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A LA DERIVA

A pesar de las tormentas internas, el capitán Barco logró tocar puerto.

14 de mayo de 1990


Mientras en el país la imagen del Presidente Barco sufría uno de sus más duros reveses después del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa, la polemica renuncia del ministro Carlos Lemos y las revelaciones sobre el supuesto narcodialogo, el primer mandatario ya con el sol a la espalda se dio el lujo la semana pasada de ausentarse de Colombia para hablar de tú a tú con varios de los más importantes líderes políticos de Europa. No era la primera vez. Ya en varias ocasiones, y en contra de la opinion nacional que reclamaba su presencia para afrontar situaciones difíciles, Barco había emprendido viaje por otras tierras, dejando atras una verdadera tormenta.
En esta oportunidad así como en otras no fue sino que el Presidente alzara el vuelo para que la tormenta se convirtiera en ciclón. Mientras el mandatario se hallaba camino a Francia, "Los Extraditables" secuestraron en Medellín al senador Federico Estrada Velez y anunciaron en un comunicado que lo ejecutarian y harian estallar un camion-bomba en Bogotá si no aparecian dos compañeros suyos desaparecidos. Pocas horas después, la amenaza de "Los Extraditables" tomo forma y en un lujoso barrio bogotano aparecio un camion cargado con 850 kilos de dinamita que providencial o intencionalmente no estallo. Mientras tanto, en Medellín caian asesinados uno tras otro, una veintena de policias por cada una de cuyas cabezas se dice que el cartel había ofrecido 2 millones de pesos.

Al reinicio de esta escalada terrorista se sumo una ofensiva editorial encabezada por "El Espectador". Sus directores decidieron dejar en blanco el editorial hasta tanto no regresara el Presidente y les ofreciera garantías reales para sus vidas, amenazadas nuevamente por el cartel. El país no sólo estaba pasando por otro momento de crisis, sino que, además, existía la sensación de que de nuevo el barco se hallaba sin timón en medio de aguas tormentosas y con el segundo de a bordo tratando de que no se fuera a pique.


En busca de audiencia
Pero ¿qué estaba haciendo mientras tanto el capitán de la embarcación? A muchos kilómetros de distancia, y en mares desconocidos para los colombianos, el lobo de mar intentaba lanzar un SOS que se oyera más alla de sus propias costas y que le permitiera, con la ayuda de otras fuerzas navales, sacar a flote su propia nave.

La gira por Europa constituia para Barco desde hace tiempo uno de sus más codiciados objetivos internacionales. No sólo por lo que significaba presidir la primera cumbre mundial contra el consumo de drogas, organizada por una nacion industrializada, sino, además, porque en ella el Presidente veia la posibilidad de concretar su política exterior hacia el Viejo Mundo y reforzar los lazos comerciales y económicos con un continente que estara unido en menos de dos años y cuyos ojos miran ahora con mucho entusiasmo hacia sus vecinos del Este.

Desde la cumbre del "Grupo de los Ocho" en Punta del Este en 1987, el Presidente Barco se había propuesto asumir el liderazcgo de America Latina frente a la Europa del 92. Ahora, a escasos cuatro meses de terminar su mandato, por fin se le presentaba la oportunidad de lograrlo y evidentemente el Presidente no estaba dispuesto a desaprovecharla. Es por esto que su primer discurso frente al Parlamento europeo lo dedico a lo que el denomino "El futuro historico comun de America Latina y Europa". De allí, el Presidente salió para la Comunidad Economica Europea en busca de otro de sus objetivos:
lograr un mejor tratamiento para las flores y frutas colombianas en los mercados europeos. Y luego a Londres, donde, del brazo de la primera ministra Margaret Thatcher, y con el secretario general de las Naciones Unidas, Javier Perez de Cuellar, Barco consiguio agrupar a un auditorio de cerca de 500 delegados de 130 países, alrededor de la tesis que Colombia ha venido defendiendo desde tiempo atras: que el narcotráfico es un problema cuya solución requiere, ante todo, atacar el consumo, y que sólo puede ser enfrentado mediante una estrategia global conjunta que sume a las acciones represivas otras medidas como control al lavado de dólares y a la venta libre de armás y químicos.

A pesar de los buenos propósitos del Presidente y de la fuerte imagen internacional que llevaba, como adalid de la lucha contra las drogas Europa no fue un escenario fácil para la gira presidencial. En su primera salida frente al Parlamento europeo.
Barco se encontro con que no todo querian escucharlo. Vestidos con corbatas negras y armados de pancartas funebres en las que aparecian los nombres de varios de los miembros de la Union Patriotica asesinados durante los ultimos cuatro años incluido Bernardo Jaramillo Ossa los miembros de la bancada verde (representantes de grupos ecologistas de varios países) se retirarón del recinto antes de la intervencion del Presidente en señal de protesta por las que calificaron como violaciones a los derechos humanos en Colombia.

La llegada de Barco a París se vio opacada por la de dos personalidades mucho más atractivas para la prensa francesa: Yaser Arafat, lider de la Organización para la Liberación de Palestina, y el ex presidente norteamericano Jimmy Carter, a quienes les dedicarón toda su atención. Su visita a Bélgica no pudo llegar en peor momento. El rey Balduino acababa de apartarse del poder durante 48 horas, para no firmar la ley del aborto, en lo que constituia una de las mayores crisis institucionales en esa nación del Benelux. Solamente en Gran Bretaña Barco consiguio eco para su tesis sobre el control al consumo de drogas. Un editorial del Times de Londres, el más prestigioso diario de orientación conservadora, en el cual no se menciona el nombre de Barco y ni siquiera el de Colombia, defendio la legalizacion, una propuesta hasta ahora desechada por el primer mandatario.

En medio de todo, sin embargo, la gira de Barco tuvo sus logros. El primero de ellos fue, quizas, el de haber conseguido cambiar ante la comunidad internacional la imagen de Colombia. Como le dijo un analista político a SEMANA "pasamos de criminales a victimás. Antes nos odiaban, ahora nos compadecen".

Aún así, es un hecho que el Presidente logro lo que pocos mandatario del Tercer Mundo obtienen en momentos de crisis y menos cuando se avecina el final de su mandato: ser recibido y escuchado en los foros internacionales y, además, aplaudido. Pero no sólo eso. Aprovechando el interés mundial porque Colombia mantenga su posición firme en la lucha contra las drogas, Barco supo sacar tajada de la situación para conseguir, de paso, que los productos colombianos recibieran un mejor tratamiento en la Comunidad Económica Europea, la cual se comprometio entre otras cosas, a ayudar al restablecimiento del Pacto Internacional del Café y a darle al país 120 millones de dólares para proyectos de desarrollo en zonas afectadas por el narcotrafico.

El presidente frances, Francois Mitterrand, también se echo la mana al bolsillo para ofrecer 65 millones de francos ($500 millones) y la Dama de Hierro no se quedo atras al otorgar 4.5 millones de libras ($3.200 millones) para el fortalecimiento de la justicia y la Policía colombianas.

Casualidad o estilo
Entonces ¿por que se critica tanto a Barco si parece tan buen mandatario? En primer lugar, porque no se sabe si por casualidad o por estilo el Presidente suele decir afuera todas aquellas cosas que no se atreve a decir adentro. Eso quedo patente en Estrasburgo, donde afirmo que si Pablo Escobar se entrega "yo le garantizo que unos jueces (colombianos) lo juzgaran con toda la imparcialidad del mundo", y en Londres cuando, refiriendose a las declaraciones del ex ministro Carlos Lemos en las cuales reveló las conversaciones en palacio con los intermediarios para la liberación del hijo de German Montoya, dijo que se debieron a "una vengancita de mala clase". En segundo termino, porque a sabiendas de que hay vendaval a bordo, Barco--nuevamente por casualidad o por estilo suele ausentarse del país en los momentos en que la opinión pública solicita su presencia al comando del timón. Pero, sobre todo, porque la gente tiene la sensacion de que ha sido precisamente esa obsesión del Presidente por mantener una imagen internacional al estilo almirante Nelson, la que ha limitado su capacidad de maniobra al interior del país frente al problema del narcotráfico. Por eso ha querido mantener a toda costa una guerra frente a la cual parece estar rompiendose cada vez más el consenso interno, aunque por fuera siga recibiendo aplausos.