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Juan Manuel Santos en Pereira. | Foto: SIG

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Santos se desmonta del 23 de marzo como fecha de la firma con las FARC

La expectativa por la firma de la paz entre el Gobierno y las FARC se desinfla. Por primera vez el presidente Juan Manuel Santos deja entrever que el proceso de paz no culminará el miércoles santo, como lo había anunciado.

9 de marzo de 2016

El pasado 23 de septiembre, cuando el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC, ‘Timochenko‘ sellaron con un apretón de manos el histórico acuerdo en materia de justicia transicional, el mandatario se atrevió a fijar un término definitivo al proceso de paz que su gobierno adelanta con la guerrilla desde hace más de tres años. El 23 de marzo fue el día señalado.

Ese día, ante los medios de comunicación de todo el mundo, Santos señaló que “a más tardar en seis meses deben concluir las negociaciones y firmarse el acuerdo final”. El presidente, sin embargo, admitió ese 23 de septiembre que “no va a ser una tarea fácil, porque aún faltan puntos difíciles por acordar”.

Pero esa fue la instrucción que se impartió a las delegaciones del Gobierno y la guerrilla: “terminar el acuerdo lo más pronto posible”.

De inmediato la expectativa creció en el país. Por primera vez las negociaciones con las FARC parecían llegar a feliz término y, sin duda, el anunció ayudó a despejar los temores de los sectores más escépticos. Incluso, en varias entrevistas, Timochenko aseguró que existía la voluntad de firmar el acuerdo antes de la fecha establecida.

Luego, los propios voceros de las FARC alimentaron la posibilidad de que el 23 de marzo no haya una firma definitiva. Ello, a tal punto, que este año, al reinicio de los ciclos de negociación, la guerrilla hablaba de la paz en el 2016, pero no mencionaban la fecha señalada.

Mientras tanto, el presidente Santos mantenía su compromiso. El pasado 19 de febrero lo ratificó. Un día después del impasse de Conejo, La Guajira, donde la guerrilla hizo proselitismo armado con la población civil, mientras adelantaba las jornadas pedagógicas en sus campamentos, Santos pareció enviarle un ultimátum a las FARC.

“Ya se agotó el tiempo para terminar las negociaciones. La fecha del 23 de marzo, acordada entre el Presidente de la República y el comandante de las FARC, está a menos de cinco semanas”, recordó ese día.

El presidente reclamó decisiones frente a los puntos que faltan: mecanismo de refrendación, cese al fuego bilateral, zonas de ubicación, y el mecanismo de elección de los magistrados del tribunal especial de paz.  Aseguró también que para llegar a acuerdos solo se necesitaba voluntad política, y amenazó con que si esos puntos que faltan “no se resuelven antes de fecha acordada, los colombianos entenderemos que las FARC no estaban preparadas para la paz”.

Pese a la advertencia, el impasse de Conejo terminó por afectar el ritmo que mantenía la Mesa de negociaciones de La Habana. Y pese a que las negociaciones se reanudaron hace dos semanas, las noticias que se conocen de la isla no son alentadoras para el propósito de la paz el 23 de marzo.

Tanto, que la semana pasada se conoció una encuesta -de la firma Gallup- en la que el 80 % no creen que el Gobierno y la guerrilla vayan a llegar a un acuerdo antes de la fecha. Hoy se comprobó. Y aunque el presidente mantenía firme la fecha, varios de sus ministros daban las primeras puntadas de que ese día no se firmaría el acuerdo final.

Primero fue el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que aseguró en el Congreso que el plazo se podría extender. El lunes, en España, la canciller María Ángela Holguín, dijo que el 23 de marzo “algo se va a firmar”, pero dejó entrever que no sería el acuerdo final. El martes, el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas, en una intervención ante miembros de las Fuerzas Armadas, admitió que en la Mesa de La Habana “faltan muchas horas de trabajo”.

Este miércoles es la primera vez que el presidente Santos se desmonta de la fecha del 23 de marzo.

En Pereira aseguró que “por cumplir con una fecha no voy a firmar un mal acuerdo” y que “después de tanto esfuerzo, después de tanto tiempo, si no hemos llegado el 23 (de marzo) a un buen acuerdo, yo le digo a la contraparte: pongamos otra fecha, yo no voy a cumplir la fecha con un mal acuerdo. Yo cumplo y firmo lo que para los colombianos sea un buen acuerdo”.

Aunque reiteró que las negociaciones están en su recta final, el presidente Santos ha vuelto a ser esclavo de sus propias palabras. Quizá el pasado 23 de septiembre nadie le estaba reclamando fecha para el proceso de paz, pero su anunció sirvió para acallara a sus críticos. Los mismos que ahora le saldrán a recordar que esta puede ser una promesa incumplida, aunque nadie duda que la firma de la paz cada vez esté más cerca.