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Esta semana el expresidente confundió un fotomontaje con portada de un periódico internacional. | Foto: Carlos Julio Martínez

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La mala semana de Uribe

En siete días el expresidente se quedó aislado en sus críticas contra el proceso de paz, se equivocó en su Twitter, perdió candidatos para las elecciones y fue cuestionado por la prensa internacional.

26 de septiembre de 2015

Todo salió al revés para el expresidente Álvaro Uribe esta semana. El lunes, el acuerdo entre el presidente Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro en Quito, le bajó el volumen a las críticas frente a la crisis fronteriza y se quedó sin ese discurso. El martes, le cayó la noticia de las medidas de aseguramiento contra el exasesor espiritual de la campaña de Óscar Iván Zuluaga, Luis Alfonso Hoyos. El miércoles, el anuncio del gobierno y de la guerrilla de las FARC de alcanzar un acuerdo en el punto más espinoso de todos, la justicia, le devolvió la esperanza a los colombianos, quitándole protagonismo a su discurso de ‘paz con impunidad’.

El jueves, sus trinos sobre titulares falsos y alusiones al grupo terrorista AlQaeda le valieron más de una crítica. Y para rematar, el viernes se enteró que una de las representantes de Centro Democrático, Johana Chaves, perdió su curul por doble militancia y su gran carta para la gobernación de Santander, Hugo Aguilar, también salía del ruedo por decisión del Consejo Nacional Electoral. Mientras recibía la noticia, se instalaba en Cali una valla de Centro Democrático que invitaba a votar por sus candidatos para no tener que hacerlo a futuro por los Alapes, Santrichs o Grandas que supuestamente llegarán directo al Capitolio el año entrante. En medio de un clima de reconciliación, donde además ya está claro que no habrá curules a dedo para los guerrilleros, el mensaje no solo es agresivo, sino que proyecta una imagen de desinformación.

El mal momento del expresidente se notó. Trinó sin descanso desde el anuncio de Santos y Timochenko en La Habana y llegó incluso a atacar al Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, por apoyar los acuerdos. Dijo que el aplauso de Kerry al: “acuerdo de impunidad con las FARC nunca lo aceptaría con Al Qaeda.” Nunca antes el expresidente se había metido con el gobierno de Estados Unidos de esa forma y ante los ojos del mundo quedó el aguafiestas que lejos de construir con sus críticas, parece disco rayado.

La verdad es que el apretón de manos entre Raúl Castro, el presidente Santos y Timoleón Jiménez fue una cachetada para el expresidente. Y lo fue, entre otras cosas, porque debilitó de un momento a otro su discurso, tan bien recibido por algunos sectores, de la paz embolatada. El miércoles el gobierno le puso fecha final a las conversaciones y de repente Uribe quedó solo, sin más eco que el de sus senadores y representantes.

En cambio, el que sí sonó con fuerza fue el de los medios internacionales. No hubo redacción que no aplaudiera el paso que dio el país el miércoles. Claro, hubo críticas y preguntas por los alcances de lo logrado. Pero para nadie era un secreto que el nudo que se formó hace dos meses entre los cerebros jurídicos de las FARC y el gobierno,  por fin se desenredó.

El New York Times, el Huffington Post y hasta el Washington Post criticaron la actitud del expresidente y reseñaron su reacción de estos días como una guerra individual contra el proceso.

En menos de una semana Uribe pasó de ser un faro para la opinión pública a una voz solitaria. Si mantiene esa posición quedará en la incómoda situación de depender del fracaso de los diálogos para rescatar su imagen. Porque si algo quedó claro es que el expresidente depende del proceso con las FARC más que el propio Santos.