Home

Nación

Artículo

| Foto: JUAN CARLOS SIERRA/SEMANA

MEMORIA

La destrucción creativa del periodismo

En el Foro 'Los medios, su futuro y su relación con el poder', convocado por SEMANA en sus 30 años, 20 influyentes periodistas de Europa, Estados Unidos y América Latina demostraron que el oficio se está reinventado en todo el mundo.

15 de septiembre de 2012

Hace una década, el panorama de los medios de comunicación parecía catastrófico. La revolución digital emergía como una amenaza para el periodismo tal y como se conoció en el siglo XX. Los apocalípticos declararon la defunción inminente del papel. La prensa, coronada como el cuarto poder de las democracias, se veía como un barco naufragando. La crisis que se iniciaba entonces, y que en buena medida perdura, no era más que el espejo de una sociedad estremecida, pues no solamente sacudió los cimientos de los medios, sino de la cultura misma. Sin embargo, antes que morir, el periodismo se está reinventando, muchos medios gozan de buena salud y la explosión de redes de información ya no se mira como un riesgo sino como una oportunidad para innovar y ampliar las audiencias.

En estas pocas se palabras pueden resumirse las reflexiones que dejó el foro ‘Los medios, su futuro y su relación con el poder’, realizado por SEMANA el 13 de septiembre en Bogotá, y patrocinado por Pacific Rubiales, con motivo de sus 30 años. Fue un excepcional encuentro que reunió en Colombia un grupo de editores y directores de medios internacionales, con tanta importancia como el dominical británicoThe Observer, el diario español El País, las revistas Veja de Brasil, Paris Match de Francia, y The Week, del Reino Unido, el portal Propublica y el programa de televisión Frontline, ambos de Estados Unidos, acompañados en el debate por influyentes periodistas y directivos de medios de Colombia. Más que una reflexión sobre el inminente colapso del modelo de negocios que llevó a los periódicos y revistas del mundo al éxito económico, se trató de constatar que no existen fórmulas salvadoras y que cada medio está buscando salidas de manera creativa. “Hay menos miedo al cambio y más realismo”, dijo en su relatoría al final del foro el experto en medios Germán Rey. No obstante, nadie puede asegurar aún que ha llegado a un puerto seguro.

La relación de los periodistas con el poder y la democracia sigue siendo la almendra del debate. Existe relativo acuerdo en que los grandes medios escritos, como ha sido su tradición, actúan como perros guardianes de la democracia, sobre todo en los momentos críticos.

En dictaduras, como la que vivió Brasil en los años sesenta y setenta, medios como Veja publicaba dibujos de diablos en los espacios donde debían ir noticias que habían sido censuradas. Muchos periodistas también se han enfrentado al crimen organizado corriendo riesgos inmensos, como ocurrió en Colombia en los años ochenta y en México actualmente. Y bajo regímenes autoritarios y populistas, como los que se viven actualmente en Ecuador, Venezuela, Nicaragua, y Argentina, por solo mencionar casos de América Latina, ha estado en vilo la libertad de expresión como columna vertebral de la democracia.

En tiempos ordinarios las tensiones se mantienen porque, como lo expresó el director de noticias de RCN Rodrigo Pardo, periodismo y política son dos actividades que funcionan con lógicas completamente diferentes. Los políticos buscan resaltar lo bueno y esconder lo malo, mientras los periodistas hacen lo contrario. Nada incomoda tanto al poder como que los medios construyan su agenda de manera independiente. Que elijan qué es importante y qué no, sin consultar con las conveniencias de los palacios gubernamentales. Y en esa selección suele definirse no solo el carácter del medio sino su público. En palabras del director de El País de España, Javier Moreno, “un medio es lo que publica y también lo que calla”. Moreno fue taxativo: el periodista no puede pensar como político, ni ocupar el papel que a este le corresponde en la democracia.

Y ante la duda que sembró el director del noticiero CM&, Yamid Amat, sobre si conviene callar cuando hay razones de Estado como la paz, el consenso fue que en todo caso, hay que poner la línea de la autorregulación mucho más allá de donde los gobiernos quisieran trazarla. “Ante la duda, periodismo”, dijo Yolanda Ruiz, editora de RCN Radio al llamar a los medios a no olvidar los principios fundamentales del oficio: verificar y publicar solo aquello que se sepa que es verdad.

Pero en la sociedad moderna el poder tiene muchos más centros de gravedad diferentes a la política. Wall Street, las multinacionales y las ONG son ejemplos de este desplazamiento y a esos poderes también tienen los medios el desafío de vigilar.

La quiebra del modelo económico de los grandes medios apunta a su corazón investigativo. Desnudar las verdades que los poderosos quieren ocultar requiere más tiempo y recursos que el periodismo diario, y cuando vienen los recortes estos esfuerzos costosos son los que sufren. Por eso muchos periodistas han buscado soluciones económicas diversas que van desde aceptar el apoyo de fundaciones filantrópicas que financian su trabajo, pasando por la vigorosa prensa universitaria, hasta el cobro por el contenido que hacen algunos grandes medios. Un ejemplo es ProPublica, un medio digital de Estados Unidos que se ha dedicado a investigar historias de gran fuerza moral.
 
Sí hay futuro


El fatalismo que reinaba hace una década se ha convertido en realismo. La consigna para los medios parece ser: ser creativos o morir. Así lo entendió Jeremy O’Grady, que fue cofundador de The Week, un semanario en papel que vende casi 200.000 ejemplares mientras sus competidores se desploman. Para él, la calidad sigue siendo el mástil del que se aferra el periodismo para sortear la tormenta.

Es lo que también sostiene Fidel Cano, director de El Espectador. “Hacer un periodismo ‘light’ y barato sería la muerte de ‘El Espectador’”, dijo, y aseguró como varios de sus colegas que es necesario mantenerse fiel a lo que se es, a la personalidad del medio.
Es innegable que la revolución digital ha multiplicado los lectores y la oferta de información. Así lo señaló Roberto Pombo, director de El Tiempo, quien dijo que en Colombia, por ejemplo, su diario ha duplicado sus audiencias en una década.

Philip Bennet, editor de Frontline, dice que la reinvención del periodismo pasa hoy por dos tendencias: el cruce y análisis de datos y la narración. “Desde 2003 se han creado más bases de datos que durante toda la humanidad”, dice. Por eso en algunos países hoy es posible que cualquier ciudadano sepa desde un teléfono celular si su médico personal recibe comisiones de una farmacéutica. Pero al mismo tiempo se han vigorizado medios que les dan espacios a grandes reportajes literarios en plataformas nuevas como las tabletas.

Internet ha legado también un escenario promiscuo que ha erosionado la calidad. Son nuevas voces que empiezan a ser escuchadas y los debates se vuelven ácidos. Por eso, como dijo Luis Carlos Vélez, director de noticias del Canal Caracol, han prosperado los medios más radicales que abiertamente defienden ideologías de extrema como Fox en Estados Unidos, y se resienten canales más ceñidos a la clásica noción de objetividad como CNN.

A pesar de los riesgos, no obstante internet ha dejado de ser una amenaza para convertirse en una oportunidad. En el caso de The Guardian, John Mulholland, editor de The Observer, señala cómo la cantidad de blogueros, la presentación de datos en tiempo real, el uso de recursos como los gráficos para relacionar datos e imágenes, están marcando un camino hacia un periodismo más abierto y transparente. Ese periodismo abierto interactúa con el ciudadano no como un cliente, sino como parte de la construcción de la historia.

“Esos twiteros del común son nuestra nueva competencia, ya no es la radio la que llega primero, son ellos”, dijo Néstor Morales, director de Blu Radio y eso obliga a los medios a saber trabajar con esas audiencias activas.

Los editores presentes en el foro coincidieron en que el iPad le da un segundo aire al periodismo narrativo, a la escritura de grandes reportajes, a la fotografía, y en últimas, al periodismo como una experiencia también estética. La era digital está creando entonces una alquimia entre verdad y belleza, como nunca antes.

La gran lección que ha dejado esta década de crisis y reinvención, de denuncias y silencios, para los periodistas es que en un mundo en crisis, la humildad es la mejor consejera para un reportero. Especialmente en tiempos en los que se requiere un trabajo interdisciplinario, con otros expertos, y en los que el lector ya no es un receptor pasivo.