus encopetados entrevistados. Varios de estos personajes también llegaron a la radio a través de Radionet, la emisora donde Garzón se desempeñó como periodista.

Nadie imaginó que Garzón tuviera una sintonía tan grande con la gente. Durante la velación del cadáver en el Capitolio Nacional y el entierro miles de ciudadanos se acercaron para acompañarlo por última vez. Espontáneamente sus amigos y admiradores improvisaron peregrinajes al lugar del crimen, en el barrio Quinta Paredes de Bogotá; en el largo mural del Colegio Mayor de Cundinamarca, frente a su casa, y en el restaurante El Patio, en el barrio La Macarena, donde Garzón solía reunirse y atender a sus amigos. Allí depositaron dibujos, ramos de flores y mensajes que reflejaban el inmenso cariño que sentían por Garzón y la impotencia y la rabia que produjo su muerte.

Pero el alcance de Garzón iba mucho más allá. Paralelas a su carrera como humorista Jaime desempeñó diversas tareas políticas muy en su estilo. Su estrategia de fondo era propiciar espacios de diálogo en un país desvertebrado por la violencia y la intolerancia.

Con su muerte quedó trunca una carrera artística que tenía para rato y, lo más grave, una manera civilizada y crítica de enfrentar los problemas del país y de buscarles solución a través del diálogo y la negociación.