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Con el proyecto que explica Vélez, Argos quiere explorar modelos económicos que permitan a los campesinos convivir con los grandes de la agroindustria. | Foto: Daniel Reina

ENTREVISTA

“Necesitamos más Estado”

El Grupo Argos acaba de donar 6.600 hectáreas y 43.000 millones de pesos para un laboratorio de paz en una de las regiones más golpeadas por la violencia: los Montes de María. SEMANA habló con su presidente, José Alberto Vélez.

25 de octubre de 2014

SEMANA: ¿En qué consiste el experimento del laboratorio de paz?

JOSÉ ALBERTO VÉLEZ: Está ubicado en Carmen de Bolívar y Ovejas y busca ser un aporte al futuro del agro y a la generación de condiciones de paz. La idea es explorar modelos económicos de convivencia entre la pequeña economía campesina y los grandes proyectos agroindustriales. Queremos montar proyectos con todo tipo de actividades: producción de mango, leche, labores de apicultura… Una junta de personas, la mayoría ajenas a Argos, será asesorada por Francisco de Roux para proponer esquemas de propiedad colectiva de la tierra que permitan que los campesinos se dediquen a ciertos cultivos. La idea también es crear comunidades urbanas para evitar tener casas de familias dispersas por toda la zona. Esto tiene una ventaja para la gente pues podrán contar con servicios de salud y educación. Calculamos que el proyecto beneficiará a unas 700 familias, es decir, más o menos a unas 3.000 personas.

SEMANA: ¿Por qué eligieron los Montes de María?

J. A .V.: Allá compramos entre 2009 y 2010 ese terreno para un gran proyecto de reforestación, pero nos encontramos con una región con problemas de violencia y con comunidades que no tienen una cultura de la reforestación. Las familias campesinas de allá son de pancoger y viven de sus pequeños hatos. Dadas las dificultades, optamos por crear la fundación para hacer evolucionar esa cultura y mostrarle a la gente que trabajando en el campo se puede tener ingresos dignos.

SEMANA: ¿Cómo ve el apoyo que la empresa privada le está dando al posconflicto?

J. A .V.: Me parece que las empresas están haciendo aportes de distintas maneras, y veo un papel activo del sector privado con miras a un posconflicto. Pero no podemos olvidar que aquí el principal actor es el gobierno. Para nuestro laboratorio en los Montes de María necesitamos al gobierno. Allá todavía se percibe una ausencia enorme del Estado: desde la falta de carreteras hasta la falta de institucionalidad. El sector privado debe ser generoso, ayudar y aportar, y lo hace pagando impuestos, pero el protagonista principal es el Estado.

SEMANA: ¿Se dio cuenta de la ausencia de Estado visitando la zona?

J. A .V.: Yo le tengo un gran afecto al campo y conozco bien el país. En Montes de María estuve hace dos semanas con el presidente para inaugurar una carretera que Argos va a construir en El Salado y que le permitirá a la población comunicarse sin inconvenientes con Carmen de Bolívar. En Argos hemos recorrido veredas y municipios, hemos invertido más de 20.000 millones de pesos en casas y vías. Colombia son dos países: uno urbano y otro rural. En el país urbano hay oportunidades; en el rural, no. Este, además, sufrió mucha violencia. Así es que, sí, hemos sido testigos de la ausencia del Estado.

SEMANA: El Estado tiene el papel principal, ¿pero siente que las empresas están asumiendo el papel secundario?

J. A .V.: No me quiero convertir en juez de mis colegas. Yo me atengo a un dicho que dice: “El que da, da mucho y el que recibe, recibe poco”. Es decir, saber si la empresa privada ayuda mucho o poco es un tema de percepción. Algunas dan trabajo, otras ayudan con capital y otras ayudan, por ejemplo, comprándoles a los campesinos que demuestran ser competentes. Repito: siento que hay muchas empresas comprometidas con el posconflicto y son muy conscientes de su importancia. Hay diferencias respecto al cómo, pero a nadie le cabe la menor duda de la prioridad que tiene y de que una eventual firma de paz nos va a ayudar a mejorar la percepción nacional e internacional. Eso sí, soy bastante pesimista con el tema del narcotráfico y las bandas criminales. La venta de coca y gasolina robada sigue permeando y manteniendo a regiones de Colombia en conflicto. Cuando lleguemos al posconflicto, esto podría generar algunas contradicciones.