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C O N F L I C T O

La tercera guerra

El asesinato de dos parlamentarios y la llegada de 1.000 ‘paras’ señalan el inicio de su nueva lucha por controlar la rica Arauca. El paro armado de las Farc busca detenerlos.

12 de noviembre de 2001

A Luis Alfredo Colmenares Chía, representante liberal a la Cámara por Arauca, le inquietaba más el futuro inmediato de su departamento que su sangriento presente: “Lo grave es que esta vaina se va a poner aún más fea”, le pronosticó a un allegado suyo, en Bogotá, al conocer del asesinato de su amigo y también parlamentario Octavio Sarmiento Bohórquez.

Caracterizado dirigente político de izquierda y sobreviviente de la Unión Patriótica, Sarmiento Bohórquez fue muerto a bala el pasado 2 de octubre en su pueblo natal de Tame. Los asesinos llegaron en la madrugada a su finca y lo sacaron para fusilarlo a sangre fría. Aunque Colmenares Chía era su amigo y paisano prefirió no ir a su entierro por físico miedo. “¿Cómo voy a asomarme por allá? Eso está muy peligroso. Es mejor no correr ningún riesgo”, afirmó. De nada le valieron las precauciones: el lunes de la semana pasada también fue muerto a tiros, a plena luz del día, en una de las calles más congestionadas del norte de Bogotá.

Los paramilitares se adjudicaron el primer crimen. “Díganle a todo el mundo que somos de las autodefensas del Casanare”, advirtió en su huida uno de los hombres, que además se llevaron a Fortunato Sarmiento, hermano de la víctima, de quien no se tiene rastro. Si bien Colmenares Chía tenía múltiples enemigos las evidencias apuntan a que su muerte también fue obra de la extrema derecha. “En su primera hipótesis, que no es definitiva puesto que la investigación apenas se inicia, la Policía cree que pudieron haber sido grupos paramilitares los que perpetraron el asesinato”, afirmó el ministro del Interior, Armando Estrada. Con esta acción las autodefensas le anunciaron al país que por Arauca se libra una guerra a muerte.

Un informe de la Policía señala que desde hace varios días Carlos Castaño ordenó el desplazamiento de un alto número de paramilitares de Casanare, Boyacá y Meta hacia Arauca con el fin de ‘recuperarla’ pues en las últimas dos décadas el departamento ha sido un bastión de las Farc y del ELN. Esta versión coincide con el anuncio del Partido Comunista (regional Arauca) que la semana pasada denunció “el ingreso al departamento de un millar de integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que tienen su centro de operaciones en Hato Corozal, veredas de Puerto Colombia, El Carajo y Las Cruces, sobre el río Casanare”.

El acceso de los paramilitares no ha sido fácil pues las Farc impusieron un paro armado desde el viernes 28 de septiembre. Así impiden la movilización de cualquier persona o vehículo. “Nadie puede moverse y al que lo haga le va a salir caro”, advirtió ‘Rafael’, experimentado guerrillero en jefe del frente X. Su orden se ha cumplido casi al pie de la letra, por lo que el departamento ha empezado a vivir un desabastecimiento que el gobernador Federico Gallardo califica de “alarmante”. Según estimativos las dos semanas de parálisis han causado pérdidas que ascienden a 7.000 millones de pesos. Con la ausencia de transporte, la escasez de alimentos ha ido en aumento. Y los pocos comerciantes que aún conservan víveres no se atreven a abrir sus locales por temor a la represalias de los guerrilleros de las Farc.

Algunas voces están pidiendo a la ONU que interceda ante la guerrilla para abastecer. Sin embargo las Farc no parecen estar dispuestas a ceder. Al contrario, el lunes de la semana pasada un grupo de hombres armados llegó a la casa del taxista Rubén Castillo, a quien acusaron de haber violado el paro al hacer varias carreras. Lo asesinaron. Los 500 conductores de las cinco empresas de taxis que operan en Arauca expidieron un comunicado en el que solicitan los excluyan del conflicto. La guerrilla lo rechazó con el argumento de que no va a permitir el acceso de ninguna persona porque puede tratarse de un paramilitar.

Esta es la tercera guerra que se libra en menos de una década por el control de un departamento que puede producir 120.000 barriles diarios de petróleo por un valor de tres millones de dólares. El frente Domingo Laín del ELN libró la primera guerra bajo la dirección de Armel Augusto Robles Cermeño, conocido como ‘El Chino’, quien fue su comandante por muchos años. Con la extorsión a las empresas contratistas alrededor del negocio petrolero y de los gobiernos locales este frente produjo las mayores utilidades del ELN durante gran parte de la década del 90.

Luego llegaron las Farc, con Germán Briceño Suárez, ‘Grannobles’, a la cabeza, a disputar esa fuente de recursos para la guerra. A sangre y fuego —aun en combates abiertos con los ‘elenos’— las Farc no sólo impusieron su ley sino que desplazaron al ELN, incluso en su tarea primordial de chantaje: las voladuras al oleoducto Caño Limón-Coveñas. La intención de las Farc es apoderarse del sistema impuesto por el ELN, que lentamente había penetrado el poder local para tener un control de la política y de los grandes recursos petroleros. Ese codiciado botín es el sueño de los hombres de ‘Manuel Marulanda’.

En el desarrollo de este conflicto se disparó la guerra sucia contra los políticos que cada bando armado identificaba como cercano al contrario. Desde que Arauca se erigió en departamento, hace 10 años, el saldo es desolador: 25 dirigentes han sido asesinados. Los dos últimos fueron los dos parlamentarios titulares. Hay casos tan notorios como el del municipio de Fortul, donde en menos de dos años hubo cinco alcaldes pues eran asesinados uno tras otro sindicados por sus enemigos de ser o del ELN o de las Farc.

Ahora todas las evidencias apuntan a que se inició la tercera guerra. Es decir, la llegada de los paramilitares, que buscan desalojar a los guerrilleros de las Farc y lo que queda del ELN. No se sabe si tendrán éxito. Lo único seguro es que quienes siempre pierden son la inmensa mayoría de araucanos trabajadores, pues no sólo son utilizados y señalados por los actores del conflicto, sino que además ahora están sin alimentos y sin bebidas ante el sabotaje de la guerrilla y la incapacidad del gobierno nacional para desmontarlo. Y ni siquiera cuentan con las regalías del petróleo pues la explotación está paralizada debido a la escalofriante cifra de 134 atentados contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas realizados en lo que va corrido del año. El miedo colectivo que han provocado estos hechos sólo es comparable al vivido recientemente en Barrancabermeja, a donde llegaron los ‘paras’ para pelear contra la guerrilla e imponer su paz, una paz que cada vez se parece más a la de los cementerios.