Home

Nación

Artículo

Años fue basada en las respuestas colectivas a pensar en algo más que la droga y la seguridad”

entrevista

“La justificación de Chiquita no es aceptable”

El nuevo embajador de Estados Unidos, William Brownfield, reconoce que las relaciones con Colombia están cambiando, no descarta un acuerdo sobre 'Sonia' y 'Simón Trinidad' y dice que hay pequeñas diferencias sobre la extradición de algunos paramilitares.

29 de septiembre de 2007

William Brownfield pasó del infierno al cielo. En enero, era el enemigo número uno del presidente Hugo Chávez en su condición de representante diplomático de George Bush en Caracas. Cualquier declaración o actuación suya generaba una reacción masiva y negativa del gobierno. Hace un mes, asumió como el embajador de Estados Unidos en Colombia, principal aliado de Estados Unidos y uno de los pocos lugares en América Latina donde el presidente de turno, Álvaro Uribe, se vanagloria de su amistad con Bush. SEMANA habló con él sobre los últimos acontecimientos:?

SEMANA: ¿Cómo ve la mediación del presidente Hugo Chávez en el acuerdo humanitario?
WILLIAM BROWNFIELD: Vemos con buenos ojos el esfuerzo de cualquier persona en el mundo que contribuya a la liberación de los tres secuestrados norteamericanos, además, por supuesto, de los otros secuestrados. En este momento tenemos una nueva línea en este drama y ojalá produzca resultados. Pero son los señores de las Farc quienes van a decidir y no debemos olvidar que son ellos los responsables del secuestro y quienes deben resolverlo.

SEMANA:¿Cómo ve las posibilidades de que 'Sonia' y 'Simón Trinidad' sean canjeables? W.B.: Doña 'Sonia' y don 'Simón' están en un proceso legal en Estados Unidos que es totalmente independiente de los otros órganos del gobierno. Nuestro sistema legal tiene posibilidades y ciertas opciones. Pero su pregunta es especulativa e hipotética. Las Farc tienen que ofrecer algo concreto para que haya una conversación concreta.

SEMANA: ¿Entonces no descarta el canje?
W.B.: Para tener una conversación hay que tener personas identificadas, un canal y cuáles son las cosas concretas que van a conversar. Especular sobre lo que podría decir una persona no identificada sobre una posibilidad hipotética es algo para un drama de televisión, pero no para una situación real.

SEMANA: ¿Las dificultades en la aprobación en el TLC y los cambios en el Plan Colombia son señales de un cambio en la política estadounidense hacia Colombia?
W.B.: Estamos en un punto de transición en la relación bilateral. Espero que sea positiva. Los últimos ocho años de colaboración entre los países tenía como punto de enfoque la crisis. Cuando uno examina la relación bilateral en los últimos años fue basada en las respuestas colectivas a esas crisis. Hoy los dos gobiernos pueden ver más allá y comenzar a pensar en una relación poscrisis, en que se puede pensar en algo más que la droga, la seguridad, la criminalidad o la crisis económica. Sin duda alguna vamos a hablar en la relación de seguridad. Pero en el futuro podemos también hablar de turismo, desarrollo económico, soluciones a situaciones humanitarias, colaboración en instituciones multilaterales, de colaboración en la región, de energía o comercio. La relación está cambiando y los momentos de cambio siempre producen inquietudes, porque nadie está completamente cómodo.

SEMANA: Si ese es el futuro, ¿cómo explica los problemas que ha generado el TLC?
W.B.: El TLC es el tema económico que tiene más resonancia y receptividad en la relación bilateral. Creo que hay dos cosas que son fundamentales: cuando los gobiernos firmaron el TLC no lo hicieron como un acto de caridad, no lo hicieron como un regalo, sino porque concluyeron que este acuerdo estaba en su interés nacional. Segundo, el gobierno de Estados Unidos ha reiterado que está dedicado y decidido a ratificar el TLC con Colombia tan pronto sea posible.

SEMANA: ¿Los derechos humanos y la violencia con líderes sindicales impedirán la aprobación del TLC?
W.B.: Espero que no, porque creo que tanto el Ejecutivo y el Legislativo en Estados Unidos, como el gobierno colombiano, tienen el mismo objetivo y deseo: construir una sociedad, un ambiente en que todo el mundo goce de la protección de sus derechos fundamentales. Ya llevo 27 días acá y he visitado también Cartagena y Medellín, y durante los 27 días no he encontrado ninguna razón que diga que debemos violar los derechos humanos o que nos oponemos a proteger los derechos humanos en Colombia. Todo el mundo tiene el mismo deseo y objetivo.

SEMANA: ¿Pero en derechos humanos no hay una doble moral? ¿Cómo se explica que Chiquita Brands sólo tendrá que pagar un multa por colaborar con grupos paramilitares?
W.B.: Estados Unidos tiene su sistema legal. Colombia tiene su sistema legal, en muchos sentidos somos parecidos, en otros, somos distintos. La posición de Chiquita es que los pagos que hicieron fue por protección, para que no fueran atacados durante su tiempo de presencia en Colombia. Los 25 millones son una multa pagada por la empresa al gobierno de Estados Unidos como multa criminal. Podemos decir que en los próximos 590 millones de dólares dedicados a Colombia en el año que viene, podemos decir que 25 millones es como parte de recompensa por lo que hizo Chiquita. Para mí esa es una decisión artificial. En los últimos años hemos visto el movimiento de 5.000 millones de dólares de Estados Unidos a Colombia, por buenas razones, por el interés nacional de varios países. Por el reconocimiento a Colombia por su esfuerzo y sacrificio, en un momento en que ningún otro país en el mundo apoyaba a Colombia. Lamentaría que esta cuestión se convirtiera en un problema bilateral.

SEMANA: ¿La excusa de Chiquita le parece razonable?
W.B.: No es una justificación aceptable.

SEMANA: ¿Mantiene el apoyo al proceso de negociación con las autodefensas?
W.B.: Por supuesto aceptamos que el Estado ha decidido, con sus tres órganos, la manera como va a proceder con las AUC. Mi gobierno apoya ese proceso.

SEMANA: ¿Inclusive la no extradición de algunos de los jefes paramilitares o narcotraficantes que acepten las decisiones de la Ley de Justicia y Paz?
W.B.: Hablaba del proceso total. En temas concretos los dos gobiernos pueden tener puntos en que no coincidan. No vamos a coincidir ciento por ciento. Mi responsabilidad como embajador, igual que la de mi colega (Carolina Barco, embajadora de Colombia) en Washington, es tratar de resolver esos casos en los que no tenemos coincidencias y si eso resulta imposible, tratar de minimizar sus efectos para la relación bilateral.

SEMANA: ¿Cuándo esperan la extradición del jefe paramilitar 'Macaco'?
W.B.: Es un proceso que continúa. Tenemos la obligación de presentar formalmente un paquete de evidencias que sean suficientes para que Colombia justifique una decisión de extradición. Pero el gobierno colombiano tiene una labor más difícil porque además de determinar que las evidencias presentadas son suficientes, también tiene que decidir si en este momento la extradición y la evidencia presentadas están dentro de la zona protegida de la Ley de Justicia y Paz o si está fuera. Es ahí donde de vez en cuando no vamos a coincidir. Lo que no se puede olvidar es que los dos gobiernos tenemos el mismo objetivo: sacar los criminales, los delincuentes y los traficantes de las calles, y ponerlos donde deben estar.

SEMANA: Cada vez hay más criminales colombianos que prefieren negociar con la justicia de Estados Unidos, ¿hay más flexibilidad allá?
W.B.: No estoy seguro de la cifra, no sé si hay una tendencia pronunciada o solamente de algunos casos específicos, pero le digo que esta es una buena noticia para Colombia y Estados Unidos. Los criminales aceptan que la probabilidad de su libertad total es tan mínima, que ya no vale la pena resistir el concepto de extradición, sino buscar el mejor resultado que sea posible. El deseo nuestro no es minimizar el castigo a los delincuentes, sino lo contrario: maximizarlo.

SEMANA: Con la captura de 'Don Diego' sólo falta William Varela. Dicen que está en Venezuela. ¿Qué sabe usted de eso?
W.B.: La cifra de los últimos dos años sugiere que la ruta preferida de los narcotraficantes, para mover sus productos al mercado en Europa o en América del Norte ya, es por la república vecina. No estoy hablando del gobierno, sino de los narcotraficantes. Pero si es así, si esas cifras son correctas, es lógico que habría la presencia de personas involucradas en el tráfico. El narcotraficante no es ningún idiota. Es un empresario y si en un sitio hay menos colaboración, por cualquier razón, él va a aprovecharse de esa zona por razones económicas. Ojalá haya notado que no he nombrado ningún país y ninguna persona.