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"La política se hace mirando a los ojos"

El independiente Sergio Fajardo, de 47 años, se convirtió en uno de los fenómenos políticos del año al ser el primer candidato de opinión que llega a la Alcaldía de Medellín. SEMANA lo entrevistó.

8 de diciembre de 2003

SEMANA: De solitario y tímido investigador pasó usted a ser una figura pública nacional. ¿Cómo han sido los días de alcalde electo? ¿Ahora todo mundo se le acerca a saludarlo? ¿Muchos a pedirle puesto?

Sergio Fajardo: Hay de todo. Muchas personas se acercan y me dicen: "Doctor, le doy una hoja de vida para que le dé un trabajito a mi hija". De inmediato les digo: No. No porque yo no voy a engañar a nadie. Primero, los procesos para ampliar el mercado laboral deben ser colectivos y segundo, uno no puede mentirle a la gente. Yo les digo. Voy a trabajar por Medellín y no por casos particulares.

SEMANA: Y a usted le da mal genio eso. ¿Por qué dicen que usted es como bravo?

S.F.: No, hombre. Soy serio que es diferente. Mi jefe de comunicaciones en la campaña era Sergio Valencia, 'Maruja', la de 'Tola y Maruja'. Y cómo hizo él su trabajo: pues muy serio. Porque aunque en nuestra cotidianidad nos une el buen humor, cuando se trata del trabajo uno debe ser serio y más si se trata de los problemas de Medellín.

SEMANA: Dicen que usted es un obsesionado con el trabajo, que se parece mucho a Alvaro Uribe.

S.F.: El Presidente fue el que me inició en la vida pública. El me sacó de la universidad y me metió a la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia. Le aprendí mucho pero somos diferentes.

SEMANA: Bueno, al menos se levantan a la misma hora. Algo así como a las 4 de la mañana.

S.F.: A mí me gusta mucho madrugar. Reivindico los espacios de soledad para reflexionar y qué mejor hora que la madrugada. Por eso, a las 4 de la mañana de un domingo ya he leído SEMANA, El País de Madrid y los periódicos locales. Luego tengo todo el día para los demás.

SEMANA: Otra característica paisa es la del orgullo por sus cosas. Hasta qué punto es bueno o no permite ver sus problemas.

S.F.: Hombre a mí me gusta esa dosis de amor propio de los paisas. Ojalá todos los colombianos nos quisiéramos tanto y estuviéramos tan orgullosos de nuestra gente. Eso lo impulsa a uno a jamás parar sino a estar siempre con el futuro en la mira.

SEMANA: Usted llega a la Alcaldía de Medellín sin experiencia en cargos públicos, ¿cómo va a hacer para suplir esto?

S.F.: Sí. Este es mi primer cargo público. Pero parto de un principio: un alcalde no debe ser un experto en todo y saber de todo. Lo que tiene que hacer es ejercer un gran liderazgo en la ciudad y en su equipo. Equipo que tiene que ser integrado por personas óptimas, transparentes y que quieran a la ciudad. ¿Quiénes? Alonso Salazar, periodista e investigador independiente (secretario de Gobierno); Horacio Arango, ex vicerrector de la Universidad de Antioquia (secretario de Educación); y así todos: gente independiente y preparada.

SEMANA: Por su lenguaje, por su formación académica (es matemático de profesión), ¿usted cree que fue elegido porque simboliza la antipolitiquería?

S.F.: Yo pertenezco a la generación de la Constitución del 91. A una generación que quiere hacer política no politiquería. Voy a decir una cosa que es simple pero es real: gústenos o no, las decisiones más importantes de nuestras vidas las toman los políticos. Por eso hay que participar activamente en política. La gente no puede quedarse expectante desde la tribuna sino tiene que ser protagonista en la construcción de su sociedad. Mi elección es fruto de esa nueva concepción y también es continuación de otros ejemplos que se iniciaron en Bogotá con Mockus y Peñalosa. Yo voy por la senda de ese nuevo país.

SEMANA: Según usted, ¿cuál es la diferencia entre un político y un politiquero?

S.F.: Un político trabaja para el conjunto de la sociedad y frente a ella. La gente me conoce porque yo me fui a caminar semáforo tras semáforo, esquina tras esquina, me subí a los buses, hablé por la ventanilla con los taxistas. En la política uno tiene que mirar a la gente a los ojos. Eso voy a hacer en la alcaldía. Mi despacho va a estar en la calle. Escuchando a la gente con sus propuestas porque yo no hice promesas. .

SEMANA: ¿Y la politiquería?

S.F.: Las maquinarias son su esencia y el politiquero trabaja para su beneficio propio. Este concepto debe ser rechazado. No más funcionarios públicos que se mueven para lucrarse.

SEMANA: Pero, ¿este primero de enero cuando usted asuma las riendas de Medellín les dará trabajo a los políticos tradicionales?

S.F.: No. Eso va en contra de mis principios. La clase política tradicional relegó a esta ciudad a un segundo plano. La gente quiere un cambio y por eso votó. A mí me eligieron 208.000 personas que creyeron en una propuesta independiente y eso es lo que vamos a hacer. Yo no adquirí compromisos con nadie. Llegué libre y libre voy a actuar.

SEMANA: En un breve tiempo se han sumado casos de corrupción que tienen como epicentro a Medellín. ¿Qué tan grave es la situación en la ciudad?

S.F.: Es delicada porque se han hecho cosas no sólo a espaldas sino contra la comunidad. Ante estas prácticas la alternativa es una sola: cortarlas de tajo. Voy a ir con todo contra la corrupción.

SEMANA: Suena a frase de cajón de político. La cuestión es, ¿cómo hacer para llevarla a la práctica?

S.F.: El problema de la corrupción no es sólo de los gobernantes sino de los ciudadanos. Así, mi alcaldía será transparente. Periódicamente estaremos dando informes a la comunidad, todos los procesos de contratación deben ser públicos, pero también los ciudadanos deben estar alerta, organizarse, fiscalizar, y exigirles a los órganos de control que cumplan su trabajo. No es un deber de la ciudadanía exigirles a sus gobernantes, es una obligación.

SEMANA: ¿Usted le exige a la gente? Acaso, ¿no es al revés?

S.F.: El desarrollo de una sociedad es un proceso integral. Uno de los problemas de Colombia es que los ciudadanos creen que la solución a los problemas tiene que venir de otros, en este caso del alcalde o del gobernador. Y no. La sociedad dará un salto cualitativo y cuantitativo cuando todos sus componentes trabajemos por ella. La democracia no consiste en ir a votar y listo. Ahora quienes votaron por mí tienen que exigirme, pedirme. Y el día que falle que me lo hagan notar para corregir y mejorar.

SEMANA: Y usted, ¿qué papel va a desempeñar?

S.F.: Voy a usar una metáfora: la de trabajar con luz. Todo será de cara a la gente. No se va a hacer nada en la oscuridad. La corrupción aparece porque las cosas se hacen sin la mirada del ciudadano.

SEMANA: ¿Es el caso de las Empresas Públicas de Medellín (EMP)?

S.F.: Hay que tener cuidado con las palabras. Las EMP no son sedes de corrupción. Es cierto que han pasado cosas graves pero en su conjunto las EMP son un modelo de eficacia y honestidad. Hay que seguir fortaleciéndolas y eliminando cualquier factor que las salpique. Ya empezamos con la nueva junta directiva cuyos miembros fueron elegidos en un proceso público con el concurso de gente intachable como el ex ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo y la vicepresidenta financiera de Almacenes Exito, Tatiana Aristizábal.

SEMANA: Usted se va a encontrar con el retorno a sus casas de 850 paramilitares recién desmovilizados. ¿Qué opina de eso?

S.F.: Por ahora es un asunto de la órbita del Alto Comisionado para la Paz y del alcalde actual. Lo que puedo adelantar es que yo voy a hacer todo lo que fortalezca la legitimidad de las instituciones y la gobernabilidad democrática. Lo que por ahora veo son síntomas de improvisación muy preocupantes sobre los cuales hay que estar alerta.

SEMANA: Aunque las cifras demuestran una mejoría, los niveles de violencia en Medellín siguen siendo escalofriantes. ¿Qué hacer contra la criminalidad?

S.F.: Medellín ha tenido avances significativos en seguridad, pero 1.500 homicidios al año indican que aún queda mucho por hacer. Seguridad y convivencia son elementos correlacionados que vamos a afianzar. La seguridad no es un asunto de jueces y policías, necesitamos mejorar nuestras maneras de relacionarnos. Mediante procesos pedagógicos aspiramos a un ciudadano más comprometido y solidario. Requerimos instituciones de seguridad y justicia más fuertes y modernas. Como la Policía, que debe ganarse de manera definitiva la confianza de la población.

SEMANA: Finalmente, mucha gente espera que su alcaldía sea una revolución.

S.F.: En este momento hay que ser cautos. No emprender tareas que desborden lo posible. Con acabar la corrupción y la politiquería y haciendo una tarea sencilla, sin grandilocuencia, sino sincera y esmerada. Con eso ya habremos hecho una revolución en Medellín.