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LA LEY DEL MONTE

Para evadir una orden de captura de la Corte Suprema, Carlos Alonso Lucio busca regresar a la guerrilla.

4 de enero de 1999

La última vez que sus colegas en el Senado vieron a Carlos Alonso Lucio fue la tarde del miércoles 28 de septiembre. A esa hora se adelantaba un candente debate sobre la reforma política cuando siete hombres ingresaron al recinto y se dirigieron a la curul de Lucio. La mayoría de los senadores pensaron que eran agentesde la Fiscalía que habían llegado a detenerlo por una posible orden de captura en su contra.
Aunque el senador abandonó la plenaria en compañía de los siete hombres su rumbo no fue la Fiscalía sino la cárcel de La Picota, localizada al sur de Bogotá. Allí, en uno de los patios de máxima seguridad, los presos adelantaban un foro sobre la paz. En la mesa principal estaban dispuestas tres sillas y en una de ellas tomó asiento Lucio. Las otras dos iban a ser ocupadas por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, quienes le habían hecho saber a los organizadores del foro que tenían una serie de ideas para contribuir al debate sobre la paz que se llevaba a cabo. Sin embargo las directivas del centro penitenciario no autorizaron la salida de los Rodríguez, pues les pareció muy extraña la coincidencia que a esa hora, cuando fue solicitado el permiso, Carlos Alonso Lucio se encontrara en el mismo lugar.
Desde entonces nadie volvió a saber nada del paradero de Lucio. Abandonó su curul, en su oficina no respondía el teléfono y tampoco se le volvió a ver en los cocteles. Al polémico congresista parecía que la tierra se lo hubiese tragado. Sin embargo la verdad era otra bien distinta. Después de su frustrada visita a La Picota y ante los problemas jurídicos que se le venían encima por las investigaciones que en ese momento adelantaba la Corte Suprema de Justicia, el ex guerrillero decidió poner pies en polvorosa y de nuevo regresar a la clandestinidad. Igual como ocurrió en aquellos tiempos de juventud cuando hacía parte del M-19.
¿A qué le temía Lucio? A la cárcel. Y las puertas de la misma no estaban lejos. Una orden de captura estaba a punto de ser expedida por la Corte Suprema de Justicia que en ese momento lo investigaba por los delitos de estafa y falsa denuncia. El senador sentía pasos de animal grande, pues el alto tribunal ya había expedido por esos delitos una medida de aseguramiento que le impedía salir del país. Pero sus líos con la justicia no paraban ahí. El 28 de julio pasado había sido llamado por la Corte a rendir indagatoria en la investigación que se adelantaba contra los 109 congresistas que en 1996 habían absuelto al entonces presidente Ernesto Samper Pizano. Ese día Lucio se declaró en rebeldía contra sus investigadores y renunció a su derecho de defensa negándose rotundamente a contestar las preguntas que le hacía el magistrado que lo indagó.
Pero su silencio lo rompió una vez salió de la diligencia judicial y se fue lanza en ristre contra la Corte, a la que acusó de prevaricato, aduciendo que el artículo 185 de la Constitución Nacional consagra la inviolabilidad de los congresistas por sus opiniones y votos. Con ese argumento Lucio denunció a los magistrados de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia ante la comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes.

Rumbo a La Habana
Casi dos meses y medio después de su frustrada visita a los Rodríguez Orejuela en La Picota, Carlos Alonso Lucio volvió a ser noticia. La propia Corte Suprema de Justicia denunció que a pesar de que sobre el senador recaía una medida de aseguramiento había abandonado el país sin autorización alguna de esa alta corporación. En efecto, y de acuerdo con informes suministrados por las embajadas de Colombia en Ecuador y Cuba, Lució salió del país el 7 de octubre. Primero se dirigió a Quito, donde abordó el vuelo 526 de la aerolínea Tame con destino a Guayaquil. Allí abordó un nuevo vuelo _el 504_ de la misma empresa, rumbo a La Habana.
Su paradero fue descubierto por un funcionario que presta sus servicios en la embajada de Colombia en La Habana. Según sus declaraciones, vio por lo menos en dos oportunidades a Lucio departiendo en un concurrido lugar conocido como el Bar de las Dos Gardenias en compañía de varios amigos. Esa misma información coincidió con otros tres ciudadanos que también lo vieron recorrer algunos de los sitios turísticos de la capital cubana.
En la isla Lucio fue visto por mucha gente. Sin embargo el gobierno de ese país no tiene información oficial al respecto. SEMANA entrevistó al embajador cubano, Jesús Martínez, quien manifestó que su país es visitado por mucha gente y es muy difícil saber quién entra y quién sale. "Oficialmente la cancillería colombiana no nos ha solicitado ninguna información sobre si el señor Lucio estuvo o no en La Habana. Solo puedo decirle que no podemos ejercer control sobre todos los visitantes que llegan a Cuba".
No obstante, para los funcionarios cubanos el tema de Lucio no les era ajeno. El pasado 31 de octubre el senador había fracasado en un intento por conseguir asilo político en Cuba. Las autoridades de ese país rechazaron su petición, pues según se conoció encontraron que los cargos que le imputaban en Colombia estaban relacionados con delitos comunes y no políticos.

Al monte
Lucio estaba en un callejón sin salida. Enfrentaba la posibilidad de que el gobierno cubano lo expulsara de la isla. Cosa que no había ocurrido en el pasado cuando fue recibido como un héroe después de un atentado en el que casi pierde la vida en pleno proceso de paz que adelantaba el M-19 con el gobierno de Belisario Betancur. La suerte parecía que estaba echada y lo mejor era buscar otros horizontes que le permitieran seguir en la clandestinidad sin correr el más mínimo riesgo que le pudiera poner frente a las puertas de una prisión.
En ese momento Cuba no le brindaba mayor seguridad. Una vez más las autoridades perdieron su rastro. Pero esta vez por poco tiempo. Los organismos de inteligencia colombianos están tras sus huellas. Desde hace dos semanas una serie de comunicaciones radiotelefónicas que ha sostenido Lucio con comandantes de grupos guerrilleros en el país han sido interceptadas.
¿Quién ha sido su intorlocutor? El comandante Libardo Parra, más conocido como 'Oscar', un guerrillero disidente del desarticulado grupo M-19, quien tiene orden de captura por un proceso que se le adelanta en la Fiscalía por secuestro.
De acuerdo con informes de inteligencia, Lucio contactó a su antiguo compañero de guerrilla para anunciarle que estaba dispuesto a cambiar su Everfit por el camuflado para volver a empuñar de nuevo las armas. 'Oscar' tiene a su cargo la comandancia del grupo subversivo Jaime Bateman Cayón, que opera en el Valle del Cauca y Nariño. Bajo sus órdenes están cerca de 200 guerrilleros que combaten en esa zona del país en combinación con varios frentes de las Farc.
El regreso a la lucha armada por parte de Carlos Alonso Lucio ha sido interpretado por los expertos en el tema como una maniobra política que a mediano plazo podría dar sus buenos dividendos. Si el proceso de paz que adelanta el gobierno del presidente Andrés Pastrana llega a buen puerto, lo más seguro es que en el Congreso de la República se apruebe una ley de amnistía e indulto. De esa manera Lucio se pondría al día con la justicia.
Pero su jugada a seis bandas no es fácil de concretar. Hoy Lucio está siendo investigado por delitos comunes y no políticos. El fusil y el camuflaje no le serán suficiente prenda de garantía para ponerse a paz y salvo con la justicia dentro de una ley de perdón y olvido. Los cargos que le imputa la Corte Suprema de Justicia son de otro tenor y cometidos en otro escenario que nada tiene que ver con los ideales bolivarianos que en su juventud lo llevaron al monte.
Así las cosas, Carlos Alonso Lucio en lugar de expiar una serie de delitos lo que estaría logrando con su estrategia de meterse al monte es la de sumar más que la de restar. En caso de que lograra clasificar en una ley de amnistía los delitos que le serían indultados tendrían que ver con su nuevo rol de guerrillero. Los otros, los de estafa y falsa denuncia, seguirían pendientes como lo están hoy ante la Corte Suprema de Justicia.