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Las últimas decisiones del Polo han sido la escogencia de Aurelio Suárez como candidato a la Alcaldía de Bogotá.

OPOSICIÓN

La mala hora del Polo

La izquierda está a punto de desaparecer en las elecciones de octubre, pero no hay que equivocarse: en el largo plazo tiene cómo resucitar.

23 de julio de 2011

Que el Polo Democrático está en crisis es una realidad que hoy reconocen sus propios dirigentes. El nuevo presidente, Jaime Dussán, elegido el 11 de julio por el comité ejecutivo, se lo dijo a SEMANA sin rodeos: "Encontré un partido en crisis, porque se había ido el candidato Gustavo Petro y porque teníamos una supuesta vinculación en los actos de corrupción de Bogotá de los hermanos Moreno". En la misma línea, un jefe natural de la colectividad, Carlos Gaviria, anota que "el Polo vive un momento de dificultades porque se ha enfrentado a una circunstancia delicada".

La "circunstancia delicada" salta a la vista. Cualquier partido político sufriría con una cadena de malas noticias como la que ha salpicado al Polo en los últimos meses. La situación de los hermanos Samuel e Iván Moreno -el primero suspendido como alcalde de Bogotá, y el segundo detenido por el escándalo de la contratación- ha golpeado la confianza en el Polo como alternativa de gobierno. La división interna se hizo profunda hasta el punto de que se retiró el exabanderado presidencial Gustavo Petro, y el exalcalde de Bogotá -elegido como candidato oficial del Polo en 2007- Luis Eduardo Garzón. Desde el punto de vista electoral, en los comicios de 2010 obtuvo casi la mitad de los votos alcanzados en 2006, y en el panorama actual es casi seguro que perderá la Alcaldía de Bogotá, que ha mantenido durante ocho años. Son, sin duda, tiempos de tormenta.

En un panorama tan nublado no es fácil navegar. Aun si la tripulación tiene brújula, la necesidad de esquivar cúmulos peligrosos puede llevarla a perder el rumbo. Y la gran pregunta es si las últimas decisiones de la dirigencia polista servirán en el mediano plazo para superar la tormenta o si contribuirán más bien a precipitar la caída. ¿Ha actuado el Polo Democrático con sentido estratégico o con espíritu de supervivencia?

En una serie de dilemas a los que se han enfrentado en las últimas semanas, los líderes del partido han tenido que escoger entre movimientos que caen bien dentro de la colectividad o gestos para buscar la simpatía de una opinión pública más general. Y la línea de conducta ha sido alimentar a las bases. La terna presentada al gobierno nacional para que el presidente Juan Manuel Santos escogiera al reemplazo temporal de Samuel Moreno estuvo conformada por figuras apreciadas por las huestes del partido: Tarcisio Mora, Mariela Barragán, Jaime Moreno y Clara López, quien ingresó al final en reemplazo de Barragán. Para la presidencia del partido fue nombrado Jaime Dussán, quien ya había pasado por esa posición y se considera cercano a la corriente anapista de los hermanos Moreno. Como candidato a la Alcaldía de Bogotá la opción fue Aurelio Suárez Montoya, amigo de toda la vida y de la cuerda política del senador Jorge Enrique Robledo, el vocero más influyente del partido amarillo en el Congreso.

Todas estas decisiones han tranquilizado los ánimos adentro. "Se siente el misticismo en las bases", según el representante Germán Navas Talero. Pero en su momento, la primera terna para la Alcaldía de Bogotá recibió críticas externas porque estaba conformada por figuras que no daban la talla ante la crisis que atraviesa la ciudad. Algo semejante ocurrió con la escogencia de Dussán, que envió un mensaje de "más de lo mismo" cuando había opciones de renovación generacional como la de Iván Cepeda. Y el nombramiento de Aurelio Suárez ha llamado la atención por el riesgo que implica llegar a una campaña en la que otros competidores llevan varios meses de trabajo, con un nombre totalmente desconocido para la opinión pública.

Otro dilema, en el que la dirigencia prefirió la alternativa que caía bien adentro en vez de la que cosechaba frutos afuera, fue el de la expulsión de los hermanos Moreno del partido. La propuso el representante Iván Cepeda, pero el comité ejecutivo, claramente dividido, dilató el espinoso asunto que, al final, terminó con una frase pragmática de Dussán: "No es un tema del momento". Aunque la sanción habría servido para controlar el daño que ha causado en la opinión pública el lío de la contratación en Bogotá, hubiera molestado al sector anapista. Y después del retiro de Lucho y Petro, el Polo quedó prácticamente reducido a los dos sectores que dominan el comité ejecutivo: la izquierda tradicional y la Anapo. Eso explica la elección de Aurelio Suárez -del Moir- como candidato a la Alcaldía de Bogotá, y la de Jaime Dussán -del ala que ha acompañado a los Moreno- en la presidencia del partido.

Los directivos del Polo están convencidos de que la nave tiene cómo superar la tormenta. "El Polo no se va a acabar -dice Jorge Enrique Robledo, y agrega-: los que se van a acabar son los partidos de la parapolítica". Carlos Gaviria asegura que "el partido tiene bríos para salir adelante". Las esperanzas están fundadas, sobre todo, en el papel que puede desempeñar Aurelio Suárez como candidato a la Alcaldía de Bogotá. Aunque la mayoría de los ciudadanos no lo identifican, se trata de un hombre con trayectoria académica -profesor y autor de una decena de libros- que puede sorprender en los debates. Por otro lado, frente al daño que el colapso de Bogotá le ha hecho al partido, las encuestas indican que la imagen de la alcaldesa encargada, Clara López, es muy superior a la de Samuel Moreno. Mientras el mandatario suspendido tiene una desfavorabilidad cercana al 80 por ciento, López tiene una favorabilidad positiva de 54. La crisis, paradójicamente, puede ser menos catastrófica para el partido sin Samuel en el Palacio Liévano.

La otra oportunidad que se le abre al Polo es la de concentrarse en la oposición al gobierno de Juan Manuel Santos. Con el ingreso de los verdes a la Unidad Nacional, la bancada del Polo puede concentrar la atención con debates sobre control político y con puntos alternativos a los de la aplanadora oficialista. "Es un honor ser el único partido de oposición", dice Robledo, y Jaime Dussán agrega que está listo para ejercerla "de una manera inteligente y propositiva". El reto es encontrar un discurso crítico y creíble en momentos en que el gobierno goza de una popularidad que ronda el 70 por ciento, y cuando los mayores cuestionamientos a la gestión de Santos vienen de la derecha. Pero siempre en política hay un espacio para mirar las cosas de otra manera y la luna de miel del actual gobierno no será eterna. El Polo tiene la oportunidad de conservar la vocería de la izquierda y reunir no solo el apoyo de quienes comparten esa visión, sino de sectores en los medios, en la academia y en la opinión pública, que consideran que una democracia no está completa sin un proyecto alternativo al que está en el poder.

Lo anterior no significa que el Polo no esté pasando por el peor momento desde su fundación. Las elecciones de octubre son una prueba difícil que le cae en su momento de mayor debilidad y en las que es poco probable un escenario distinto al de la catástrofe, entendida como la pérdida de las posiciones ganadas en los últimos años y como una reducción de su votación nacional. Pero de ahí a vaticinar la desaparición del partido hay un largo trecho. La izquierda es un proyecto de largo plazo y la oposición, bien hecha, es una práctica que suele ser rentable. Falta ver si los mismos dirigentes que condujeron al Polo hacia la tormenta son capaces de sacarlo y de encontrarle un mapa de ruta para el futuro. La forma como han manejado el navío hasta el momento no genera mucha confianza ni entre la tripulación ni entre los pasajeros.