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En su columna, José Obdulio Gaviria recrea una conversación que nunca existió entre el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, y el negociador de las Farc, Mauricio Jaramillo, el Médico.

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La columna de José Obdulio: ¿ahí está y ahí se queda?

La versión del columnista José Obdulio Gaviria sobre una supuesta negociación en Cuba para la liberación de un secuestrado indignó al gobierno y al director del diario 'El Tiempo'. ¿Cuál es la verdad de ese episodio y por qué no fue destituido?

22 de septiembre de 2012

El pasado jueves los lectores de El Tiempo fueron sorprendidos con un artículo poco común. Se trató de un editorial corto titulado 'A propósito de una columna', donde el director Roberto Pombo descalificaba en fuertes términos un artículo firmado por el columnista más controvertido de las páginas de opinión. En palabras de Pombo, el escudero del expresidente Álvaro Uribe, "cruzó… una línea que no debería traspasar ningún periodista".

La molestia del director del diario había surgido por una columna de Gaviria publicada el pasado miércoles en la cual recreaba una supuesta conversación entre Mauricio Jaramillo, el Médico, uno de los negociadores de las Farc con el hoy alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo. En La Habana, dice el escrito, los dos plenipotenciarios habrían sostenido una discusión sobre un secuestro reciente que amenazaba el naciente proceso de paz. Según el escrito, el plagio había sido realizado por las Farc y el gobierno estaba presionando intensamente para que la víctima fuera liberada. En el diálogo entre ambos, que Gaviria reproduce y entrecomilla, el comisionado Jaramillo es dibujado como una contraparte que se deja manipular por el grupo subversivo. A pesar de esta debilidad, la guerrilla finalmente considera que el dinero de un rescate no justifica poner en peligro un proceso de paz que tiene posibilidades de éxito. Por esto, se habría dado la orden desde Cuba a los secuestradores de dejar en libertad al secuestrado.

Lo que despertó la furia de la dirección de El Tiempo es que nada de lo descrito por el columnista sucedió: ni la conversación entrecomillada, ni la negociación, ni la liberación por orden del Secretariado. Así lo aseguraron contundentemente no solo Sergio Jaramillo sino también la familia de la víctima.

La verdad de ese plagio fue que se trató de delincuencia común que efectivamente utilizó el nombre del frente Adán Izquierdo de las Farc en la primera llamada telefónica que se realizó para pedir el dinero del rescate. Pero las autoridades rápidamente establecieron que ese frente no existe y que el modus operandi de los delincuentes era improvisado y poco profesional. La suma que pidieron inicialmente era de alrededor de 1.000 millones de pesos y la familia pagó 500 millones. Antes de eso, el Gaula había ubicado a través de los teléfonos celulares a la banda de secuestradores y el lugar donde se llevó a cabo la retención. Le solicitaron a la familia permiso para hacer un operativo de rescate, pero esta lo negó y prefirió pagar. También se ha establecido que los secuestradores no conocían detalladamente ni la identidad de la víctima ni los vínculos familiares que tenía. Esa fue una de las razones por las cuales la negociación y la liberación fueron bastante rápidas.

La diferencia entre esa realidad y la versión fantasiosa de José Obdulio fue tan grande que este se vio obligado a reconocer en una entrevista a La W que nunca presenció ese diálogo y que lo reprodujo basado en 'fuentes'. En su editorial el diario capitalino afirmó: "El derecho de escribir con libertad conlleva responsabilidades, entre ellas la de partir de eventos verificables a la hora de emitir juicios de valor".

Como la totalidad de lo afirmado en la columna de José Obdulio era falso y desprestigiaba no solo al gobierno sino al proceso de paz, el asunto se volvió un escándalo periodístico y político. El comisionado Sergio Jaramillo afirmó: "El problema no es solo la falta de veracidad, sino también el propósito evidente de distorsionar con información falsa el esfuerzo del gobierno por llevar a buen puerto un proceso de paz con las Farc. Y aquí las cosas son de otro calibre, porque tocan el interés general".

A esto se suma que José Obdulio Gaviria hacía pocas semanas había publicado una columna citando un supuesto libro de correspondencia inédita de Tirofijo, en el cual reproducía apartes bastante cuestionables como la admisión por parte del jefe guerrillero de que el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado había sido realizado por las Farc. A pesar de que esas revelaciones, de ser verdad habrían sido revolucionarias, ni la Justicia, ni los medios de comunicación, ni siquiera la propia familia de Gómez Hurtado le dieron credibilidad. En esa misma columna José Obdulio afirmaba que las cartas inéditas de Manuel Marulanda Vélez dejaban entrever que consideraba a Juan Manuel Santos hace diez años como un aliado. Aunque ese tema y el del secuestro no tienen nada en común, los dos tenían el efecto de poner en tela de juicio la credibilidad del gobierno y de las Farc en el recién iniciado proceso.
Aunque se sabe que José Obdulio, al igual que su jefe el expresidente Uribe, tiene serias reservas sobre los diálogos que se avecinan en Oslo y en La Habana, es difícil creer que toda la ficción publicada son mentiras inventadas por él. Aunque hay sin duda algo de manipulación de su parte, no es de descartar que fuentes de las fuerzas oscuras que se oponen a la paz en Colombia lo utilizan y él les cree. Porque si las novelas que está escribiendo son inventadas por él, sabiendo que son totalmente falsas, o está loco o es perverso y no debería ser columnista del diario más importante del país.

Como esto no está demostrado, Roberto Pombo lo regañó en forma humillante públicamente, pero no lo destituyó. Cuando le preguntaron en La W por qué había sacado del diario a Claudia López y no hacía lo mismo con Gaviria en esta ocasión, aclaró que había retirado a la columnista porque, según él, ella afirmaba que el periódico decía mentiras con propósitos políticos y eso no lo podía permitir la dirección del diario. En esta ocasión, aunque Pombo no le pidió explícitamente la renuncia a José Obdulio, el tono tajante de su editorial sería interpretado en ese sentido por cualquier persona, pero aparentemente no por el polémico columnista.

En todo caso lo que es un hecho es que ningún escrito de José Obdulio será tan esperado como el de esta semana. Si el miércoles entrante aparece su columna se verá en qué términos es la rectificación o qué margen de credibilidad les deja a sus supuestas fuentes. Lo que el editorial de El Tiempo calificó como un inaceptable "ejercicio de ficción" que "no solo irrespetó a sus lectores sino que puso en tela de juicio la credibilidad de las páginas editoriales", acabó teniendo consecuencias que su autor nunca anticipó. La credibilidad que quedó mortalmente herida no fue ni la del gobierno, ni la del proceso de paz, ni la del periódico. Fue la de José Obdulio.