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La Constituyente del Caguán

Luego de definir las reglas de procedimiento los negociadores se preparan para tratar los verdaderos temas de la agenda. ¿O no?

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6 de diciembre de 1999

CUANDO EL ALTO COMISIONADO para la Paz dice que hay que tener paciencia y que 40 años de guerra no se terminarán en una negociación de pocos meses no está mintiendo. La verdad es que el proceso de negociación que empezó hace un año, con el retiro de las Fuerzas Militares de cinco municipios, marcha a un ritmo lento. Muy lento. Prueba de ello se vivió la semana pasada cuando gobierno y guerrilla dieron a conocer sus primeras determinaciones.

Cuando la opinión esperaba que las partes abordaran el primero de los temas lo que aparecieron fueron acuerdos de procedimiento. Y en ellos se hizo evidente que el proceso que se ha iniciado pondrá a prueba la paciencia de los colombianos. Si a ello se le agrega que lo que se ha iniciado ocurrirá bajo las balas la imploración de Víctor G. Ricardo resulta modesta frente a lo que viene.



Lo decidido por las partes establece que los negociadores se reunirán en sesiones de cuatro días (jueves, viernes, sábado y domingo) cada dos semanas y que no dejarán actas ni grabaciones de esas reuniones. Cada parte llevará su propia acta y solamente cuando existan decisiones habrá comunicados de prensa conjuntos.



Por otra parte, los negociadores escucharon las primeras propuestas del llamado Comité Temático --también sobre procedimiento-- y, luego de recomendar algunos cambios, establecieron las reglas de juego para la participación popular en la negociación.



Es así como la única función del Comité, coordinado por el Ministro del Interior y por Iván Ríos, será la de escuchar, a la manera de los funcionarios de gobierno en las mesas preparatorias para la Constituyente en 1991, a quienes sean llamados a audiencia pública sobre el tema que esté sobre la mesa de negociación.



Cabildo en Los Pozos



El mecanismo que utilizarán las Farc y el gobierno en adelante dispone que los negociadores (ver cuadro) acordarán el tema sobre el cual iniciarán diálogos. Luego, ellos mismos impartirán instrucciones a los miembros del Comité Temático para que den inicio a las audiencias públicas con los sectores relevantes para el tema. Los convocados serán trasladados por el gobierno hasta un lugar llamado Los Pozos, a 25 kilómetros de San Vicente del Caguán, dentro de la zona de despeje, y allí serán escuchados por el Comité Temático. Sus planteamientos serán documentados y puestos a disposición de los negociadores.



Pero el procedimiento de hacer de la negociación una especie de asamblea constituyente popular en la zona de despeje no deja de ser arriesgado. Sin duda servirá de instrumento para 'arrastrar los pies' a la hora de llegar a acuerdos. Es decir, sólo hasta que todos los sectores relevantes para el tema en cuestión hayan llevado sus descargos a Los Pozos será posible llegar a un acuerdo, y la lista de posibles invitados a cada tema puede ser interminable. Hasta el momento nadie sabe qué peso tendrán los descargos de quienes visiten la zona por invitación de las partes en conflicto, pero lo cierto es que resulta imposible acordar un mecanismo para evaluarlos y determinar el grado de influencia que deberán tener en los diálogos.



Según el Ministro del Interior, lo que busca este procedimiento es evitar lo que sucedió en Guatemala, donde los acuerdos de paz fueron llevados a plebiscito y sólo una mínima parte de la población salió a votar, con lo cual terminó siendo derrotado el acuerdo de paz en las urnas.



Avanza, pese a todo



Pero a todas estas, y más allá de los acuerdos de procedimiento de los cuales las partes parecen no salir nunca, ¿cómo va el proceso de paz?



Lo primero que es preciso reconocer es que lo que ha sido criticado por algunos sectores como "la ausencia total de estrategia" por parte del gobierno es, en realidad, una estrategia simplísima: evitar que las Farc se levanten de la mesa.



Para cumplir con ese objetivo, que el presidente Andrés Pastrana ha explicado desde su campaña en 1994 afirmando que "hay que saber qué quieren las Farc", el gobierno ha hecho concesiones durante un año sin recibir contraprestación alguna. No es sorprendente por ello que una buena parte de los periodistas de las cadenas de Estados Unidos que han visitado el país durante los últimos días inicien sus entrevistas preguntando si el presidente Pastrana es un ingenuo sin arreglo o un visionario.



Pero la verdad es que, pagando un costo no excesivamente alto, las Farc están en la mesa y la negociación sobre procedimientos empieza a agotarse por sustracción de materia. Con lo cual será necesario iniciar el debate sobre los temas de la agenda, cuya redacción conjunta ha sido hasta el momento el único éxito real y contundente --a pesar de su amplitud-- de la negociación con las Farc.



¿Distensión o preparación

para la guerra?



Un elemento adicional ha contribuido a que la negociación ocurra bajo un clima de opinión relativamente mejor que el de hace unas semanas. Se trata del paso, a un segundo plano, de las acciones militares de las partes en conflicto.



Es cierto que no se ha acordado un cese del fuego y que esto parece hoy imposible a la luz de las declaraciones de las Farc, según las cuales esto sólo ocurrirá cuando se haya surtido la negociación sobre un "80 por ciento de la agenda". No es menos cierto que las Farc han seguido secuestrando ciudadanos de manera indiscriminada, para lo cual han utilizado hasta el aberrante mecanismo de la 'pesca milagrosa'.



Pero la verdad es que no han ocurrido ataques masivos contra poblaciones desde hace semanas. La negociación se ha llevado a cabo no en paz, pero sí ante la ausencia temporal de las masacres. Eso ha permitido que las primeras reuniones de la mesa de negociación y las del Comité Temático hayan ocurrido en un ambiente de relativo optimismo por parte de la opinión.



Es predecible que no será este el caso durante mucho tiempo. Uno de los efectos obvios de negociar bajo el fuego es la necesidad de perseguir ventajas de negociación triunfando en el teatro de hostilidades. Ambas partes saben eso, lo cual ha llevado, por un lado, a que las Farc se dediquen al reentrenamiento de su gente en la zona de despeje y al reaprovisionamiento y, en segundo, a que el gobierno busque mejorar las condiciones del Ejército para la lucha contra la insurgencia mientras ambos hablan de paz.



No es fácil responder la pregunta de los periodistas extranjeros sobre la ingenuidad o la visión del presidente Pastrana. El proceso de paz ha salido del marasmo en el que se encontraba y, si logra dejar de lado alguna vez los asuntos de procedimiento, el inicio de las conversaciones sobre los temas reales de la agenda será refrescante para una opinión cansada de leguleyadas.



Es evidente que la necesidad de aportarle pueblo a las negociaciones traerá consigo nuevas demoras y enormes distracciones, pero el avance del proceso es ya un primer logro del gobierno. Al llegar al primer año del despeje hay algunos --pocos, pero algunos-- que empiezan a dudar sobre su respuesta a la pregunta relativa al Presidente: de pronto resulta que era un visionario.