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| Foto: A.F.P. / A.P.

PROCESO

“¿Las FARC sí obedecerán a sus comandantes de La Habana?”

José Mujica, expresidente de Uruguay, se pregunta si los insurgentes en las montañas seguirán las instrucciones de los jefes que están en la isla.

5 de mayo de 2015

José Mujica, expresidente de Uruguay, es una de las voces más autorizadas de la izquierda en el mundo. Fue un guerrillero convencido y un extraordinario presidente. Estuvo en la clandestinidad la mitad de su vida, pasó 15 años en la cárcel, vivió en el monte y salió en hombros de la Jefatura de Estado de su país. Incluso muchos quieren que dentro de cinco años vuelva a presentarse a la primera magistratura.

Pletórico, influyente como pocos en la región, pendiente de todo y de todos, Mujica viajó a Buenos Aires a presentar el libro sobre su presidencia Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, que en breve saldrá en España (Random House Mondadori).

Por esta coyuntura fue entrevistado por el diario El País y abordó varios temas: el movimiento Podemos, Nicolás Maduro, la crisis de Partido de los Trabajadores y la corrupción en Brasil y también las FARC. ¿Qué dijo sobre esta guerrilla que negocia en La Habana una salida al conflicto armado?

El País: ¿Está mediando en el conflicto de Colombia?

José Mujica:
No estoy mediando nada. Pero tengo que tener una conversación con la gente de las FARC por dificultades de la negociación. No le puedo decir nada porque si no, estoy quemando todo. Pero tengo que hablar.

El País: ¿Es optimista?

J. M.:
Nunca se ha estado tan cerca. Vale la pena pelearla. Mantener un conflicto in eternum no es estrategia de nada. La geografía colombiana es de terror. Perseguir a las FARC en esas montañas es infinito. La guerrilla podrá no triunfar, pero terminar con ellos es imposible. Es la guerra crónica, permanente. El presidente Santos tiene buena fe pero tiene resistencia dentro y quisiera ver si lo que está representando a las FARC en Cuba en las negociaciones es obedecido en todo el campo de las FARC. Cuando uno está con las armas en la mano, la política pasa por la mira. Es un problema que tenemos siempre los hombres armados. Tendemos a ver la estrategia política a través de las armas, desconfiamos de lo demás.

El País: Usted es la prueba de que se puede llegar al poder después de dejar las armas.

J. M.:
Yo sí, pero conozco las enfermedades. A las organizaciones armadas les cuesta mucho tener capacidad política para negociar. Pero hemos entrado en otra época. Con el adelanto tecnológico, la guerra es una ilusión óptica que dirime la tecnología. Nada tiene que ver con el heroísmo. Someterse a que te maten por control remoto… Hoy es posible hacérselas pasar bastante mal a los Gobiernos sin tirar un tiro. No hay que irse a la sierra.