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LA COPA LLENA

La Coordinadora Guerrillera llega a Caracas sin banderas, más desprestigiada que nunca y con el Gobierno de Gaviria endurecido.

7 de octubre de 1991

HACE POCOS MESES, EL ministro de Gobierno, Humberto de la Calle, dijo, para asombro de los colombianos, que el Gobierno dialogaría con la guerrilla donde y cuando ella quisiera. Esa frase se convirtió desde entonces en el símbolo de lo que muchos consideran un exceso de concesiones del Gobierno a la Coordinadora Guerrillera. Sin embargo, entre ese momento y esta nueva ronda de conversaciones en Caracas, las condiciones han variado sustancialmente.
La escalada terrorista sin precedentes desatada por la subversión tras la primera reunión en Caracas, hizo que, por primera vez, amplios sectores se movilizaran masivamente para protestar contra los sabotajes a la infraestructura económica del país. Desde el 3 de junio, cuando se iniciaron las conversaciones en Venezuela, se han cometido 128 acciones terroristas, 20 emboscadas, 30 asesinatos de civiles, 50 secuestros, 20 atentados contra oleoductos, tres contra gasoductos, tres contra otras instalaciones de la estructura petrolera, 54 voladuras de torres de energía, sin contar con innumerables amenazas a dirigentes políticos que se encuentran en campaña electoral.
En otro frente, y paralelamente con lo anterior, el presidente Gaviria tomó una serie de audaces decisiones como las de nombrar a civiles en el Ministerio de Defensa y en la dirección del DAS. El nombramiento de Rafael Pardo en reemplazo del general Oscar Botero fue interpretado por algunos como otra concesión a la guerrilla, que tradicionalmente había incluido dentro de sus exigencias la de un ministro civil de Defensa.
Dentro de estas nuevas condiciones, la segunda reunión de Caracas se inició en un clima de mucha tensión con declaraciones de parte y parte que indicaban que el camino iba a estar lleno de obstáculos. Una vez más, Francisco Galán, el más beligerante de los delegados, representante del ELN, dijo sin que le temblara el pulso: