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LA FLOR MALDITA

La Policía continúa con sus éxitos en la lucha contra el narcotráfico. Esta vez en el terreno de la erradicación de cultivos. Con la ayuda de fotografìas satelitales las autoridades destruyeron el 50 por ciento de los sembrados de amapola.

16 de octubre de 1995

LA AMAPOLA, FUENTE DEL opio y la heroína, irrumpió en Colombia a comienzos de los 90. Para aquella época las autoridades antinarcóticos descubrieron grandes extensiones de tierras cultivadas con la amapola, a la que bautizaron la flor maldita.
La aparición de estos cultivos cogió a las autoridades por sorpresa. Colombia había sido fuerte en la producción de marihuana en los años 70. Desde comienzos de los 80 la cocaína invadió los mercados internacionales y el comercio de la heroína había estado dominado casi exclusivamente por los orientales. Birmania, Laos y Afganistán, el famoso triángulo de oro, eran los amos y señores de ese narcótico. De acuerdo con estadísticas mundiales, los cultivos existentes en esos tres países alcanzan las 200.000 hectáreas.
Si bien en 1991 la Policía Antinarcóticos no manejaba cifras confiables sobre la extensión de la flor maldita en nuestro territorio, se creía en ese momento que los cultivos alcanzaban las 2.000 hectáreas. En ese entonces el director de Antinarcóticos, general Rosso José Serrano, lanzó una voz de alarma. "Dios nos proteja si los narcotraficantes colombianos ingresan al mercado de la heroína. La estructura del narcotráfico está a las puertas de uno de los negocios más lucrativos en el mundo de la droga". Las cifras así lo demostraban. Mil hectáreas sembradas en amapola producen 7.000 kilos de opio, de los cuales se extraen 700 kilos de heroína. Un kilo de heroína en los mercados norteamericanos tiene un valor aproximado de 180.000 dólares mientras que un kilo de coca apenas llega a los 25.000 dólares.
Con un negocio de estas dimensiones, los cultivos de amapola se multiplicaron por todo el país. El año pasado había 20.000 hectáreas sembradas y de paso ubicó a Colombia como el cuarto país en el negocio de la heroína. Estas siembras han ocasionado un grave daño ecológico, que en muchas regiones del país es prácticamente irreparable. La flor maldita arrasó con los páramos y los bosques que promedian los 2.000 metros de altura, generó un nuevo cartel en la organización del narcotráfico y permitió el montaje de un negocio que hoy todavía las autoridades no han podido descubrir quién lo maneja.
Frente a esta delicada situación, la Policía Antinarcóticos diseñó un programa de erradicación de cultivos que se inició a principios de año bajo el mando del coronel Leonardo Gallego, un experimentado oficial. La semana pasada Gallego entregó un parte de victoria en la lucha contra el narcotráfico. De acuerdo con las estadísticas que maneja Antinarcóticos, en Colombia han sido erradicadas 7.500 hectáreas de las 15.000 que existen sembradas con amapola, es decir, la Policía cumplió la meta del 50 por ciento. "Esta no es la única buena noticia que le damos al país, también quiero decirles que logramos bajar la producción de heroína de 12 toneladas mensuales a 6,5 toneladas", señaló Gallego.
Para lograr este éxito son muchos los obstáculos que ha tenido que superar la Policía. En su trabajo muchos pilotos han muerto, la mayoría de las aeronaves que se utilizan para la fumigación han sido abaleadas y varias de ellas han caído a tierra y un buen número de agentes perdieron su vida en cumplimiento de su labor. La mayor parte del trabajo se ha cumplido en los departamentos de Huila y Cauca. Allí la Policía Antinarcóticos ha encontrado una fuerte resistencia por parte de la guerrilla, que tiene el control de los cultivos. "La subversión se alió con los narcotraficantes y cada vez que realizamos una operación de fumigación atacan a nuestros hombres. Pero hemos aprendido a combatirlos y estamos ganando la batalla", agregó el director de Antinarcóticos, coronel Leonardo Gallego.
Las 7.000 hectáreas de amapola que faltan por erradicar están sembradas en la Sierra Nevada de Santa Marta, Serranía de los Motilones y el Catatumbo, donde se concentrarán en los próximos días los trabajos. Para lograr la erradicación de las 7.500 hectáreas se necesitó la participación de 200 hombres, 21 comandos de jungla, 32 comandos de rescate y 10 helicópteros artillados. Todo el trabajo fue apoyado con fotografías satelitales, lo cual permitió la ubicación exacta de los cultivos.
El trabajo desarrollado por la Policía Antinarcóticos ha tenido reconocimiento mundial. Ahora la meta es acabar con los cultivos de hoja de coca. Será un trabajo duro y difícil pero no imposible, y así como lograron desmantelar a los carteles de la droga, también lo harán con las siembras.