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La colina diferente

Ya no es un secreto que Chapinero alto es la zona preferida por los homosexuales para vivir en Bogotá. A su alrededor se ha desarrollado una importante cadena de servicios y diversión que podría convertir la en el primer distrito 'gay' del país.

13 de junio de 2004

El comienzo de Al diablo la maldita primavera, la novela de Alonso Sánchez que mostró el mundo gay en Bogotá, puso en evidencia una realidad que cada vez es más creciente e interesante como proceso de convivencia. El sector de Chapinero alto se está convirtiendo en una especie de embrión de distrito gay de la ciudad. Por ahora es la zona que prefieren los homosexuales para vivir, divertirse o ambas cosas.

En 'Gay Hills', como los homosexuales llaman a Chapinero alto, es común ver a parejas de hombres caminando en la calle cogidos de la mano o verlos hacer su vida en los numerosos bares, cafés o discotecas creados para atender el creciente destape de las tendencias gay de Bogotá.

La llegada de personas o parejas de homosexuales empezó hace unos ocho años, con el boom de la construcción que encontró en esta zona un importante polo de desarrollo por su ubicación: cerca del centro, al norte y vecina a la zona financiera de la calle 72. Las casas comenzaron a caer y en su lugar aparecieron edificios de apartamentos pequeños o apartaestudios, los más indicados para este segmento de la población.

El arquitecto Carlos Niño recuerda que esta era una zona de casas con jardines amplios que se mantuvo prácticamente intacta hasta los años 80. La carrera séptima era una muralla que la protegía del deterioro que hacia el occidente sufría Chapinero, invadida desde hace varias décadas por todo tipo de comercio, universidades, oficinas, bares y locales de rumba y prostitución.

Con la construcción de edificios en los lotes que ocupaban casas amplias y relativamente baratas que pasaban a manos de los hijos al envejecer o morir los padres, se buscó atender a la alta población de estudiantes, matrimonios jóvenes sin hijos y nuevos profesionales. Con el tiempo el creciente número de apartamentos pequeños o apartaestudios llamó la atención de la comunidad gay, ya que "esta es una zona en la que constantemente está llegando gente de otras ciudades para estudiar en las universidades, y entre ellos muchos 'gays", dice Edison Ramírez, propietario del Theatron, uno de los sitios de rumba más importante de la zona.

En la década de los 80, dice el escritor y abogado Sánchez, Cedritos concentraba a una parte importante de la comunidad gay, pero era una zona familiar, de colegios y cada vez más congestionada por el tráfico. Entonces Chapinero alto, un sector tranquilo y de muy bajo perfil a pesar de su belleza arquitectónica, se convirtió en el nuevo polo de atracción.

La primera zona que concentró a la comunidad gay fue el barrio Bosque Calderón, ubicado entre las calles 53 y 57, arriba de la carrera séptima. En los últimos tres años los gays han ido llegando hasta la calle 70.

José Ricardo Hoyos, residente de la zona, reconoce que "en pocas cuadras está todo lo que uno quiere encontrar, apartamentos de buen desarrollo arquitectónico y de diferentes precios, supermercados, gimnasios, cafés, restaurantes y todo los servicios que una persona puede tener. Además de estos servicios la comunidad 'gay' se ha fortalecido porque ha encontrado un espacio tolerante de la ciudad".

En parte esto se da porque en esta zona hay cada vez menos apartamentos o casas diseñadas para una familia con padres e hijos, sino que son espacios pequeños ideales para gente profesional, más sola y liberal, a quienes poco les importa la vida de sus vecinos.

Francisco Torres dice que hace un año tomó la decisión de irse a vivir a Chapinero alto, a pesar de ser un poco caro para él, porque todos sus amigos homosexuales viven allí. "La vida social y la rumba 'gay' está girando alrededor de esta zona".

Mundo 'gay'

De los cerca de 250 sitios de rumba y entretenimiento que hay en Bogotá para homosexuales, Chapinero concentra entre el 40 y el 45 por ciento. Además de bares y discotecas, hay saunas, gimnasios, sitios de videos, residencias y una que otra tienda de ropa.

Como lo puso en evidencia la novela de Sánchez, el corazón de 'Gay Hills' es la calle 63 con carrera séptima y sus alrededores. Una de las personas que trabaja en el gimnasio Bodytech, que ocupa la esquina noroccidental de ese cruce de vías, dice: "Desde que abrimos vienen clientes homosexuales, pero en los últimos años se ha incrementado más esa clientela. En este momento entre el 80 y el 85 por ciento son 'gays'. Hay heterosexuales a los que esto les molesta y nunca vuelven, pero la gran mayoría son tolerantes".

A la zona sigue llegando más gente gay a vivir o a disfrutar de los crecientes establecimientos que están apareciendo en la zona. "Para mí Chapinero es ideal porque todos saben que soy homosexual y así me quieren y me respetan. Aquí hacemos la 'putivuelta', que es darle un recorrido a Chapinero para ir a varios sitios en una sola noche y así conocer más gente", dice Camilo González.

Uno de los sitios más importantes y de moda es el Theatron, una enorme discoteca creada en lo que era una de las salas de cine más tradicionales de Chapinero, el Metro Riviera, sobre la carrera 13 a la altura de la calle 59. "Los eventos, 'shows', la música y las luces hicieron que se convirtiera en un sitio atractivo para otros públicos diferentes al mundo 'gay'. Allí se rompen los paradigmas, la gente se desinhibe, nadie te está mirando o juzgando. El 'gay' necesita mostrarse, ser visto, y el Theatron es un sitio que te da pasarela", dice Edison Ramírez, dueño del establecimiento.

Solo sobre la calle 59, entre las carreras 10 y 13, hay cafés, sitios de Internet, bares y tiendas. Sandra Gutiérrez, de Sexclub, dice que decidieron abrir esta tienda de ropa dedicada sólo a atender a la comunidad gay porque "es claro que Chapinero es el sitio de mayor movimiento de estas personas, además son los mejores compradores".

Todo parece indicar que esta invasión no ha provocado mayores complicaciones a Chapinero. Consuelo Gómez, alcaldesa menor de la localidad, reconoce que en su despacho no hay reclamos ni quejas sobre la creciente comunidad gay, "que como cualquiera otra, tiene derecho a vivir y a que se le respete su diferencia y manera de pensar. La población de esta parte de la ciudad tiene un nivel cultural que le permite entender la diferencia y convivir en la diversidad, eso sí, siempre y cuando respeten las normas de uso del suelo". Frente a la posibilidad de que en un tiempo se desarrolle un distrito gay, como los que hay en ciudades como San Francisco, Nueva York o Madrid, Gómez dice: "Permitir formas de convivencia y agrupación que generan cambios es un signo de civilización. Lo respeto, pero no soy quien para apoyarlo, sino para hacer cumplir la norma, respetar la diferencia y los derechos humanos".

A pesar del enorme crecimiento, algunos creen que aún falta mucho para que un verdadero distrito gay se dé en Bogotá, con tiendas de ropa, comida, restaurantes y bares sólo concebidos y diseñados para este conglomerado social. Además, en un país como Colombia, terminaría convirtiéndose en un gueto.

Por ahora, una parte importante de la tradicional y cachaca Chapinero piensa como José Luis Márquez, a quien le gusta ir a los bares y cafés de esta zona porque "disfruto la libertad de hacer lo que quiera y no tengo que estar pendiente de que me miren. En esta zona de la ciudad nos sentimos libres".