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LA NUEVA BARAJA

Varios nombres están sobre el tapete para las candidaturas presidenciales de los dos partidos.

9 de abril de 1984

No habían terminado los escrutinios, cuando ya todo el mundo estaba pensando en las repercusiones que los resultados tendrian en las elecciones presidenciales del 86. Además de Galán, varios nombres están sobre el tapete como candidatos presidenciales. SEMANA analiza las posibilidades de algunos de ellos.
VIRGILIO BARCO
La postura de Virgilio Barco frente a las elecciones de mitaca podría ser descrita como "cara gano yo, sello pierdes tú". Si las fuerzas de Galán y Durán resultaban relativamente equiparables, su nombre surgiría como fórmula de transacción. Si a Galán le iba mal el domingo pasado, quedaba allanado el camino para la candidatura de Barco. Y si el jefe del Nuevo Liberalismo arrasaba, el ex alcalde quedaría convertido automáticamente como la última posibilidad de atajarlo a nombre del oficialismo. La estrategia era racional y en consecuencia Barco, el eterno pre-candidato y el gran sobreviviente de la política liberal en los últimos 10 años, sobrevivió una vez más y está hoy sobre el tapete como una alternativa presidencial. Sin embargo, la total pasividad que entrañaba esta estrategia no estaba exenta de riesgos. Su silencio y su marginamiento en las elecciones de mitaca resultaron un arma de doble filo. Barco siempre había estado bien de imagen y mal de maquinaria y ahora la situación es diamentralmente opuesta: su prestigio se halla considerablemente desvanecido, pero cuenta con un bloque importante de parlamentarios liberales que le significan serias posibilidades de ganar en una convención oficialista. A pesar de la indiferencia que demuestra ante e] gran público, Barco, con "nadadita de perro", ha estado trabajando laboriosamente su candidatura en círculos parlamentarios. Día tras día pasan por su residencia en el número 9-21 de la calle 85 jefes políticos regionales, muchos de los cuales lo habían rechazado en las pasadas elecciones. Este creciente respaldo que está recibiendo el ex alcalde, particularmente del turbayismo, lo está exponiendo a perder su imagen de hombre independiente y anticlientelista que había mantenido hasta ahora.
Independientemente de esta asociación, la erosión de su imagen había sido considerable. En el pasado siempre había sido acusado de ambivalencia, falta de garra, débil capacidad oratoria y ausencia de carisma. Intentando salir inmune de la contienda liberal pre-mitaca, Barco desapareció del escenario público, lo cual llevó a que la percepción negativa de esas condiciones se intensificara aún más. Seguidores suyos de otras épocas se aburrieron de esperar acciones, decisiones y pronunciamientos de su parte, que fueran más allá de los lugares comunes que invariablemente contienen sus esporádicos comunicados. Además de una desilusión generalizada, ésto ha llevado a que muchos hayan llegado al convencimiento de que Barco no tiene ganas de ser Presidente.
Están equivocados. Barco tiene ganas de ser Presidente, y muchas. Todas sus acciones, o más bien omisiones durante los últimos dos años, han estado orientadas hacia esta meta. Ahora le toca salir a la palestra, para tratar de rectificar la opinión desdibujada que sobre él se ha ido formando. Los días del silencio han terminado y a partir de este momento tendrá que proyectarse para probar su capacidad de liderazgo, su habilidad para manejar situaciones políticas difíciles y sus dotes para comunicarse con las masas. Su primera prueba de fuego consistirá en la posición que asuma frente a Galán. Originalmente, Barco esperaba hacer de árbitro entre los dos bandos liberales, el oficialismo y el Nuevo Liberalismo. Ahora las circunstancias lo están obligando a tomar partido convirtiéndose en el factor aglutinante contra Galán. Que Barco es conciente de ésto, se deduce de uno de sus comunicados preelectorales en el cual, oblicuamente, critica a Galán al afirmar que no cree en soluciones individuales de Mesías, sino en soluciones colectivas de partido. Este viraje se verá acentuado después de los resultados de mitaca que hacen probable que Galán seguirá adelante, por lo menos hasta las elecciones parlamentarias de 1986. En consecuencia, la fórmula de Barco como candidato de transacción, se verá modificada por la fórmula de Barco como punta de lanza del oficialismo. Esto, que para cualquier político es el pan de cada día, representará una especie de pérdida de virginidad para un hombre que había hecho toda su carrera política con base en el consenso y en el no antagonismo con nadie. Esta posición no deja de representar un dilema, si se tiene en cuenta que la mayoría de los galanistas no tendrían mayores reticencias para votar por Barco. Con la excepción del sector de fanáticos que consideran que los votos de Galán no son endosables a nadie, la realidad es que buena parte del electorado del Nuevo Liberalismo, que vetaría cualquier alternativa diferente de su ídolo, aceptarían el nombre de Barco.
En consecuencia, Barco se verá sometido a dos presiones contradictorias. Una, de sus partidarios oficialistas, para arremeter contra Galán. Otra, del hecho de que una arremetida frontal contra el jefe del Nuevo Liberalismo pueda ofender electores potenciales que aun cuando hoy no están con él, tampoco están contra él. La esperanza de Barco radica en que su nombre sea utilizado como bandera por los parlamentarios offcialistas en las elecciones para corporaciones en 1986. Asumiendo que éstos sumados constituyan una mayoría y que Galán considere que no es conveniente dividir el partido por segunda vez y se someta a la ley de las mayorías, Barco podría llegar a ser el candidato único del liberalismo.

OTTO MORALES
No deja de ser sorprendente el auge que parece estar tomando la candidatura de Otto Morales Benítez. Mientras la atención del país político estaba centrada en las inminentes elecciones de mitaca, todas las semanas aparecía algún pronunciamiento a favor de su nombre. Al igual que Barco, Morales Benítez se dejó tentar por la manzana de la presidencia y ha comenzado a maniobrar activamente en búsqueda de ésta. Su posición actual parece ser "si el partido me lo pide, ¿quién soy yo para negarme?". Lo más original de su opción es que es el único aspirante liberal que se está jugando abiertamente la carta de la candidatura nacional. Morales cultiva su imagen del Belisario liberal y aspira a ser el continuador del Movimiento Nacional. Hasta hace poco, sus activos eran el apoyo del ex presidente Lleras Restrepo, una carcajada contagiosa, y una estrecha amistad con el Presidente Betancur. A ésto se sumó un prestigio efímero que obtuvo siendo presidente de la Comisión de Paz, cuando ésta jugaba un papel central en los días de gloria de la amnistía.
En la actualidad se ha configurado un nuevo factor político a su favor. Se ha convertido en la alternativa oficialista para un sector de la clase política liberal que no se siente cómoda con la candidatura de Barco. Sin embargo, Morales Benítez adolece de lo que podría llamarse un problema generacional, no tanto por razón de su edad, sino por el hecho de que su figuración en política tuvo lugar hace más de 20 años. Desde esa época su actividad se ha limitado más al campo literario y al ejercicio de su profesión. En momentos en que la prioridad del partido es la renovación, es difícil ver cómo puede salir a flote la candidatura de una persona prácticamente desconocida para el país menor de 35 años.

CARLOS LLERAS RESTREPO
Como en todas las elecciones de Colombia siempre existe la pre-candidatura de un ex presidente. En esta ocasión, en el caso del partido liberal, se ha mencionado la del doctor Carlos Lleras Restrepo. El ex presidente, quien venía atravesando unos años de vacas flacas -si bien no en cuanto a su prestigio, sí en cuanto a su poder real-, ahora parece estar viendo cómo el péndulo se inclina a su favor. Su marginamiento del oficialismo sin duda le ha traído dividendos, ahora que este sector del partido está atomizado y desprestigiado.
Curiosamente, Lleras Restrepo, quien siempre ha tenido más posibilidades de ganar las elecciones contra los conservadores que las candidaturas dentro de su propio partido, hoy es mencionado por diversos sectores liberales -incluyendo al propio Galán, al llamado Grupo de los 70 y a los periódicos El Tiempo y El Espectador-, como un hombre que habrá de jugar un papel clave en el proceso de definiciones que se avecina para el partido, e inclusive como alternativa presidencial.
Sin embargo, tales adhesiones responde más a una hipótesis de trabajo, o a una expresión de respeto, que a una realidad. La edad no es en este caso el factor más adverso, el ex presidente se mantiene entero y, además, está de moda en el mundo la elección de mandatarios de su generación. Más determinante es el hecho de que Lleras Restrepo después del fracaso de su segundo intento reeleccionista, se convirtió en el más vehemente crítico de la reelección en términos institucionales, invocando su propia experiencia. Parecería improbable, entonces, que se retractara de sus recientes convicciones al respecto, además de que no existe envidencia alguna de que él mismo tenga interés.
PASTRANA Y GOMEZ
Aunque todavía no se sabe quién será el candidato conservador, lo que parece probable después de mitaca es que la primera opción la tiene el ex presidente Pastrana. Pastrana conscientemente se recorrió todo el país con intensidad de campaña presidencial para garantizar que así fuera. Esto solidificó sus vínculos con todos los jefes de la maquinaria y reforzó su imagen a nivel nacional. Escogió el departamento de Antioquia para medir su prestigio, encabezando cuatro listas para Asamblea en ese departamento y corrió con buena suerte. No obstante, las listas de sus seguidores en otros departamentos, incluída la que encabezó su hijo Andrés en Bogotá, no recibieron el respaldo que se hubiera podido esperar, pero su consolidación burocrática durante los últimos dos años le ha permitido tener un control total sobre el aparato del partido. Además de ésto, goza de gran ascendiente sobre el Presidente Betancur, quien le ha correspondido con creces el apoyo que le dio a su candidatura en las pasadas elecciones presidenciales. Esto le ha permitido capitalizar la exitosa fórmula del Movimiento Nacional inventada por Betancur y convertirse en su principal orquestador para las próximas elecciones. En esto sufrió un revés inicial cuando le coqueteó abiertamente a Galán, señalando que había coincidencias entre ellos dos, pero fue rotundamente rechazado por el jefe del Nuevo Liberalismo quien fue contundente en negar cualquier cercanía política con el dirigente conservador.
Esta serie de factores a su favor le han permitido sacarle varias cabezas de ventaja a una eventual candidatura de Alvaro Gómez. Este, alejado del fragor electoral y limitado a un discreto papel de estadista en reserva, tuvo que contemplar a distancia cómo su movimiento era relegado de la supuesta lista de unión pastranoalvarista. Según voceros del alvarismo, el hecho de haber colocado a Andrés Pastrana -considerado una figura de segundo orden- como cabeza de la lista para el Concejo de Bogotá, hacía imposible que alvaristas de mayor relieve pudieran aceptar renglones subalternos. De ahí que en la capital de la República, parte del alvarismo se fuera, prácticamente en disidencia, apoyando la lista de Fernando Sanclemente. Según observadores políticos, a partir de mitaca, al alvarismo no le queda otra alternativa que la de aceptar resignada, estoica y disciplinadamente, el predominio de Pastrana, esperando que éste le dé eventualmente la bendición a una candidatura de Gómez.
Esto no es descartable del todo. Si bien es seguro que Pastrana puede ser candidato, no es todavía definitivo que quiera serlo. Por consideraciones estratégicas, el ex presidente ha estimulado la posibilidad de su candidatura. Aclara una y otra vez que él nunca se ha opuesto a la reelección, sino a las personas que la han buscado. Utilizo la campaña, la TV y todos los medios a su alcance, para fortalecer su imagen personal. Todo parece indicar que lo que quiere Pastrana es que su partido le ofrezca la candidatura para poder decidir él, a su vez, si la acepta o la endosa.
No es seguro que la acepte. Si algo le ha enseñado la experiencia reciente es que el único puesto más privilegiado que el de Presidente es el de dueño del Presidente. A este estatus llegó precisamente por haber renunciado a su candidatura en las elecciones anteriores. Otro factor que seguramente pesará en su decisión es la suerte que corrieron los dos intentos reeleccionistas del partido liberal en las cabezas de Carlos Lleras y Alfonso López que, por el sólo hecho de pertenecer al partido mayoritario, tenían más posibilidades que las que actualmente tiene él si se enfrenta al partido liberal unido. No menos significativo es el hecho de que su alter ego político en Venezuela, Rafael Caldera, fue barrido en las últimas elecciones por un rival que, según muchos, era de menor calibre.
Una persona que seguramente tendrá mucho que decir en todo este proceso será el Presidente de la República. La lógica indicaría que Betancur prefiere a Pastrana sobre Gómez. El primero será el defensor de su gobierno "hasta la hora del crepúsculo" como el mismo ex presidente lo ha anunciado, mientras que el segundo es un "quintacolumnista" en el Movimiento Nacional, donde se encuentra a regañadientes en aras de la disciplina y de la unidad, pero en contra de sus propias convicciones.