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LA QUEMA DE LAS NAVES

Con la exigencia de que retire un proyecto de ley del Congreso, los trabajadores de Telecom obligaron al Gobierno a ponerse duro.

25 de mayo de 1992

HACE UN MES SE PODRIA haber presentado un debate acerca de si el Gobierno de César Gaviria debería insistir o no en el proyecto de ley a través del cual se privatiza a Telecom. Hoy esa discusión es imposible debido a la decisión del sindicato de esa empresa de lanzarse a la huelga para exigir el retiro del proyecto.
El tema de la privatización no es nuevo en Colombia, pero los aires de la apertura y de la reducción del tamaño del Estado lo revivieron con mucha mayor intensidad que en el pasado. En el seno del sector de comunicaciones de la actual administración esa discusión está planteada prácticamente desde la posesión del presidente Gaviria. Pero el asunto se salió del terreno de la especulación cuando el ministro de Comunicaciones, Mauricio Vargas, plasmó en un proyecto de ley la tesis de la privatización de los servicios que había acaparado Telecom desde su fundación.
El escándalo no sorprendió a nadie. La dimensión de la empresa, el cubrimiento de los servicios que presta, los resultados económicos de su operación y la cantidad de empleados que tiene Telecom en todo el país eran elementos que, sumados, hacían de ese uno de los temas más espinosos de la actualidad nacional. Pero la crisis reventó de una manera insospechada. Cuando el Congreso en particular y el país en general se estaban preparando para abordar el debate de la privatización de Telecom, el sindicato de la empresa decretó el paro.
Al contrario de lo que muchos preveían, los sindicalistas de Telecom echaron los restos desde el comienzo y tal vez sin pensarlo condicionaron el resultado final de todo el proceso. La decisión de exigirle al Gobierno el retiro del proyecto a cambio del levantamiento de la huelga implicaba la pretensión de obligar a la administración a tomar una decisión que significaba una claudicación total ante el sindicato. Además se le estaba tratando de negar al Congreso la facultad de estudiar, modificar y aprobar el proyecto y convertirlo en ley de la República. Desde este punto de vista, el asunto no tiene reversa, puesto que la condición del sindicato para levantar el paro implica que dos de las ramas del poder público el ejecutivo y el legislativo renuncien a sus fueros para complacer a los sindicalistas.
Lo que la situación de fuerza planteada por el sindicato de Telecom sí está midiendo es la capacidad del Estado para responder a este tipo de situaciones, y si el Gobierno se verá o no en la necesidad de comprometerse con cambios en su posición frente a la privatización de Telecom por fuera del Congreso. Y de la premura con que se logren poner en servicio las líneas de comunicación interrumpidas depende no sólo el restablecimiento de los circuitos sino también el futuro de las privatizaciones y la relación del Gobiemo con el movimiento sindical en general. El desafío consiste en que si esta semana el servicio de telefonía de larga distancia se va restableciendo, los efectos del paro irán disminuyendo poco a poco y la posición sindical será cada vez más débil. Pero si por el contrario en el curso de estos días no se ven síntomas de que se está conjurando la crisis, no sólo se debilitaría la posición gubernamental sino que se podrían alentar otros sindicatos de empresas de servicios a solidarizarse con los trabajadores de Telecom, lo cual, sin duda, enrarecería el ambiente laboral en el país.
El Gobierno ha trabajado a marchas forzadas utilizando mecanismos de emergencia para responder a las necesidades urgentes en materia de comunicación en el sector privado. A través de redes privadas autorizadas para transmitir por sistemas distintos al de Telecom, y mediante una combinación de ayudas de las aerolíneas nacionales y las empresas de comunicación de otros países se ha logrado crear un sistema paralelo de emergencia. Y todo indica que en la medida en que el paro dure más tiempo, se irán mejorando los sistemas alternativos de comunicación. Pero el secreto del asunto está en cuándo empezarán a verse los signos de funcionamiento de Telecom, pues aunque parezca absurdo, de la eficiencia de los ingenieros que están tratando de revivir los equipos depende no sólo el desenlace de este paro sino buena parte del futuro del Gobiemo de César Gaviria.