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Ante este altar, ubicado en la casa de Fabiola Perdomo, los familiares de los diputados asesinados rezan para que llegue el final de esta cruel espera.

secuestro

Jornada de agonía

Una semana más de dolor soportaron las familias de los ex diputados ante la incertidumbre por el rescate de sus cadáveres.

8 de septiembre de 2007

Reunidas frente a un improvisado altar en la casa de Fabiola Perdomo, las familias de los ex diputados de Valle toman fuerza para recibir los despojos mortales de sus seres queridos que esperan hace 75 días. Lo poco que se sabe de su muerte indica que fue el 18 de junio cuando los asesinaron, tras soportar cinco años de cautiverio.

Según el presidente Álvaro Uribe, el primero de septiembre, la guerrilla los entregaría a la Cruz Roja Internacional en cercanías al municipio de Corinto, al norte del Cauca.

Es un sábado tranquilo en el Polo Club, condominio donde está la residencia de Fabiola Perdomo, vocera de las familias. Cerca de la piscina se ven globos, piñata, torta y se oye música infantil. Una familia celebra el cumpleaños de su hijo sin que importe la presencia de casi 50 periodistas afuera del conjunto residencial. "Están acostumbrados a ver la prensa, a que venga el Presidente, ministros, el gobernador y el alcalde. Las grandes personalidades del país", dice uno de los porteros.

Pero se opaca el día, la piñata termina y la alegría de los niños contrasta con el dolor de los familiares que se despiden agotados de ansiedad. La llamada que les reconfirma la muerte de sus seres queridos no llega. Se citan para el domingo.

Se cumplía el primer día de esta insólita y cruel espera. Una jornada que comenzó hace 11 días con el anuncio del Presidente, que continuó durante la semana pasada y que el país presenció gracias a un torturante despliegue mediático, y que el viernes, al cierre de esta edición, aún no concluía.

El domingo muy temprano, un titular de prensa sobresaltó a estas familias vallecaucanas. El periódico venezolano Vea informó que los ex diputados habrían muerto en un operativo coordinado por el ex senador Carlos Barragán y el Ejército. Barragán, padre de Carlos Alberto, uno de los muertos en cautiverio, reaccionó indignado. Recordó que promovió siete debates en el Congreso sobre el acuerdo humanitario. "Siempre me opuse al rescate armado", dijo, y reiteró que lo publicado es una infamia. Pero Barragán fue más allá y aseguró que no creía que su hijo y los compañeros de cautiverio estuvieran muertos.

El lunes una señal positiva trajo luz al seno de las familias. La comisión de la Cruz Roja, encargada de recuperar los cadáveres y conformada por ocho personas, entre ellos el ex ministro Álvaro Leyva, partía desde Cali con rumbo al lugar que indicó la guerrilla a través de un emisario.

Sin embargo, al final de la tarde una noticia ensombreció el ánimo. El Ejército había dado de baja a Tomás Medina, alias el 'Negro Acacio' y por un momento se especuló con la posibilidad de que las Farc desistieran de entregar los cuerpos. El silencio fue la única respuesta.

Un silencio que se prolongó hasta el martes y que desesperó a todos. En medio de la desesperanza, Elda, quien lleva 11 años a cargo del servicio doméstico en la casa de Fabiola Perdomo, repartía café a los familiares, para calmar su ansiedad. A esa misma hora, en algún lugar recóndito de la selva pacífica, ubicado a 36 minutos en helicóptero desde el aeropuerto de Pasto, en los límites de los departamentos de Nariño y Cauca, la comisión de la Cruz Roja apenas desembarcaba para iniciar la búsqueda terrestre del lugar.

Se cumplía el primer día desde cuando se anunció el viaje a la zona y nadie tenía noticias. Ante la incertidumbre, los familiares decidieron ir a la sede del instituto de Medicina Legal de Cali. A este lugar serán llevados los restos de los ex diputados para su identificación y el posterior esclarecimiento de la causa de su muerte, tarea que asumirá una comisión de expertos forenses de Francia, Suiza y España coordinada por la OEA.

Pero las familias no encontraron el sosiego que buscaban. Por el contrario, una nube de periodistas que regresó el domingo de Corinto, se había tomado el parqueadero del instituto y reclamaba alguna novedad para informar. "Quedaron en avisarnos con suficiente tiempo para que nos movilicemos, así que vamos a esperar hasta que haya una comunicación oficial de la Cruz Roja", declaró Diego Quintero, hermano de Alberto Quintero, quien vino desde Cartago, Valle, a recogerlo.

A unos 1.000 kilómetros de distancia, la comisión del Cicr se estrellaba con la realidad: la zona era más inhóspita de lo que pensaban y las condiciones climáticas no permitían avanzar a buen ritmo. Equipado con un teléfono satelital, un dispositivo de navegación GPS (que permite determinar la ubicación de una persona o lugar) y una Biblia, el ex ministro Álvaro Leyva iba al frente del grupo. Abriendo trocha entre la selva, con un alto riesgo por las minas que la guerrilla sembró en el área.

Para el miércoles las versiones se multiplicaron, y con ellas el dolor. "Nos sentimos como en una montaña rusa y sólo queremos que esto termine, para sacar el valor que nos queda y seguir adelante con nuestra vida", comentó Gaby Sánchez, viuda del ex diputado Carlos Charry, a los medios.

Su valentía no sorprendió a la sicóloga de Fondelibertad Alexandra Vázquez, quien acompaña a las familias desde el mismo secuestro. "Ellos han conformado un grupo de apoyo muy fuerte, que les ayudó a resignificar el dolor. Han sufrido muchas presiones y han mostrado una dignidad y una entereza ejemplares", dijo la especialista a SEMANA.

A las 2 de la tarde, los familiares regresaron a Medicina Legal a dejar las cartas dentales y pruebas de ADN para facilitar la identificación de los cuerpos. En la noche, la voz de Nicolás Von Arx, delegado regional de la Cruz Roja, les confirmó que la comisión había llegado al lugar exacto que indicaron las Farc.

Pero con la noche no llegó el reposo, un desmovilizado de las Farc apareció en televisión con el alias de 'Rafa' y dijo que el ex diputado Sigifredo López sobrevive porque habría colaborado con las Farc en el secuestro de sus compañeros y hoy haría parte de esa guerrilla.

Su esposa, Patricia Nieto, candidata a la Alcaldía de Pradera, de donde son oriundos ella y Sigifredo, madrugó el jueves a desmentir las afirmaciones en una improvisada rueda de prensa.

Caía la tarde sin señales de la comisión del Cicr. Desde Cartagena, el presidente Uribe volvía a la carga, "una preocupación le asalta al gobierno y es que estos bandidos de las Farc han asumido actitudes de mentiras, simplemente para que se paren las operaciones militares en contra de ellos y poder fraguar nuevos atentados terroristas". Y el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció que ampliaba hasta el domingo el plazo para garantizar los trabajos de rescate.

A la par con estas declaraciones, los familiares hacían un balance de lo sucedido hasta el momento y, sin proponérselo, una ilusión avivó los ojos ya perdidos de cansancio. "¿Será que todo es mentira y no están muertos?" Nadie se atrevió a contestar.

Pero la esperanza se esfumó a las 7 de la noche. De nuevo Nicolás von Arx llamó a Fabiola Perdomo. Frente a más de 4.000 caleños que se agolpaban frente a una tarima para apoyar su candidatura a la Gobernación, Perdomo escuchó la frase que la devolvió a la realidad: "Encontramos el primer cadáver". Colgó y dio su discurso.

El viernes en la mañana se conoció que la comisión del Cicr exhumó un cadáver. "El equipo en la zona tiene la indicación de que hay otros cadáveres en el mismo lugar, pero la identificación se hace en condiciones de extrema dificultad. Los cuerpos están enterrados", dijo Yves Heller, vocero del Cicr en Colombia.

Ya para la noche eran cinco los cadáveres en manos de la comisión, pero aún era incierto el día de regreso que pondrá fin a esta jornada de agonía y marcará el inicio de otra: la verdad de su muerte, y luego, la sepultura.