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LA BOLSA DE VOTOS

Los comicios regionales demostraron que a los colombianos les importa la elección de sus líderes locales tanto como la de Presidente.

1 de diciembre de 1997

Para los asesores delas principales campañas presidenciales las elecciones del domingo 26 de octubre marcaron un hito en la historia política del país. Por primera vez en Colombia se empieza a ver un fenómeno que ya es común en la mayoría de los países del mundo: la política local se vuelve más importante, y moviliza más a los electores, que la nacional. Para varios expertos consultados por SEMANA, Colombia era uno de los pocos países del hemisferio que no había ingresado a este nuevo modelo y estaba atrasado en este sentido incluso en comparación con México. Hasta hace muy poco en el país las elecciones regionales jugaban un papel fundamental como plataformas de lanzamiento de los partidos con miras a una elección congresional o presidencial. Los avales se otorgaban a uno u otro candidato en función de su disciplina y compromiso con los objetivos nacionales del partido. Eso parece haber cambiado. Como nunca antes, los candidatos regionales salieron electos con prioridades locales, y sus votantes reaccionaron con una masiva presencia en las urnas de más de 10 millones de votos. Esto parece haberse traducido en una marcada independencia de los elegidos con respecto a los candidatos presidenciales. A diferencia de otras elecciones recientes, las candidaturas cívicas no tuvieron mucho auge. Por el contrario, los que obtuvieron los mejores resultados fueron los llamados 'independientes', que no son nada distinto a miembros de la clase política que se lanzaron por fuera de los partidos, sin aval o sin aceptar las imposiciones de los directorios nacionales. Esto significó más que una renovación en las personas una renovación en la disciplina política del país. Ni siquiera Horacio Serpa y Andrés Pastrana, que en cierta medida se la jugaron apoyando de antemano a algunos candidatos, resultaron muy beneficiados. Algunos de sus candidatos perdieron, mientras que los que ganaron no les deben la elección. Lo más probable es que los apoyos regionales se terminen renegociando a comienzos del próximo año de acuerdo con la dinámica que demuestre la campaña presidencial. En otras palabras, lo que parece haberse conformado es una 'bolsa de votos', en la cual la mejor parte la llevan los elegidos y la peor parte los que están por elegirse. Pero sin duda el ganador indiscutible de las elecciones fue el gobierno. El que la guerrilla se haya comprometido a paralizar los comicios, y el resultado final haya sido la votación más grande de la historia, es un triunfo de la organización electoral que terminó capitalizando el gobierno. A esto se suma el enorme apoyo a la iniciativa del voto por la paz, que además terminó dándole una oportunidad al gobierno Samper de interpretar este fenómeno como una censura de la sociedad civil a la negativa de la guerrilla de sentarse con él a la mesa de negociaciones. Tal vez la principal conclusión de este experimento electoral posterior al 8.000 es que en Colombia el debilitamiento de los partidos no parece traducirse en una disminución de la participación electoral a nivel local. Por el contrario, esta parece aumentar. De continuar esta tendencia Colombia podría hacer su ingreso al próximo siglo dejando al bipartidismo en el baúl de los recuerdos.