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El representante a la Cámara Juan Diego Gómez y los facsímiles de dos mensajes que envió a la empresa de la arquitecta que ha denunciado que el padre de Gómez y él le vendieron un terreno cuyos papeles revelan serias irregularidades.

JUDICIAL

El congresista salpicado por los negocios de su padre

Juan Diego Gómez está salpicado por unos negocios de su padre, condenado por usurpar terrenos de una persona que apareció muerta.

11 de enero de 2014

El nombre del representante conservador Juan Diego Gómez, ahora candidato al Senado, suena por estos días en Antioquia. Y no es precisamente por su trabajo legislativo. El político paisa está en la mira por su participación en cuestionados negocios de su padre, Orlando Gómez, que murió hace unos meses. El padre del representante fue condenado a ocho años de cárcel por haber participado en una empresa criminal que usurpó tierras en Bello. Durante mucho tiempo, el joven político se mostró al margen de los negocios de su familia, pero nuevas versiones lo involucran a él también.

El caso que más lo compromete tiene que ver con un terreno en el exclusivo barrio Laureles de Medellín que compró en 2006 una arquitecta a Gómez padre con la mediación de Gómez hijo. La mujer quedó de pagarles 800 millones de pesos en cuotas. Cerraron el negocio, ella les giró 300 millones de pesos, empezó a construir un edificio, invirtió 200 millones y les vendió apartamentos a diez clientes.

Pero algo no se veía bien en las escrituras y los registros. El terreno aparecía vendido a Orlando Gómez por un tercero que no era el dueño y que tenía autorización para hacerlo mediante un poder que parecía ser falso. La arquitecta pidió explicaciones y quiso conocer al antiguo propietario del lote. Le dijeron que el hombre vivía en Urabá, que se mantenía muy ocupado y que iban a hacer todo lo posible por contactarlo. Pero nunca lo lograron.

La mujer entró en pánico. Suspendió las obras y los pagos. Les incumplió a los clientes que le habían comprado apartamentos. Los Gómez le cobraban insistentemente. De hecho, el documento que involucra al hoy candidato al Senado es un fax que le envió a la arquitecta en el que le dice: “De acuerdo a la conversación sostenida esta mañana y en aras de buscar salida a la negociación realizada entre usted y el señor Orlando Gómez, me permito precisar algunas cifras que ayudan a concluir las diferencias existentes hasta hoy”, y le enumeró los pagos que faltaban. El representante dice que no participó en el negocio, sino que actuó como abogado de su padre, que nunca conoció a la persona que vendió el lote y que la arquitecta estafó a sus clientes.

Ella consideró que el problema podía complicarse y prefirió esperar que se aclarara la forma como el papá del político obtuvo el terreno. Nunca encontró respuesta y un día llegó a la obra, donde tenía instalada una sala de ventas, y unos hombres armados le impidieron entrar. Dañaron la chapa de la oficina y se quedaron con lo que había. Días después, el mismo terreno fue vendido a otra persona y a la arquitecta nunca le devolvieron la plata que había invertido.

El tiempo terminó por demostrarle que su temor no era un invento. En 2011, el Tribunal Superior de Medellín condenó al padre del político por un caso muy parecido ocurrido en Bello. En esa ocasión se trató de la compra de un lote en 2004 al supuesto dueño. Pero las investigaciones arrojaron que el propietario había sido asesinado y su identidad suplantada. El suplantador confesó que el padre del político y otros hombres lo contactaron para hacerse pasar por el difunto y firmar papeles donde decía que les vendió la tierra. Para el momento en que la arquitecta hizo el negocio con Gómez, no se conocía de aquel caso de Bello que terminó con la condena. Por eso confió y aceptó invertir. En el lote que ella había comprado se ve ahora un edificio de apartamentos que construyó otro empresario, sin que aún se conozca qué pasó con el propietario inicial del terreno, que supuestamente le vendió al padre del político.

El joven candidato al Senado dice que el caso se está ventilando ahora con un interés oscuro de sus opositores políticos para opacar su aspiración. Denunció a la arquitecta por injuria y calumnia y, para demostrar su inocencia, exhibe un certificado de la Fiscalía en el cual dice que no lo están investigando.