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¿Juan Carlos Martínez insiste en seguir la estela narcopolítica de Pablo Escobar?

Tras su entrega a las autoridades, la pregunta es hasta dónde llegará el poder del exsenador quien ahora empieza a responder por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.

28 de junio de 2012

Por estos días, el tema de conversación entre muchos colombianos es la serie de televisión 'Pablo Escobar, el patrón del mal'. Algunos se preguntan cómo fue posible que en nuestra sociedad surgiera una persona que llegara a acumular tanto poder. La respuesta está en parte en la explosiva combinación de política, narcotráfico y corrupción.
 
Como el país institucionalmente ha dado pasos gigantescos en las últimas décadas, muchos creen que es imposible que vuelva a surgir una figura de esta dimensión. Sin embargo, llama la atención entre los usuarios de la red que digan que el exsenador Juan Carlos Martínez está siguiendo su ejemplo.
 
De entrada hay que decir que esto es un imposible porque Escobar llegó a desafiar al Estado y Martínez apenas tiene un poder importante a nivel regional pero marginal nacionalmente –es un gran barón electoral en el departamento del Valle-. Lo que también es cierto es que entre los dos hay algunas similitudes que presentamos a continuación.
 
La deseada política
 
"Es mejor negocio la política que el narcotráfico", le oyeron decir alguna vez al exsenador Juan Carlos Martínez Sinisterra. "La plata que deja una alcaldía no la deja un embarque", sentenció.
 
"¿Para que te vas a meter en esas vainas?", le preguntaba, con molestia, Gustavo Gaviria, el primo hermano de Pablo Escobar, por su sueño de hacer política y cuando ya el delito del narcotráfico les daba suficiente riqueza. "La plata no lo es todo, el verdadero poder es la política", le contestó el capo.
 
"Yo si sé lo que es la pobreza", ha contado Martínez Sinisterra. Y es cierto. Nació en 1970 en una casa de madera en uno de los pueblos más pobres del Cauca, Timbiquí. Desde pequeño sobresalió por su extraordinaria inteligencia. “En el estudio se destacó entre los mejores”, testimonia Jacinto Sinisterra, su maestro de atemáticas y primo lejano. Por aquel entonces jugaba fútbol descalzo y era acólito en la parroquia Santa Bárbara.
 
"Yo sí sé lo que es la pobreza", contaba Escobar. Nacido el primero de diciembre de 1949 en el municipio de Rionegro en Antioquia, tuvo una infancia con muchas dificultades económicas y el acoso de la violencia pero como solía decir: "Mi Dios siempre me protege". Por aquel entonces el país se desangraba por las refriegas entre diversos bandos. El detonante de la situación había sido el asesinato en Bogotá del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.
 
Doña Felisa Sinisterra, cree que la "berraquera de Juan Carlos" se debe a que le tocó trabajar desde niño, "primero, en la panadería de su mamá y, luego, en una ebanistería. Esos eran los dos oficios de la familia”.
 
Doña Hermilda Gaviria solía mostrar el orgullo por su hijo porque desde niño trabajó duro "para sacar adelante su familia". A los 16 años tenía una bicicletería en el día y en las noches se metía a los cementerios a robarse las lapidas para venderlas.
 
A los 24 años, Martínez Sinisterra aspiró al Concejo de Buenaventura y obtuvo 780 votos. No ganó la curul, pero fue suficiente para que el entonces senador Carlos Herney Abadía lo pusiera a trabajar en el Hospital de Buenaventura. Su sueño se había hecho realidad: había tejido los lazos con la clase política. Desde entonces su carrera sería ascendente.
 
En 1982 Escobar cumplió su preciado sueño. Llegó a la Cámara de Representantes de la mano de los políticos liberales Alberto Santofimio Botero y Jairo Ortega. Este último era el titular de la curul, pero se ausentó para darle paso a su más querido financiador.
 
Reyes en la cárcel
 
Tras declararle la más violenta ofensiva al Estado, Escobar fue detenido y llevado a la cárcel de La Catedral, en el municipio de Envigado, que él mismo diseñó para controlar cada detalle. El ingreso de jovencitas para las fiestas y la romería de políticos eran continuos. Desde las rejas, él era el poder real. Antes de ingresar, la Asamblea Nacional Constituyente prohibió la extradición de colombianos en una votación en la que no hubo oposición.
 
Martínez fue detenido y acusado de narcotráfico. Estuvo en La Picota en donde hizo y deshizo. Altos cargos de los gobiernos locales de Cali y Valle viajaron hasta en diez ocasiones para rendirle cuentas. Fue trasladado a la cárcel El Bosque de Barranquilla por un proceso de parapolítica y donde volvió a demostrar su inmenso poder. En las elecciones al Congreso en 2010, por ejemplo, cuando ya llevaba detenido un año, aumentó su cuota de tres parlamentarios a siete, y la votación de su estructura política pasó, solo en el suroriente del país, de 100.000 votos a 250.000.
 
En La Catedral, Escobar se disfrazaba de héroe de la revolución mexicana, llevaban mariachis, corría el buen trago y todo era tan surrealista que cuando no entraban mujeres bailaban con muñecas inflables.
 
En La Picota fue famosa la fiesta de Martínez para celebrar su cumpleaños número 41, en un mes de enero. Entre los asistentes estuvo un notario, un exfiscal delegado ante la Corte Suprema, un exsecretario jurídico de la Gobernación y dos congresistas, entre otros. Todo fue tan delirante que la música era de la orquesta Guayacán y como el espacio era estrecho, Martínez hizo derribar tres paredes de la celda para hacerla más amplia.
 
Era tanto el poder de Escobar que había permeado todas las instituciones para ponerlas a su servicio. Por ejemplo, el presidente Virgilio Barco retiró al general José Guillermo Medina Sánchez de la dirección de la Policía porque, como lo afirmó la revista Time, el oficial estaba ligado al cartel de Medellín. Eso explicaba las ‘milagrosas’ escapadas del capo cada vez que el Ejército sentía que ya lo tenían.
 
En la cárcel de La Picota, Martínez Sinisterra tenía un séquito de presos a su servicio. Entre ellos estaba Jorge Noguera, exdirector del DAS, que le hacía oficios como lavar los baños a cambio de un pago necesario para subsistir en La Picota.
 
Dios y la familia
 
Para Escobar lo primero era Dios y su familia. Siempre decía que la fe religiosa le daba el impulso a seguir. Para Martínez, también, al punto que reclamó que como no podía desproteger de afecto a los suyos por eso un juez le concedió casa por cárcel.
 
Cuando Escobar murió, el 2 de diciembre de 1993, el país respiró con alivio porque se creyó que atrás había quedado para siempre esa nefasta página de la alianza política+corrupción+violencia+narcotrafico. Hoy, casi 20 años después, no cabe duda de que Martínez incidirá en la elección del gobernador del Valle del Cauca en estas elecciones, pese a estar de nuevo capturado por unas acusaciones que lo vinculan con narcotráfico.