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| Foto: Guillermo Torrres

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Judicatura pide investigar a Francisco Uribe Noguera

El abogado podría ser sancionado disciplinariamente por el manejo que hizo del caso de su hermano. Se busca establecer si participó en la alteración de la escena del crimen.

13 de diciembre de 2016

Francisco Uribe Noguera tendrá que dar nuevas explicaciones a la justicia. El abogado, hermano de Rafael Uribe, terminó involucrado en el caso que produjo la muerte de la niña Yuliana Andrea Samboní y que ha conmovido al país. El viernes pasado, fue citado al complejo judicial de Paloquemao para entregarle a la Fiscalía su versión de los hechos. Allí estuvo más de seis horas ante el juez que investiga la muerte de la menor. 

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 “Lamentamos profundamente la muerte de Yuliana. Yo estoy profundamente compungido por lo que pasó”, dijo antes de entrar al edificio. En unas breves palabras a los medios de comunicación pidió perdón por lo que había hecho su hermano.

La Fiscalía no ha determinado aún si vincula al proceso a Francisco. Aunque todavía existen vacíos y preguntas sobre su papel el domingo pasado, el ente acusador está analizando las pruebas que tiene del caso. 

Sin embargo, la situación del abogado puede tener implicaciones en otros frentes. Esta tarde el presidente de la Sala Disciplinaria de la Judicatura, Ovidio Claros, anunció que este organismo abrirá una investigación formal contra Uribe Noguera. 

Aunque él no actúo como abogado de su hermano, esa alta corte quiere abrir un proceso para establecer si él participó en la alteración de la escena del crimen y cuál pudo ser su papel en las irregulares y el encubrimiento en la escena del crimen que la Fiscalía ha denunciado.

Semana.com reconstruyó con los agentes del Gaula el papel que tuvieron los hermanos Uribe el día de la tragedia en un reciente artículo. Según contaron los agentes, el primer contacto que se dio con la familia Uribe fue el domingo en horas de la mañana. Los investigadores habían encontrado en un video del barrio la imagen de la camioneta y por lo tanto sus placas. Esta estaba registrada a nombre de la esposa de Francisco y por esa razón, a ella es a la primera persona que llamaron. 

La joven aseguró que el carro dejó de ser de ella y que por eso le iba a transferir la llamada a su esposo. Francisco dijo desconfiar de que realmente se tratara del Gaula y pidió un tiempo para consultar el asunto. Pasado un rato, un oficial del Gaula nuevamente se comunicó y le pidió que se encontraran en una estación de policía donde Francisco pudiera estar tranquilo. Así fue. La cita se cumplió en el CAI de la calle 72 con séptima.

Allí, hacia las 2 p. m., los investigadores le informaron a Francisco que estaban buscando urgentemente a la menor Yuliana y le hicieron saber que cada minuto era crucial, por lo que necesitaban de su colaboración para ubicar la camioneta que en papeles figuraba a nombre suyo y de su esposa.

Este explicó que el vehículo no estaba bajo su poder por cuenta de un negocio familiar informal hecho años atrás, y cuando el abogado trató de entrar en detalles del asunto, los agentes le insistieron en que lo urgente era dar con el paradero de la niña. Fue entonces cuando Francisco empezó a hacer llamadas para averiguar entre su familia sobre el carro, sin ofrecer una respuesta clara.

Finalmente, al cabo de varias averiguaciones, Francisco les dijo a los agentes quién tenía el carro. “Es que es mi hermano”, dijo. Señaló que su nombre era Rafael Uribe Noguera, pero que nadie en la familia sabía en ese momento dónde estaba.

El Gaula inició entonces, en compañía de Francisco, la búsqueda de Rafael. Fueron al edificio donde este vivía y averiguaron entre familiares y amigos. Chequearon en todos los lugares que la familia les indicó. También insistieron al teléfono de Rafael, sin respuesta. A las 3:05 de la tarde un oficial del Gaula le escribió, vía whatsapp: “Señor Rafael, necesitamos hablar urgente con usted”. El celular aparecía como prendido.

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En paralelo a la búsqueda con la familia, los agentes se movieron por su lado, y a media tarde recibieron información que les indicaba un punto probable de ubicación de Rafael. Acudieron al lugar urgentemente. Para ello se separaron de Francisco, con quien lograron volver a tener comunicación poco antes de las 7 de la noche, cuando este los llamó y les dijo que había aparecido Rafael, pero que estaba mal por lo que lo llevaba a la Clínica Monserrate. Los investigadores acudieron de inmediato al lugar.

Al ingreso de esa clínica psiquiátrica se reencontraron con Francisco. Estaba con parte del personal médico. En ese momento, les dijeron que los galenos estaban atendiendo a Rafael, por lo que no podrían hablar con este.

Francisco Uribe Noguera estaba allí en compañía de un abogado al que consultó antes de decidirse a hablar con el Gaula. Minutos después, Francisco les dijo a los investigadores que su hermano, camino a la clínica, le había confesado que había estado con la niña que estaban buscando y que esta había muerto accidentalmente.

El Gaula preguntó dónde estaba la niña y fue cuando Francisco dio cuenta de una información que no había mencionado antes: habló de un segundo apartamento en donde habían encontrado a su hermano. Dijo no conocer la dirección, pero que sí sabía llegar. Guiados por Francisco, las autoridades partieron a toda velocidad hacia el ese lugar.

Por el camino, pidieron refuerzos a otras unidades y dieron aviso a la Fiscalía, aguardaban la esperanza de encontrar a la niña con signos de vida. En breve llegaron al apartamento 603 del edificio Equus 66. Se trataba de un lujoso espacio de dos niveles deshabitado, sin muebles: apenas vieron unos cigarrillos y una botella de trago. No les tomó mucho tiempo registrar la primera planta sin hallar nada.

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Luego subieron a la terraza donde se destacaba un gran jacuzzi empotrado con puertecillas en los costados para acceder a la tubería interna y motores. Los agentes del Gaula abrieron una de estas puertas y proyectaron un chorro de luz con la linterna del celular, fue cuando vieron a la niña tendida allá dentro, en un espacio al que no podían acceder desde la compuerta.

Los agentes del Gaula tuvieron que quitar los listones de madera más cercanos para poder alcanzar a la menor. Al revisar su pulso confirmaron lo peor. Estaba muerta. No había nada qué hacer. Incluso algunas de sus extremidades ya presentaban rigidez cadavérica, prueba de que su deceso se dio varias horas antes. “¡Qué hizo este man, no puede ser!”, dijo Francisco entre sorprendido y consternado.