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El senador conservador Juan manuel corzo busca devolverle el poder al desprestigiado congreso

POLÍTICA

La cruzada de Corzo

En medio de la tormenta que ha despertado su intento de revivir la inmunidad parlamentaria, mucha agua sucia le está cayendo al presidente del Senado.

6 de agosto de 2011

Juan Manuel Corzo lleva dos semanas como presidente del Senado y durante este tiempo ha dado más de qué hablar que en los doce años que ha ocupado una curul, primero en la Cámara y luego en el Senado. En su discurso de posesión, inspirado en la teoría de la separación de poderes de Montesquieu, hizo una disquisición algo rimbombante sobre el supuesto desequilibrio en el que se encuentra la rama legislativa en este momento. Esa presentación en sociedad daba claros indicios de la cruzada que iba a emprender para restablecer el poder del Parlamento. El problema es que la implementación de esta estrategia tropieza de forma contundente con la indignación de la opinión pública en la actualidad.

Su proyecto de ley para revivir la inmunidad parlamentaria -la fórmula, contemplada en la Constitución de 1886, impedía que los congresistas fueran juzgados, a menos que el propio Congreso les levantara la inmunidad- fue calificado como un modelo de impunidad. Como esa reacción era totalmente previsible, la iniciativa del nuevo presidente del Congreso ha sido interpretada como la de alguien o muy ingenuo o muy vivo. Como el senador parece no tener nada de ingenuo, ha tenido más peso la segunda interpretación. Corzo tiene dos investigaciones -una en la Corte Suprema y otra en la Procuraduría por posibles vínculos con grupos armados ilegales-, por lo cual su audaz propuesta tiene un evidente conflicto de intereses.

El proyecto de inmunidad no es la única iniciativa suya que ha despertado polémica. Presentó otro que busca rebajarles las penas a los condenados por ciertos delitos. Además, restauró en su puesto al director administrativo del Senado -Omar Velásquez-, suspendido por el escándalo de la compra de carros para congresistas e investigado por presuntas irregularidades en otros contratos.

A pesar de la lluvia de críticas que ha recibido, la bancada conservadora defiende su elección. Corzo tiene fama entre los azules de ser un caballero de buenas maneras, conciliador y con cordiales relaciones con los demás congresistas. Lo consideran un buen negociador y es el delegado azul en las pujas para elecciones de mesas directivas. Es cercano al presidente del partido, José Darío Salazar. En 2006, cuando se posesionó como senador, registró en el libro de intereses, donde los congresistas deben anotar si tienen actividades económicas que los puedan inhabilitar, "lectura y no más". Sus amigos y contradictores coinciden en definirlo como austero, religioso, disciplinado y frío.

Su ascenso ha sido milimétricamente calculado. Corzo es un cacique que ha ayudado a elegir a varios políticos en Norte de Santander. Entre ellos a la actual alcaldesa de Cúcuta María Eugenia Riascos, al controvertido exalcalde Ramiro Suárez y al exgobernador Luis Miguel Morelli. Lo han vinculado con el narcotraficante extraditado Jensey Miranda, cuyas empresas tuvieron contratos con la gobernación de Morelli y las dos últimas alcaldías de Cúcuta. Tanto Suárez como Morelli reconocieron que el señor Miranda contribuyó a sus campañas y, según Suárez, lo habría hecho por recomendación de Corzo. SEMANA buscó al senador, pero no pudo hablar con él.

A Corponor, la CAR departamental, le dicen 'Corzonor'. Su hermano, su primo y la esposa de una de sus fórmulas a la Cámara han tenido contratos con esta entidad. Corzo se ha defendido con el argumento de que no es pecado ayudar ni recomendar a personas para ciertos cargos cuando tienen un buen perfil. También se sabe que demandó al Estado por nueve mil millones de pesos porque fue uno de los pasajeros del avión de Avianca secuestrado por el ELN en 1999.

Estos son apenas algunos de los aspectos de la hoja de vida de Juan Manuel Corzo que han salido a flote a raíz de su elección como presidente del Congreso. Quienes lo conocen dicen que no se trasnocha por estas acusaciones. Como lo dijo al final de su discurso de posesión sobre la actividad política: "El hierro, entre más golpes recibe, más se forja".