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LA HORA DEL REGRESO

Llegada de Alvaro Gómez al país coincide con su primer triunfo sobre Barco en las encuestas

1 de abril de 1985

Las caras eran las mismas de siempre, pero algo había cambiado en sus expresiones. Allá estaban Alberto Casas, Hugo Escobar, Raimundo Emiliani, Gabriel Melo, Alberto Dangond, etc., encabezando una manifestación de mas de 10.000 personas en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla. Pero esta vez, los fieles que aguardaban a Alvaro Gómez a la llegada del jet charter que lo trajo directamente de Miami a Barranquilla, respiraban un ambiente de victoria. El viejo laureanismo, que había vivido su hora de derrota en un aeropuerto, cuando en una tarde lluviosa de junio de 1953, Vicente Casas acompañará a Laureano Gómez a abordar el avión que lo llevaría al destierro político después del golpe militar, estaba saboreando 32 años después, en otro aeropuerto, la antesala de lo que para sus herederos podría llegar a convertirse en su hora de triunfo. Una gran rumba cumbanchera aguardaba al candidato frente a la plataforma del terminal aéreo. Varias docenas de personas lograron colarse hasta la sala de espera y se avalanzaron sobre Gómez Hurtado, mientras un grupo de sardinas, con atuendo de animadoras de partido de basket-ball gringo coreaba, con la melodía del comercial de shampú Glemo, estrofas como la siguiente: "Alvaro Presidente, a la hora de elegir, cumple lo que dice y sabe dirigir".
De guayabera blanca, con unos kilos más, revelando menos de sus 65 años de edad y conservando intacto el "look" de Humphrey Bogart, Alvaro Gómez regresaba al país luego de dos años de ausencia. Entre quienes fueron hasta Miami para acompañarlo en su regreso figuraban Los Tolimenses, la Negra Grande de Colombia y Pepe Cáceres, quienes se encargaron de impedir que Gómez hablara de política durante el transcurso del vuelo. Sin embargo, el precandidato se las arregló para conversar diez minutos de otros temas con cada uno de los pasajeros del avión, mientras Emeterio con sus chistes especialmente preparados para la ocasión y la Negra Grande con sus canciones, se disputaban la atención de los demás.
La tranquilidad del paseo terminó al aterrizar el avión. A empujones el candidato llegó a la sala de espera y posteriormente a una tarima montada especialmente para el evento. Esta, diseñada para una docena de personas, tuvo que soportar a unas setenta.
Ahí Gomez, incómodo y algo ofuscado por el tumulto, improvisó un discurso. Habló de sus anhelos impostergables, de que "el enemigo es la pobreza", de que "el país no está dispuesto a perder las esperanzas" y de que "crear empleo es el objetivo".
Nada muy espectacular y tal vez un poco por debajo de la ocasión, ya que los observadores políticos esperaban un orador más concreto y contundente. Pero todo esto poco importaba en medio de la algarabía y el entusiasmo que reinaron en el aeropuerto.
TAMBIEN LAS ENCUESTAS
El entusiasmo obedecía no sólo a las legiones azules que Roberto Gerlein y Abel Francisco Carbonell habian logrado movilizar. Más diciente aún para los organizadores de la campaña era el hecho de que pocos días antes habian conocido el resultado de la última encuesta en la cual, por primera vez en la historia de los sondeos de opinión en Colombia, Gómez le ganaba a Virgilio Barco de ser éste el candidato único del Partido Liberal. Anteriormente le había ganado en estas mismas encuestas a Augusto Espinosa, Alvaro Uribe Rueda y Otto Morales. Pero nunca a Barco, a quien los alvaristas consideran su contendor. La encuesta, realizada por la firma Consumer de Oscal Lombana entre las personas que manifestaron su decision de votar, revelaba los siguientes datos: si Gómez, Barco y Galán fueran candidatos el resultado sería Gómez 35%, Barco 30% y Galán 28%. Si Galán no es candidato, el 40% de sus seguidores votarian por Barco, el 25% por Gómez y el restante 35% se abstendría.
Esto produciría una final entre Barco y Gómez asi: Gómez 42%, Virgilio Barco 41.2%. Estadísticamente, el resultado es un empate ya que las encuestas tienen un margen de error del 2%. Pero para los alvaristas, cuyo candidato estaba perdiendo casi 2 al frente a Barco hace escasos 18 meses, la primera victoria en encuestas frente a Barco, aun cuando simbólica, tenía un valor psicológico enorme. Obviamente en los 14 meses que faltan para las presidenciales, la opinión pública se puede mover para cualquier lado. Pero lo que es innegable es que las tendencias se inclinan del lado de Gómez en este momento en que la pelea comienza.
"La campaña no esá ganada, pero es ganable" es la frase que utiliza Alberto Casas Santamaria, el Bernardo Ramirez de Alvaro Gómez, para describir la situación. "Nunca antes se habían presentado condiciones reales para un triunfo de Gómez", agrega. ¿Qué tan objetivo es este triunfalismo? Al respecto, las encuestas arrojan elementos curiosos. Por ojemplo, un sector considerable de las personas que no van a votar por él creen que de cualquier modo va a ser el próximo Presidente. La idea general es que "le toca el turno", bien porque "lo estuvieron preparando para eso en Washington" o porque "es el que sigue en la fila india".
Además de esta percepción generalizada en amplios sectores de que Gómez va a ganar, la segunda gran conclusión de las encuestas es el convencimiento general de que Gómez está preparado para gobernar y "le cabe el país en la cabeza".
Un dato no menos inesperado en esta ultima encuesta es un sorprendente repunte de Galán. El jefe del Nuevo Liberalismo siempre habia salido bien librado en los sondeos de opinión llevados a cabo en las cuatro grandes ciudades, pero mucho menos bien cuando el sondeo era nacional.
El 28% obtenido por Galán frente al 30% de Barco representa un ascenso vertiginoso del senador, en una encuesta realizada en 54 puntos del país que conforman un mosaico del electorado nacional. Más desconcertante resulta que la misma encuesta revela que si Barco no es candidato, Galán si le ganaría a Alvaro Gómez, aunqut por un mínimo margen.
Según Carlos Holguin Sardi, director administrativo de la campaña conservadora, la estrategia alvarista está bien definida: "Mientras Barco se ha visto obligado a comenzar por la conquista de 105 votos de su propio partido, Alvaro Gómez tiene prácticamente asegurados los del suyo, de manera que lo que tenemos que hacer ahora es conquistar esa franja de votos no cautivos de la que esperamos obtener alrededor de un millón doscientos mil votos". A esto esperan sumarle, según palabras del propio candidato, un caudal cercano al 30% de los votos liberales. Esta última afirmación ha sido objeto de gran controversia y escepticismo, pues si bien Gómez parece contar ya con una proporción semejante dentro de la clase alta liberal, ésta es estadísticamente insignificante y resulta difícil imaginar que logre penetrar en proporciones parecidas la gran masa liberal.
Por otro lado, aunque mucho liberal está coqueteando con él en la actualidad, los liberales, como la mayoría de los maridos, en el momento de las definiciones, terminan volviendo al hogar.
LA PLATAFORMA
Los asesores de Alvaro Gómez consideran que el producto que tienen que vender es más la percepción de Gómez como un hombre de carácter con ideas definidas y talla de estadista, que un programa de gobierno. De ahi que hasta ahora se pueda decir que la plataforma alvarista es Alvaro Gómez. En esto le lleva una enorme ventaja a Virgilio Barco a quien si le cobran la vaguedad en sus posiciones.
De todo lo que Gómez ha dicho hasta la fecha se pueden deducir dos elementos importantes. El primero es su apoyo al proceso de paz. Obviamente ningún candidato en su sano juicio se puede oponer a la paz, pues eso significaria un suicidio político. Pero este apoyo bien podría ser formal, dando a entender entre lineas que están abiertas las puertas para el desmonte de lo que hasta ahora se llama proceso de paz. Gómez sin embargo ha sido más categórico de lo necesario y sin recurrir a un lenguaje ambiguo parece estar aceptando que lo iniciado por Belisario Betancur es mejor consolidarlo que desmontarlo. Esta apreciación cobra más peso si se considera que se da por descontado que Gómez está lejos de militar en La escuela betancurista y que su distancia de ésta es el origen de una parte no despreciable de su popularidad hoy El otro punto que llamó la atención su regreso es su opinión de que no debe insistirse en que los guerrilleros entreguen las armas, por cuanto no existe inventario sobre ellas y por consiguiente no se sabe ni cuántas ni cuáles son. Este planteamiento de típico corte alvarista es hasta ahora el más audaz que ha hecho. Aún cuando puede tener toda la razón, lo cierto es que es el primer representante del sistema en decirlo. Parece combinar el realismo con la originalidad y con la independencia del gobierno, ya que deja en el aire la posición oficiai según la cual la continuación del proceso de paz depende de que este punto se resuelva. Se ha llegado incluso a condicionar la autorización para que estos grupos participen en las elecciones a que las armas sean entregadas. Queda por verse qué va a suceder ahora que el candidato del partido de gobierno se opone a lo que el Presidente, a través de su ministro de Gobierno Jaime Castro, acaba de colocar en la categoría de prioridad 1A. Y queda también por verse cuántos puntos sustanciales, como el de la entrega de armas, separan al candidato del gobierno.
En este momento, Gómez goza de una ventaja única. Es simultáneamente el candidato del gobierno y el candidato de la oposición. Es probable que nunca nadie en la historia de Colombia haya tenido una posición política tan cómoda. De la c apacidad que tenga para mantener esta dualidad en favor suyo dependerán sus posibilidades de triunfo.

LA PELEA LIBERAL
El ambiente de triunfo que reinaba entre los conservadores la semana pasada por el regreso de Gómez Hurtado al país contrastaba sensiblemente con el que podía apreciarse en el campo liberal. Después del banquete de convergencia, celebrado el jueves 21, se presentó, por primera vez, un abierto enfrentamiento entre el ex alcalde Virgilio Barco y el senador Luis Carlos Galán. El líder del nuevo Liberalismo había enviado una carta a una de las entidades organizadoras del banquete (la Sociedad Económica de Amigos del Pais) y a su presidente, el ex mandatario Carlos Lleras Restrepo, que, al no estar dirigida ni a los demás organizadores ni a los demás ex presidentes, fue mal recibida por los asistentes y su lectura saboteada por buena parte de ellos. El ex presidente Julio César Turbay intentó calmar a quienes protestaban y les pidió que permitieran la lectura del documento, pero esta actitud no pareció ser compartida por Barco quien no mostró mayor entusiasmo en defender la lectura de la carta, lo cual al parecer irritó a Galán, quien al día siguiente, en declaraciones a la cadena RCN, dijo que Turbay "es más consciente que Barco de lo que signifca el libre examen en el Partido Liberal" y al referirse al ex alcalde anotó que "falló en un principio liberal elemental que es el del libre examen y el de la libertad de pensamiento y expresión".
Barco no acusó el golpe ni respondió al senador, pero el incidente resultó desalentador para quienes consideraban que la unión liberal dependía de un acuerdo entre Barco y Galán después de las elecciones parlamentarias.
Como si esto fuera, poco, cuatro días después el bota fuego contra Barco vino no ya del Nuevo Liberalismo, sino del seno del propio oficialismo.
En efecto, su principal contendiente en este último campo, el ex embajador Augusto Espinosa Valderrama, expidió el miércoles un comunicado y ofreció una rueda de prensa con un lenguaje no menos fuerte que el de Galán. Espinosa acusó a Barco de instigar o cuando menos tolerar que se montara "una protuberante y descarada operación clientelista" para buscar adeptos a la precandidatura del ex alcalde. Concretamente, Espinosa se referia a denuncias según las cuales desde la Contraloría General de la Nación se estaria amenazando con destituirle su cuota burocrática en esa entidad a los parlamentarios que no adhirieran a Barco. Lo más grave de la acusación de Espinosa es que sostenía que esas prácticas se estaban llevando a cabo con el visto bueno del ex alcalde. Su denuncia estuvo apoyada durante la rueda de prensa por testimonios directos de funcionarios que aseguraban haber sido víctimas de las maniobras denunciadas. Inmediatamente se produjeron respuestas, tanto del Contralor como del vocero de la campaña barquista, Leopoldo Villar Borda, pero independientemente de la validez de la acusación, el daño estaba hecho. Y más grave aún, Espinosa amenazó con no asistir a la Convención si las cosas seguían como iban, tildando de "encerrona" lo que según él se estaba montando alrededor de la candidatura liberal. Con Espinosa y Galán en actitud beligerante y diciendo que no descartan la posibilidad de seguir hasta el final, el panorama para el liberalismo no podía ser más melancólico en la semana durante la cual, como Alvaro Gómez había dicho en entrevista a El Tiempo, los vientos soplaban a su favor.