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Luis Carlos Cossio y su compañera, Cruz Elva Giraldo, son dos de los colombianos detenidos en Venezuela.

RELACIONES EXTERIORES

La paranoia

El gobierno de Venezuela tiene detenidos a 20 colombianos acusados de espionaje. En Colombia temen que se trate de un montaje.

10 de abril de 2010

Que en menos de un mes el gobierno de Venezuela haya detenido a 20 colombianos, acusados de espiar y planear actos de sabotaje y desestabilización, sólo tiene un nombre: paranoia.

Se trata de dos grupos de personas que fueron capturadas en momentos diferentes. El primero de ellos estaba compuesto por 12 campesinos que trabajaban en una finca del municipio Pedro Gual, estado Miranda, allanada el 19 de marzo. Durante la captura las autoridades venezolanas encontraron "cinco escopetas viejas" lo que sirvió para que acusar a los colombianos de conformar un grupo paramilitar y enviarlos a una cárcel de Caracas.

Otros ocho colombianos fueron detenidos en el estado Barinas hace dos semanas. Las capturas se produjeron en un puesto de control aduanero móvil donde las autoridades requisaron a Luis Carlos Cossio, de 52 años, y a Santiago Giraldo, de 21. Los colombianos tenían en su poder una cámara fotográfica con imágenes de un radar venezolano. Tras detenerlos la guardia los interrogó y luego sus efectivos allanaron su domicilio y una fábrica de helados de propiedad de Giraldo. Allí capturaron a otros seis colombianos, familiares de los primeros. Según dijo el ministro del Interior de Venezuela, Tarek El Aissami, en la casa se encontraron documentos que hacían presumir vínculos de por lo menos dos de los detenidos con la VI Brigada del Ejército de Colombia y expresó sus sospechas de que estuvieran planeando sabotajes en Venezuela "dada su nacionalidad". También dijo que "se les incautó una cámara fotográfica con imágenes de varias subestaciones eléctricas del país, del sistema interconectado nacional y de la infraestructura vial".

Especialmente Cossio y su esposa, Cruz Elva Giraldo, están en problemas porque efectivamente ambos trabajaron hace varios años en la brigada del Ejército con sede en Medellín, él como médico y ella como farmaceuta. Sin embargo, ambos tienen pruebas de que llevan varios años en Venezuela y que su vida ha sido un trasegar para encontrar trabajo y mejores condiciones de vida. Y sus familias en Colombia aseguran que todo es fruto de un error o un montaje con fines políticos.

El caso ya está tomando vuelo internacional. El gobierno colombiano presentó una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, se ofreció otra vez como mediador, y Canadá pidió permiso para visitar a Cossio puesto que también es ciudadano de ese país.

La gran preocupación a este lado de la frontera es que los venezolanos no estén dando a los detenidos el trato y las garantías que merecen, dado el deterioro de los derechos humanos en Venezuela. En primer lugar, por la posibilidad de que esté comenzando una campaña de persecución contra colombianos para acusarlos bajo cualquier pretexto de ser enemigos del Estado venezolano. Esto es peligroso porque puede desatar una ola de persecuciones y detenciones arbitrarias. En segundo lugar, porque la experiencia en el pasado es que los venezolanos les han negado, a quienes han detenido por este tipo de acusaciones, derechos básicos como comunicarse con la embajada y que se les aplique la presunción de inocencia, tal como ha pasado con tres supuestos espías del DAS capturados hace pocos meses.

Pasar de las controversias mediáticas y los insultos a la detención a granel de colombianos agrava las de por sí deterioradas relaciones entre los dos países. Y es un mal síntoma de lo que está pasando en Venezuela, pues la paranoia suele ser uno de los rasgos inequívocos del autoritarismo.