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Antonio Navarro en campaña y Carlos Gaviria ante un auditorio de jóvenes se unirán en una sola candidatura, mediante la consulta popular. Con la unión, el Polo dejó de ser ‘independiente’ y se llamó ‘alternativo’

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La batalla por la unidad

Más que el dilema entre Carlos Gaviria y Antonio Navarro, el Polo se juega su futuro el próximo domingo.

4 de marzo de 2006

Aunque parezca una paradoja, los simpatizantes del Polo Democrático Alternativo consideran que Álvaro Uribe ha sido el artífice de la unidad de la izquierda. No se puede desconocer que la existencia de los grupos guerrilleros en el país ha perturbado la participación de los partidos de izquierda en el escenario nacional. Por eso, desde que el Polo apareció en el escenario como la unión de diversos sectores progresistas, se le puso apellido: ‘la izquierda democrática.’

Esquivando las espinas

Pero no hay nada más difícil que poner de acuerdo a la izquierda. Profesar la democracia participativa en el seno de partidos caracterizados por una marcada disciplina ideológica y una actitud militante de muchos años es como tumbar en cada uno, un muro del Berlín.
El proceso ha tenido que superar momentos de tensión que llegaron a poner en tela de juicio la meta de acordar un solo candidato presidencial y una lista unificada al Congreso. Fantasmas y temores llenaban el ambiente de los líderes polistas que se empeñaron en crearle al país dos imágenes de sí mismos. La de los moderados y la de los radicales, encabezados por Gustavo Petro en la oposición férrea al gobierno y por el liderazgo natural del alcalde Lucho Garzón.

Mientras tanto, en el otro lado de la vecindad, Alternativa Democrática, el partido de Carlos Gaviria, Wilson Borja y Jorge Robledo, analizaba las ventajas y las desventajas de entrar en el medio de esa disputa. En Alternativa se percibía que el Polo entregaría las banderas de la izquierda o al Partido Liberal o a alguna figura relacionada con la clase política tradicional.

Pero la unión se logró y en diciembre de 2005, el Polo Democrático ya no fue ‘independiente’, sino ‘alternativo’. Y surgió el mecanismo de consulta popular para elegir entre el hasta entonces candidato del Polo, Antonio Navarro Wolf, y el de Alternativa, Carlos Gaviria Díaz.

La campaña

El fundamento programático del Polo es la Constitución del 91. Carlos Gaviria llegó a las toldas de la izquierda después de brillar en la Corte Constitucional, organismo que fue creado por la nueva carta, y Antonio Navarro fue uno de los presidentes de la asamblea nacional que la redactó.

Navarro ha probado la vida pública como ministro de Salud del gobierno de César Gaviria y en cargos de elección popular como la Alcaldía de Pasto y el Congreso. Su pasado guerrillero, en estos tiempos de la seguridad democrática, no es la carta de presentación más rentable. Sin embargo, Navarro cree que la izquierda democrática tiene la libertad para pisar ‘callos’ que otros partidos no se atreven a pisar para conseguir un cambio verdadero en el sistema. “Eso nos hace distintos de los partidos tradicionales y nos hace necesarios en este momento”.

Navarro cree que los votantes de la consulta serán los simpatizantes del Polo y no gente de otros partidos. Está convencido de que su voto es de opinión, regado por todo el país. No se atreve a sentirse ganador, pero va a la contienda con una base de 214.000 votos que obtuvo en la última elección al Senado.

Carlos Gaviria está estrenando popularidad. A pesar de que lleva años de vida pública, esta ha sido la época más movida que ha tenido. Mantiene un perfil de jurista y académico, aunque dice que se ha sorprendido al conocer la agitación de la política en la plaza pública. Esto lo emociona y al tiempo lo enfurece. Cree que ha confirmado la “ceguera del establecimiento” porque, según él, sus manifestaciones no han sido registradas por los medios de comunicación. “Nos ignoran de manera sistemática, sólo porque represento a la izquierda”.

De ganar, el ’maestro’ recibiría el apoyo de Antonio Navarro y de todo el Polo, como está estipulado en los compromisos de la unión. Sería el candidato único de la izquierda y aunque proviene del sector que se considera más radical, tiene imagen de moderado, académico y filósofo. “Yo profeso una teoría política liberal, con la defensa de los derechos humanos. Considero que estar comprometido con la libertad es un bien muy deseable”.

El cálculo más optimista apunta a que en la consulta del Polo podrían votar un millón de colombianos. Una cifra que marcaría un hito en la historia electoral de la izquierda.