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Tristes escenas se vieron en el sepelio de los seis civiles asesinados por dos soldados

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La maestra

En la masacre cometida por dos soldados en el Caguán murió una gran líder: Marleny Berrío.

16 de junio de 2007

El 16 de junio de 1996 nadie en Cartagena del Chairá, Caquetá, se atrevía a tocar el cuerpo sin vida del congresista Rodrigo Turbay Cote. Las Farc, que lo tenían secuestrado, lo habían dejado tirado en el puerto, después de que se ahogó en las aguas del río Caguán. El pueblo entero miraba estupefacto el cadáver. Paralizados por el miedo de mostrar compasión por Turbay y ser observados por los milicianos de la guerrilla. Hasta que una mujer, maestra de larga trayectoria en la región, llegó hasta el lugar, cubrió el cuerpo con una sábana blanca y lo tomó en sus brazos. Pidió ayuda a unos cuantos hombres que estaban cerca y lo llevó hasta el colegio donde ella era rectora, abrió las puertas e instó a todos los habitantes a entrar. Veló el cadáver con tristeza hasta cuando la familia vino a recogerlo.

Esa mujer que tuvo el coraje de desobedecer a las Farc era Marleny Berrío, una líder social y política que conocía las entrañas del conflicto y que nunca imaginó que a sus 54 años moriría destrozada por las balas de fusiles oficiales, disparados por dos soldados criminales.

Berrío era una quindiana luchadora, con una destacada trayectoria como maestra licenciada en ciencias sociales y especializada en dirección de instituciones educativas. Llegó a Caquetá en 1972, junto a su esposo, Jacobo Rodríguez, buscando una tierra de promisión. Ambos, dedicados al magisterio, encontraron su primer trabajo en Puerto Rico, Caquetá. Ella, como profesora de primaria en el escuela de una Iglesia evangélica, y él, como profesor del colegio de secundaria. Con los años, ella se destacó tanto, que terminó nombrada como rectora de un colegio rural en ese mismo municipio. Desde entonces, era ferviente militante del partido liberal, que en Caquetá significaba estar al lado de los Turbay, familia de políticos que fue exterminada por la guerrilla.

En 1988 fue la primera alcaldesa elegida por voto popular en Puerto Rico. Cargo al que aspiró prácticamente obligada por las circunstancias, pues las Farc habían matado a la candidata del Partido Liberal. Durante su administración las amenazas contra su familia no pararon. "Recuerdo que en la casa dormían 25 soldados y estábamos rodeados de policía", dice su hija Marcela Rodríguez, quien agrega que su madre siempre decía que la intimidación provenía del narcotráfico.

Durante varios años tuvo que defenderse en la Procuraduría y tribunales, de procesos que le fueron abiertos como alcaldesa. De todos salió airosa y en 1993 retomó su labor docente, esta vez en Cartagena del Chairá, donde también se desempeñó como directora de la Casa de la Cultura. En 2001 recibió la noticia de la muerte de su esposo, del que se había separado hacía varios años, asesinado por las Farc en plena calle de Puerto Rico.

Algunos dicen que la guerrilla le cobró su neutralidad frente a los grupos armados. Otros, que un guerrillero llamado el 'Muerto' lo asesinó en venganza por haberlo 'rajado' años atrás, cuando era estudiante. Con el fantasma de la guerra encima, Marleny aceptó nuevamente un cargo como rectora, esta vez en la vereda Balsillas, entre San Vicente del Caguán y Neiva. Allí se desempeñaba como líder indiscutible de todos los vecinos. Era el alma del pueblo, y su motor. Tanto así que había dedicado enormes esfuerzos a preparar un bazar para el sábado 9 de junio. Directamente les había pedido a los militares, que tenían un retén cerca, que no obstruyeran la entrada de la gente para que no fracasara la consecución de fondos.

Cuando creyó que la fiesta había terminado, se fue a dormir. Pero, poco antes de las 4 de la madrugada, escuchó un alboroto. Parecía una riña. Varios vecinos vinieron a buscarla para que calmara a los soldados Yeiner Alberto Jiménez y Jaír Farfán Moor quienes, armados con fusiles, y al parecer drogados, se habían escapado de su campamento y estaban atacando a algunas personas de la comunidad. Marleny no pudo interceder. Los soldados, con increíble instinto criminal, dispararon contra varios de los asistentes. Mataron a Marleny y a otros cinco habitantes, entre ellos, a un niño de 9 años. Luego huyeron.

Una vez capturados, reconocieron su crimen ante un juez, y esperan una condena que será, seguramente, muy alta. Pero todavía nadie se explica cómo ni por qué sucedió esta matanza.