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Con su participación en la movilización del 9 de abril junto a sectores de izquierda, el presidente Juan Manuel Santos busca llevar la agenda de la paz a las calles.

POLÍTICA

La marcha de los aliados de la paz

Andarán juntos el presidente Santos, Gustavo Petro y la Marcha Patriótica. ¿Qué implicaciones políticas habrá?

6 de abril de 2013

La política genera parejas extrañas. El próximo martes 9 de abril el presidente Juan Manuel Santos, el alcalde de Bogotá Gustavo Petro y la exsenadora Piedad Córdoba jalarán por primera vez todos para el mismo lado: el del proceso de paz. La Casa de Nariño, los Progresistas y la Marcha Patriótica han construido esta improbable alianza simbólica alrededor de una marcha para que miles de colombianos expresen su respaldo a las negociaciones de paz con las Farc en La Habana.


Si bien la manifestación surgió como una iniciativa de Petro y Córdoba, el primer mandatario no solo anunció su participación sino que salió activamente a promoverla. “Allá estaremos presentes como una forma de darle apoyo a este proceso de paz”, afirmó el jefe de Estado. 

La fecha de la movilización es la misma en que se conmemora el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y quedó establecido en la Ley de Víctimas como Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas. Tanto los partidos de la Unidad Nacional como los altos prelados de la Iglesia católica han expresado su apoyo para el #9A, como bautizaron la marcha en las redes sociales.

El impulso santista al #9A responde a la necesidad de constituir una coalición de defensa a la mesa de Cuba que contrarreste el frente político en contra del proceso liderado por los expresidentes Uribe y Pastrana. La oposición a los diálogos con las Farc ha venido recientemente fortaleciéndose gracias al creciente escepticismo de la opinión pública.  

La movilización ciudadana del 9 de abril, independientemente de su nivel de convocatoria, constituye una potente declaración política de la Casa de Nariño y ratifica la agenda de paz como protagonista de la campaña electoral de 2014. En primer lugar, el #9A pone a Santos y su administración en las calles impulsando el tema de paz y víctimas como principal argumento para la reelección. 

Segundo, la unión del gobierno, los progresistas capitalinos y la Marcha Patriótica ha profundizado las fracturas en la izquierda. Al igual que en la pasada marcha del 4 de febrero de 2008, el Polo Democrático decidió no asistir. “Consideramos inconveniente para la oposición democrática aparecer junto al presidente Santos en su despropósito de aprovechar los anhelos de paz de los colombianos para apuntalar su reelección”, afirmó un comunicado del comité ejecutivo del único partido en oposición declarada a Santos. 

Si una marcha por la paz sin el Polo es extraña, que la movilización sea víctima de virulentos ataques del expresidente Uribe es lo esperado. Según un alto funcionario, el gobierno está desplegando una estrategia de “meterle pueblo a la paz” que apunta al centro del mensaje opositor. Mientras más respaldo consiga Santos para la paz, menos probabilidades tiene el Centro Democrático uribista de obtener un resultado electoral. Por otro lado, la cercanía de Santos con Petro, Córdoba y la Marcha Patriótica en este tema será seguramente aprovechada por los uribistas para fortalecer sus ataques contra el proceso.

Por último, la Casa de Nariño buscaría con actos como el del 9 de abril demostrar que Santos no está solo en el tema de la paz. En la cena del presidente con los liberales, el jefe del Ejecutivo y los alcaldes y gobernadores coincidieron en la necesidad de llevar estos mensajes de reconciliación a las regiones. El difícil desafío del gobierno está en mantener separadas las agendas de paz y de reelección. Ese coctel, por más atractivo que sea para el gobierno y la oposición, es explosivo.