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La reconquista

Una agresiva estrategia está convirtiendo a España en el principal inversionista europeo en Colombia y América Latina.¿Qué hay detrás de esta ofensiva?

21 de agosto de 2000

En los albores del siglo XV la leyenda de El Dorado llevó a los españoles a izar las velas, desafiar mitos y adentrarse en la inmensidad del mar para llegar al Nuevo Mundo. Cinco siglos después han vuelto a fondear en costas americanas. Pero en esta ocasión en vez de espadas y cruces traen una estrategia de conquista de mercados bien pensada y muchos millones de pesetas para invertir.

No es aquella sed desenfrenada de oro inmediato. Todo lo contrario. Ahora de lo que se trata es de aprovechar la ventaja que ofrece la afinidad cultural de este gigante mercado de más de 500 millones de personas para cosechar frutos más adelante. “La inversión que ha llegado a la región no es para coger el dinero y devolverse para España como sucedió en el pasado. Es una inversión con vocación de permanencia, para quedarse”, dice José Ignacio Gafo, director del Centro de Promoción e Inversiones para Iberoamérica (CPII) en Madrid.

La inversión española en América Latina tuvo un crecimiento espectacular durante la última década. El monto invertido en la región se multiplicó por 24 en ocho años, al pasar de 520 millones de dólares en 1990 a 12.636 millones en 1998. Así, España pasó de ser un jugador marginal a ser uno de los principales inversionistas en Latinoamérica, al desplazar a las tradicionales potencias europeas (como Francia o Alemania) y desafiar en ocasiones la tradicional hegemonía de Estados Unidos.

El desembarco comercial se inició con la compra de la Compañía de Telecomunicaciones de Chile (CTC) por parte de Telefónica de España en 1990. A partir de ese momento varias empresas españolas, dotadas de una abultada chequera debido a la bonanza financiera en casa, salieron de compras en América Latina. El paquete de adquisiciones incluyó el control —o buena parte de la propiedad— de 24 bancos, 24 empresas de energía, 12 de telecomunicaciones y 16 de petróleo y gas. Así mismo, han participado activamente en proyectos de infraestructura, como acueductos y concesiones viales. Hoy por hoy los españoles son los más grandes operadores en comunicaciones de la región a través de la empresa Telefónica, son los banqueros extranjeros más importantes gracias a la presencia de los bancos Santander y Bilbao Vizcaya y tienen la cadena hotelera más grande de América Latina y el Caribe: Sol–Meliá.

En Colombia se empezó a hablar de la ‘reconquista española’ desde la compra del Banco Ganadero y de Bancoquia a mediados de los 90. Esta continuó con la adquisición de la Empresa de Energía de Bogotá por parte de Endesa en 1997 y con la venta reciente de Laciudad.com al portal español Terra. Y está en veremos la venta de la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB) a Telefónica. Pero, además de estos casos sonados, la oleada de inversiones en Colombia también abarcó otros sectores menos visibles, pero no menos importantes, como las concesiones viales, ferroviarias y aeroportuarias, los acueductos y el gas natural.



¿Por que España?

En un mundo cada vez más globalizado las inversiones y adquisiciones millonarias por fuera de las fronteras nacionales son muy frecuentes. Son la norma antes que la excepción. Sin embargo el caso de España ha llamado especialmente la atención. ¿Por qué han invertido tanto en América Latina y no en otros continentes? ¿Por qué países como Colombia han recibido tanta inversión española y no francesa o alemana? La respuesta está en la coincidencia de varios factores.

En los 90 la mayoría de países en desarrollo cambió su modelo económico. Se liberaron los flujos de capital y se permitió la participación del sector privado en actividades que siempre habían estado reservadas al sector público. Hasta hace 10 años en muchos de los países latinoamericanos era impensable que un particular operara un acueducto o una empresa de energía, o que construyera una carretera. Con las privatizaciones y concesiones de los últimos años apareció todo un horizonte nuevo de negocios para los inversionistas internacionales.

Mientras esto ocurría en América Latina, España atravesaba por una expansión económica sin precedentes. Durante la última década creció por encima del 3 por ciento y fue uno de los paises más dinámicos del Viejo Continente. Empezó a copar su capacidad de crecimiento dentro de sus fronteras y a acumular excedentes para invertir. Buscó entonces destinos en el exterior para exportar su capital.

América Latina se convirtió en el mercado ideal para las inversiones hispánicas. No enfrentaban mucha competencia de Europa porque varios de sus vecinos prefirieron invertir en el antiguo bloque soviético o en Asia. Además los españoles conocían el idioma, la cultura y la forma de hacer negocios. Podían ser competitivos sin mayor esfuerzo. Y si bien había riesgos, estaban en mejores condiciones para manejarlos. “Se ha superado la sensación de inestabilidad que tenían los gobiernos”, según dijo a SEMANA Miguel Angel Noceda, editor económico del diario El País, de Madrid.



Creer en Colombia

Cuando se les pregunta por qué invierten en Colombia la opinión de los españoles es casi unánime. “Es un país con un crecimiento económico sostenido de muchos años y una recesión coyuntural no hace que el atractivo del país se pierda”, dice Ramón Ross, director de desarrollo corporativo de Terra Networks, que acaba de invertir varios millones de dólares en el país. “Colombia tiene una trayectoria ejemplar de estabilidad económica dentro del continente”, coincide José María Ayala, presidente del BBV-Banco Ganadero. “Después de esta fractura retornará sin duda alguna a su senda”.

“El manejo económico ortodoxo de la economía colombiana es interesante para el inversor”, dice Javier Hernández Sinde, presidente de Gas Natural.

Además, como sostiene Mónica Aparicio, presidenta del Banco Santander en Colombia, “las apuestas son de largo plazo, y más siendo Colombia un mercado nada despreciable de 40 millones de personas”. Y no son sólo testimonios de fe en Colombia. Las cifras revelan que los españoles de verdad han creído en el país. Según los registros del Banco de la República, sin incluir petróleo, España ha sido la nación europea que más inversión ha traído a Colombia en los últimos cinco años, con 2.092 millones de dólares (33 por ciento del total del Viejo Continente)

Es cierto que la situación de orden público y la recesión económica han afectado negativamente a los inversionistas extranjeros, pero la convicción de muchos españoles es que invertir en Colombia sigue siendo atractivo debido a su buen comportamiento histórico y porque estratégicamente es imposible ignorar a este país dentro del objetivo más global de ganarse una participación de mercado en sectores en crecimiento de la región.



Encuentro cultural

El idioma es, obviamente, la primera identidad cultural. “España está viendo que Latinoamérica es su hábitat natural para hacer negocios”, dice Pedro Pablo Bajo, consejero económico de la embajada de Madrid en Bogotá. “Los españoles han tenido la visión de las identidades culturales como una ventaja frente a otros inversionistas”. Así mismo han encontrado en la región, y en particular en Colombia, profesionales de alto nivel y con gran capacidad de trabajo.

De esta forma, mientras otros países de Europa, como Alemania, orientaron gran parte de sus inversiones hacia Europa Oriental, que luego del colapso del muro de Berlín entró en un atractivo proceso de liberalización, España convirtió a América Latina en su mercado prioritario. “Es que comemos de lo mismo”, dice Gafo, director del CPII, quien sostiene que las empresas españolas que se han aventurado en el continente americano han arrastrado a muchas otras y se ha generado un “efecto dominó” que le ha abierto la puerta a mucho capital europeo.

Otra afinidad cultural tiene que ver con la actitud de los españoles frente al riesgo. Varios banqueros de inversión consultados por SEMANA coinciden en afirmar que perciben un menor riesgo en Colombia, en comparación con inversionistas de otros países. Saben que puede haber negocios prósperos en entornos de inseguridad.



Las brechas

Pero no todo son afinidades entre los españoles y los latinoamericanos. Hay diferencias, y grandes. La percepción del tiempo de los negocios, por ejemplo. España invierte con la mira puesta en el largo plazo. Los latinoamericanos, acostumbrados a economías más volátiles, tienden a ver sus oportunidades de negocios en coyunturas de corto plazo. Por muy latinos que se sientan los españoles han adoptado el modelo europeo de hacer negocios, el cual deja poco a la improvisación. Y ese modelo choca con los permanentes cambios y bandazos en las reglas del juego que ocurren en los países de la región. “En América Latina hay una nociva propensión a negociar las reglas con cada empresa y según el momento”, dice Gafo.

Hay otra diferencia que señalan varios de los españoles en la manera de hacer negocios entre los dos continentes. Tiene que ver con el estilo de negociación. Entre españoles es más directo, más al grano; entre latinoamericanos es más formal, más ceremonioso y laberíntico. Pero a la vez, entre los primeros, las relaciones son más frías. Entre los latinoamericanos son más personales y cálidas. ¿Alguna especificidad de los colombianos? “El colombiano es muy activo: hace más a fondo todo, lo bueno y lo malo”, dice Ayala, del BBV-Banco Ganadero.



Legado iberico

En general haber logrado empresas competitivas y dinámicas en el ámbito europeo ha hecho que el desembarco de los españoles a América Latina haya inspirado a los empresarios locales en algunos sectores que se estaban demorando mucho en cambiar.

“Para insertarse en la Unión Europea, España tuvo que ajustar mucho sus índices de eficiencia en el sector financiero”, dice Aparicio, del Santander. “Esa es una capacidad que los españoles le están transfiriendo al sistema financiero colombiano y que, desafortunadamente, no se ha visto porque coincidió con la crisis del sector. Cuando se vuelva a la normalidad esa contribución se verá en toda su dimensión”. Para Ayala, del Ganadero, la llegada de los bancos españoles “puso en movimiento todas las neuronas del sector, tanto estructuralmente, reforzando la tendencia hacia menos entidades, más fuertes patrimonialmente, como en el mercado, agilizando la competencia por los clientes”.



Frente en alto

En general la visión española de Colombia es optimista. Más inclusive de lo que puede ser la de los propios empresarios nacionales. Pese a que casi todos hicieron sus inversiones ad portas de la crisis económica más severa de la historia reciente de Colombia. Prácticamente todas las empresas ibéricas en Colombia tuvieron pérdidas que, en algunos casos, han tenido que solventar con capitalizaciones frescas. Sin embargo ninguno piensa hoy que se equivocó. “Independientemente de la situación coyuntural, económica y política estas inversiones vienen a quedarse”, dice Bajo, de la embajada española. “Estamos convencidos de que la complicada situación social del país no afectará la estructura empresarial y económica, que cuenta con elementos para superar los problemas actuales y con expectativas de un buen futuro empresarial”, dice Ros, de Terra.

“Van a seguir viniendo los españoles a Colombia”, dice Ayala, sin un atisbo de duda. “Estamos en la línea de mejora, cuando hace dos años lo único que se veía era el precipicio”.

Pero las cosas no van a prosperar como se espera si en Colombia no hacen primero varias tareas. “Hay que aclarar y simplificar los controles del Estado y buscar una estabilidad mayor en las reglas de juego”, dice Hernández, de Gas Natural. Una regulación adecuada es fundamental para el éxito de las inversiones, entre otras cosas porque protege a los consumidores sin entorpecer la operación de las empresas.

Para Mónica Aparicio, Colombia tiene todavía que completar su tarea de ajuste fiscal y ordenamiento de sus finanzas para poder ingresar definitivamente al grupo de los países de América Latina que ya la hicieron y por eso están recibiendo el grueso de la inversión española, entre ellos México, Brasil, Argentina y Chile.

La gran incógnita que flota hoy en el mundo de las inversiones españolas en Colombia es la venta de la Empresa de Teléfonos de Bogotá. Hay un interés manifiesto de Telefónica Española pero al parecer, más por problemas internos de la empresa que por lo que suceda en Colombia, esta decisión aún está por verse. De llegar a concretarse sería una de las inversiones más grandes que haría una firma española en este país. Y en ese caso se podría a afirmar que España encontró un inesperado Dorado cinco siglos después de haber comenzado a buscarlo.