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Jonathan Powell, ha asesorado al presidente Santos. | Foto: Youtube

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“En Irlanda del Norte nos tomó nueve años implementar lo acordado”

El jefe negociador de la paz en ese país, que el presidente Santos visita este jueves, ve con esperanza el futuro de las negociaciones con las FARC después del plebiscito y asegura que lo más difícil de un acuerdo es aplicarlo.

Andrés Schipani*
2 de noviembre de 2016

Jonathan Powell fue el jefe negociador durante el proceso de paz en Irlanda del Norte, que culminó con el acuerdo de Viernes Santo a finales de los años noventa. Más recientemente, y desde el inicio, ha asesorado al gobierno de Juan Manuel Santos en la negociación con las Farc. Estas son sus lecciones para Colombia.

SEMANA: ¿Cuál ha sido su papel en el proceso de paz en Colombia?

Jonathan Powell: Estoy muy contento de que el presidente Santos vaya a Irlanda del Norte y pase un día en Belfast durante su visita al Reino Unido. Es interesante, porque él conoce lo que sucedió en este país. Vivió en Inglaterra y una bomba del IRA que estalló en el club de Piccadilly, en Londres, lo tumbó al suelo. Vine a verlo la primera vez que ganó la Presidencia, cuando él estaba armando su gabinete, y me comenzó a preguntar por Irlanda del Norte y lo que habíamos hecho. Siempre estuvo muy interesado en lo que sucedía allí.

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Luego me pidió que volviera, y me senté con Sergio Jaramillo, su asesor de seguridad nacional y comisionado de paz, para hablar acerca de las lecciones de Irlanda del Norte. Una de las cosas interesantes de cómo el presidente Santos abordó este proceso de paz fue tratar de no cometer los errores del Caguán, no repetir lo que Pastrana había hecho. Hicimos un análisis detallado de ese proceso y tratamos de no volver a cometer las mismas equivocaciones, como por ejemplo, tener 100 puntos en la agenda, incluido el fin del capitalismo, cosas que no iban a devenir en una negociación muy seria. En vez de eso se hizo una agenda de cinco puntos.

También aprendieron lecciones de otros procesos, como en el Oriente Medio, con la ayuda de Shlomo Ben Ami, exministro de Relaciones Exteriores de Israel durante las negociaciones de Camp David, en 2000, entre Bill Clinton, el primer ministro israelí Ehud Barak y el líder palestino Yasser Arafat, y el otro caso, el de El Salvador, con Joaquín Villalobos, exlíder guerrillero y firmante del acuerdo de paz. Creo que eso fue muy importante para este proceso de paz.

SEMANA: ¿Qué lecciones le podría ofrecer la experiencia de Irlanda del Norte a Colombia?

J.P.: La primera es que nosotros tuvimos un referéndum para los acuerdos. Le sugerí al presidente Santos que lo hiciera, porque eso les daba a los acuerdos un apoyo popular que se podía demostrar.

Luego, cuando uno necesita legislar y hacer cosas difíciles para implementar el acuerdo de paz, puede contar con el apoyo público. Ahora, es difícil ganar un referéndum. En Irlanda del Norte nosotros casi perdimos el voto unionista (los protestantes, partidarios de los lazos con el Reino Unido), y en las últimas semanas tuvimos que trabajar muy duro para conseguir el 50 por ciento de estos votos. Después fue ese referéndum lo que nos permitió hacer algunas de las cosas difíciles durante la implementación. La otra lección es que uno debe concentrarse en la aplicación de los acuerdos. Suele suceder que cuando la gente se asegura un gran acuerdo de paz, celebra lanzando los sombreros al aire y no hace nada más al respecto. Piensen en los acuerdos de Oslo de 1993 (entre el gobierno de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina), que se firmaron, pero nadie hizo nada para concretarlos.

Hubo grandes celebraciones, particularmente del lado palestino, y cuando falló la implementación, todo volvió a colapsar en violencia. Muchos acuerdos fallan durante esta fase. La lección que saco de esto, pensando en Irlanda del Norte, es que si en aquel momento pensamos que cuando despegamos de Stormont (Parlamento de Irlanda del Norte) en los helicópteros habíamos solucionado el problema, estábamos muy equivocados.

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Nos tomó otros nueve años implementar lo acordado y mucho de eso fue negociación, tratar de hacer que la gente hiciera lo que había prometido hacer. Y ese suele ser el caso.

Creo que aquí la gente subestima lo difícil que será la implementación en un país muy violento y geográficamente muy desafiante, con muchas bandas criminales rondando por ahí, sin mencionar al ELN.

SEMANA: ¿Por qué cree que ganó el No?

J.P.: Creo que el voto por el No ganó como resultado de la baja participación en el plebiscito y las preocupaciones reales que muchos colombianos sienten después de 52 años de una guerra amarga. Les costó trabajo confiar en las FARC después de todo lo que ha pasado. Y así como nosotros lo descubrimos en Gran Bretaña con el referendo del brexit, cuando se realiza un referendo en la mitad de un gobierno usualmente se pueden obtener resultados sorprendentes que ponen los polos de opinión patas arriba.

No creo que este resultado signifique que el proceso de paz ha terminado. Por el contrario, creo que da una oportunidad para construir una coalición más amplia de apoyo político para el acuerdo que lo que existía antes, apoyo que hará que la difícil tarea de implementar el acuerdo sea mucho más segura. Creo que el presidente Santos ha actuado de la manera correcta manteniendo el cese del fuego, mandando al equipo negociador de nuevo a La Habana y extendiéndoles la mano a todos los partidos políticos de Colombia para asegurar un diálogo nacional sobre la paz. Su reto es volver a unir a un país que está dividido por la mitad debido al resultado del plebiscito.

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SEMANA: Uno de los puntos más álgidos aquí es la participación política. En Irlanda del Norte ocho miembros del Parlamento son del Sinn Féin (partido Republicano, históricamente asociado con el Ejército Republicano Irlandés o IRA).

J.P.: En los casos tanto de Irlanda del Norte como del País Vasco, eso es lo que uno quiere, que esta gente entre en política. Si paran el terrorismo y tienen éxito al perseguir sus ideas políticas, está bien. No estoy seguro de que en Colombia sea así, es más, dudo que haya esa clase de apoyo si uno mira las encuestas. Cuando uno mira las de Irlanda del Norte, ve que el Sinn Féin mantuvo un apoyo popular de más o menos un tercio de la población católica a lo largo de los problemas, nunca perdieron eso. Y cuando pararon la violencia, obviamente esa popularidad subió. Lo mismo sucedió en el País Vasco con el partido Euskal Herria Bildu.

Dudo que aquí suceda algo parecido. Si las FARC van a entrar en política, deberían aprender a hablarle a un público más amplio. Sucedía algo parecido en Irlanda del Norte con el IRA y los republicanos, quienes habían vivido durante un largo periodo en su propio gueto físico y metafórico, solo hablándose entre ellos. A las únicas personas que tenían que convencer era a ellos. Les tomó mucho tiempo salir y darse cuenta de que debían hablarle a una audiencia más amplia. De la única manera que conseguimos implementar el acuerdo en el año 2005 fue cuando Gerry Adams (líder del Sinn Féin) se dio cuenta de que no solo debía ganarse a los de su lado, también tenía que persuadir a los unionistas y fue realmente ahí cuando se volvieron políticos.

*Corresponsal para la región andina del ‘Financial Times’.

Este artículo hace parte de la edición especial Viaje al corazón del Reino Unido