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De izq a derecha: Abelardo de La Espriella, Natalia Ponce y la fiscal del caso, Ofir Velandia. | Foto: Archivo particular

JUICIO

“Jonathan sabía exactamente el daño que iba a causar”

Así lo dijo el abogado de Natalia Ponce de León durante el juicio donde se quiso demostrar que Jonathan Vega sufría de esquizofrenia y no fue consciente de sus actos cuando atacó a la joven.

19 de mayo de 2016

Por estos días se desarrolla la etapa final del juicio a Jonathan Vega, el ‘Monstruo del Batán’, quien está procesado como presunto responsable de tentativa de homicidio, tras el ataque con ácido a la joven a Natalia Ponce de León en marzo del 2014.

En la audiencia de este jueves, en el complejo judicial de Paloquemao, en Bogotá, la defensa del agresor, a cargo del abogado y exfiscal Luis González, llevó al estrado al médico forense Máximo Duque, el mismo que conceptuó que la muerte del joven Luis Andrés Colmenares fue violenta, aunque no pudo asegurar si se trató de un homicidio o no.

El experto participó para afianzar la tesis de la defensa, según la cual Vega no estaba en sus cabales a la hora de cometer la acción contra Natalia. Según su dictamen, el joven sufre de esquizofrenia, además de ser un habitual consumidor de sustancias alucinógenas.

“Desde los 12 años el joven empezó a consumir alcohol y a los 16 empezó a consumir cocaína. Entre los 17 y los 20 años empezó a consumir otras sustancias, entre las cuales marihuana, LSD, heroína y metadona. Pensaba que debía quitarse el resentimiento y el daño que le hizo durante tantos años, debía sacarse el espíritu de ella o sus voces. Si se quitaban las voces de ella, la demás se retirarían”, dijo el forense.

La estrategia es que un juez declare a Jonathan inimputable, es decir, no responsable de sus acciones. Según la definición, “se exime de responsabilidad penal a una persona por no poder comprender la ilicitud de un hecho punible”.

Pero la defensa de Natalia Ponce reaccionó. El abogado Abelardo de la Espriella fue contundente en afirmar a Semana.com que era absurdo llevar al estrado a un experto como Máximo Duque, que no es siquiatra, precisamente para referirse a temas relativos a esa especialidad.

El jurista fue más allá. Aseguró que Jonathan Vega no se dejó hacer los respectivos análisis de Medicina Legal, ni de otros especialistas. “Si esa -al referirse a la versión de Máximo Duque- es la defensa de Jonathan, la derrota para ellos está cerca. Lo que se vivió en el juicio hoy es una farsa”.

De la Espriella, que estaba acompañado por Natalia Ponce en la audiencia, dijo que un individuo como Jonathan, que preparó el ataque, lo ejecutó, se escondió de las autoridades y luego se entregó, “sabía exactamente lo que hacía y del daño que iba a causar”. Jonathan Vega se enfrenta a una pena de entre 25 y 37 años.

Aquel ataque le causó a Natalia quemaduras de segundo y tercer grados en un tercio del cuerpo, las más severas fueron en la cara, al punto de que quedaron comprometidos los ojos y las vías respiratorias.

El drama de Natalia es el mismo que padecen en silencio por lo menos otras 526 mujeres, pues según Medicina Legal, ese es el número de víctimas de ácido, desde el 2004. Una cifra que ha puesto a Colombia en un deshonroso primer lugar en la lista de países en los que se ha registrado este tipo de agresiones.

Según la página Feminicidio.net, una web de origen español que visibiliza temas con perspectiva de género, en el 2011 Colombia se situó por encima de países como Bangladesh y Pakistán.

A pesar de las circunstancias, Natalia Ponce de León no detuvo su vida, por el contrario, dedicó sus esfuerzos a ayudar a personas como ella y se aventuró a liderar una batalla para que nunca más se repitan estos ataques. Por eso sacó adelante una ley para endurecer las penas a los atacantes.

La nueva ley establece penas de prisión de entre 30 y 50 años de cárcel para los que ataquen con ácido, y serán agravadas para los casos en los que las víctimas sean menores de edad o mujeres.

También se contemplan sanciones para los que comercialicen este tipo de sustancias a cualquier persona y sin ninguna restricción.