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La otra cara

Un contratista frustrado que no está en la rosca habla de su calvario.

5 de marzo de 2011

Yo busco contratos por todas partes, conozco cómo funciona este negocio en otros países y puedo decirle que el estado de corrupción en Colombia es masivo y generalizado. Y eso no pasa en todos lados. Aquí es una epidemia. Solo tal vez le ganan en gravedad vecinos como Venezuela, Perú y Panamá.

Como todas las enfermedades contagiosas, cuesta mucho exterminarla. Esto requiere que el presidente de la República se meta de lleno. No solo decirlo. Hay que hacerlo. Están saqueando al país.

Lo de Bogotá está pasado de moda. Pero eso de Bogotá pasa en todo el país. Se convoca, por ejemplo, a un concurso a las 6 de la tarde de un día y se fija para el día siguiente a las 8 de la mañana una visita con el consorcio constituido ¿Qué es eso?

Cada día es más evidente que las licitaciones son hechas como un traje a la medida. Los que hacen los pliegos, sobre todo, utilizan el ítem de la experiencia para poner una característica que solo encaja en un proponente.

Le voy a contar un caso, no de los míos, porque no puedo revelar mi identidad, pero sí de un colega. Se trataba de un contrato de 10.000 millones de pesos para una especie de monumento en los cementerios de Bogotá. La adjudicación la dejaron, no recuerdo bien, si para el 23 o 28 de diciembre del año pasado. Eran cinco proponentes y eliminaron a los tres que hicieron las ofertas más baratas y dejaron solo a dos: el elegido con anticipación para ganar y otro, que como tenía la oferta más cara, les servía de comparsa. Pero resulta que el que estaba destinado a ganar no había entregado uno de los documentos que es requisito para poder participar. Según me cuentan, los que iban a perder le exigieron a la funcionaria de la Secretaría de Gobierno que mostrara el documento. Ella no les hizo caso, llamó a la Policía para que sacara al proponente porque perturbaba el orden y adjudicó el contrato a una empresa santandereana a la que le fue muy bien cuando Iván Moreno, el hermano del alcalde de Bogotá, estaba de alcalde de Bucaramanga.

Y así es todo. Por las zonas del país donde yo me muevo piden de entrada, como 'mordida', hasta la mitad del contrato. Es decir, si el contrato es de 80.000 millones de pesos, si uno acepta las condiciones que imponen en ese departamento, se lleva solo para ejecutar la obra 40.000 millones.

Si usted me pregunta dónde se puede participar con méritos, lo único que se me ocurre es decirle que una entidad en la que se puede competir limpiamente es en Fonade. Y entonces allá se presentan cien proponentes. Gente que como yo no tiene cómo ni puede pelear en las otras ligas. Hay ciudades como Medellín y Cartagena en las que no he intentado concursar.

Y esto se está agravando. A una firma privada, que desde hace 15 años colabora con una empresa pública de Bogotá, apenas ahora le empezaron a pedir 'mordida' por primera vez. Eso significa que los tentáculos crecen. Y se dan cosas insólitas, como por ejemplo, que un representante de una de las empresas de los Nule se les acercaba a los contratistas de la ciudad a venderles de a pedacito de la 26. La estaban vendiendo de a un kilómetro. Y para colmo, pedían el 10 por ciento.

Yo he decidido que no voy a arriesgar mi vida, ni mi empresa, ni mi familia por algo que no voy a poder cumplir. Yo mejor me dedico a otro trabajo. A mí nadie me extorsiona.