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La última seña

La elección del último Designado demuestra que el Partido Liberal aún le hace caso a Gaviria.

7 de septiembre de 1992

A PESAR DE QUE DESDE HACE VARIAS SEMAnas, en los círculos políticos se había dado por descontado que el ministro de Gobierno Humberto de la Calle se convertiría en el Designado a la Presidencia, los problemas afrontados en las últimas semanas por el presidente César Gaviria, tras la fuga de Pablo Escobar, obligaron a protagonistas y observadores a ver en el episodio de la elección del último Designado de la historia, algo más que un proceso cantado y rutinario.
Pocos días después de los sucesos de Envigado, parecía claro que si algo se estaba tambaleando en materia política como consecuencia de esos hechos, era la posibilidad de que los parlamentarios liberales aceptaran la señal que, como es costumbre en el país, el Presidente debía darles para que definieran el candidato a la Designatura, en especial si esa señal era por alguien tan cercano a Gaviria como De la Calle.
La hora cero estaba fijada para la mañana del martes 4, cuando debía celebrarse una junta de parlamentarios liberales convocada con la misión de definir el nombre del candidato único que el partido presentaría a la sesión conjunta de Cámara y Senado esa tarde. Ocho días antes y en medio de la tormenta política por el caso Escobar, las aguas habían acabado de enturbiarse con motivo de una declaración del ex presidente Misael Pastrana, quien rompió todas las costumbres existentes de dejar en manos del partido del primer mandatario el asunto del Designado, y propuso el nombre de otro ex presidente, Julio César Turbay Ayala.
Esa declaración, que hubiera podido ser el principio del fin para De la Calle, terminó siendo en realidad, el principio de su salvación, en virtud precisamente de las carambolas de la política. En efecto, unas 48 horas después de que el ex presidente conservador propusiera a Turbay, su hijo, el senador Andrés Pastrana se tropezaba con una sólida muralla liberal de defensa del Gobierno, en su intento por liderar el debate en el Congreso por la fuga de Escobar. Y el triunfo liberal que salvó al Gobierno, salvó también a De la Calle, pues hizo carrera en los corredores del Capitolio que la declaración del ex presidente Pastrana y la intervención de su hijo en el Senado, hacían parte de un mismo y único intento por hacer aparecer débil al presidente Gaviria, no sólo cuestionándole a sus ministros sino sugiriendo que se necesitaba un Designado con talla de ex presidente, por si las moscas.
El presidente Gaviria, consciente de que a pesar de la recuperación de su liderazgo frente al partido tras el debate del caso Escobar, algunos sectores parlamentarios podían estar pidiendo algo a cambio del respaldo que le habían brindado, prefirió jugar a la prudencia. En diferentes reuniones con los parlamentarios de su partido, les hizo saber que no haría ninguna señal, salvo que así se lo solicitara la junta de parlamentarios del martes.
De ese modo, Gaviria se cubría ante cualquier eventualidad. Si, como era bastante probable, de la junta surgía un consenso en torno a solicitarle la señal, él la daría. Si no, mantendría su neutralidad y no habría riesgo de que lo derrotaran. Pero la habilidad iba más allá. Al transmitirle a los parlamentarios que daría la señal si se la pedían, los dejó sin alternativa distinta a pedírsela o cometer con él un acto de profunda descortesía.
Sus cálculos fueron acertados. La junta se reunió y por unanimidad designó una comisión que fuera a la Casa de Nariño a pedir la señal. El Presidente, como es lógico, estaba preparado para ello y les entregó una larga carta, llena de elogios a todos los aspirantes -Hernando Durán, Otto Morales, Edmundo López y Juan Manuel Santos- y postulando, con más elogios aún, a De la Calle.
La señal fue acogida por inmensa mayoría -nueve de cada 10 votos- y el nombre de De la Calle fue presentado a la sesión conjunta de las cámaras. Allí, una tras otra, todas las fuerzas políticas -liberales, conservadores, Salvación Nacional, Nueva Fuerza y el M-19- respaldaron a De la Calle, lo cual se vio reflejado en la votación: 201 por el ministro, dos por Otto Morales, uno por Durán Dussán, uno por Carlos Julio Gaitán y 21 en blanco.
De la Calle, quien había permanecido a la expectativa en la sede social del Senado, fue llamado al salón Elíptico, donde en un breve discurso agradeció la elección y la interpretó como un acto de indiscutible respaldo al Presidente. "En cuanto a mi vida pública la elección de hoy basta y sobra", agregó tratando de despejar las inquietudes que su nombre puede despertar entre algunos parlamentarios samperistas, que temen que De la Calle se pueda llegar a crecer para el 94. Esta posibilidad es bastante remota, dada la ventaja de Ernesto Samper en las encuestas. Pero que existe, existe, en especial después de la elección de la semana pasada.