Home

Nación

Artículo

Las cuentas claras

Alvaro Gomez pide ser investigado ante acusaciones de desfalco de su protegido político en París.

22 de febrero de 1993

DESDE QUE ALVARO GOmez, jefe de la misión en París, afirmó a los medios de comunicación hace dos semanas que el faltante de cerca de 100.000 dólares, descubierto en las cuentas de la embajada de Colombia, era tan sólo un "desorden contable" cometido por el ministro plenipotenciario Rafael Orozco, las suspicacias comenzaron.
Para muchos era inconcebible que el hombre de confianza y protegido político de Gómez hubiera cometido irregularidades y que encima de eso hubiera traicionado a su jefe político. El primero en no creerlo fue el propio Gómez, quien rápidamente salió a absolverlo antes de que hubiese terminado la investigación preliminar iniciada por la Cancillería el 30 de diciembre a petición del propio embajador. Su argumento era contundente. Las cuentas ya estaban en orden, nunca hubo faltante y todo había sido controlado.
Sin embargo la prueba de que en la embajada en París hubo más que un desorden contable, es que en la investigación preliminar, que acaba de terminar, la Cancillería ha encontrado méritos para iniciar una de carácter disciplinario contra Rafael Orozco. En caso de encontrársele culpable, la sanción podrá llegar hasta su destitución.
Por el momento, lo claro es que sí hubo un faltante, y que este fue reintegrado en su totalidad por Rafael Orozco en menos de 10 días. Y que estas irregularidades van más allá de las aceptadas por el propio Orozco, quien afirma que se trata de una vendetta política y que lo que hizo fue haber utilizado indebidamente dineros para arrendar un bus con el propósito de llevar a unos niños colombianos a EuroDisney.
La verdad es que el ministro plenipotenciario, aprovechándose de la confianza que le tenía su jefe y protector político, manejó las cuentas de la embajada como si fueran sus cuentas personales. El era el encargado del manejo de las mismas y tenía registrada su firma.
Orozco consiguió extraer cerca de 80 millones de pesos en siete meses, logrando burlar en sus informes a la Cancillería y al mismo Gómez, quien firmó ciertos documentos sin saber que su hombre de confianza estaba incurriendo en irregularidades.
Durante casi seis meses Orozco hizo traspasos a su cuenta personal de dineros de la embajada, giró cheques a su mujer, a su madre y a varios N.N sin que nadie lo supiera. De no haber sido porque él se encontraba en Bogotá a mediados de diciembre, cuando las embajadas tienen que hacer sus balances de fin de año, y le tocó a otro funcionario cuadrar las cuentas, los faltantes no se hubieran detectado.
En el registro de ingresos y egresos por concepto de arrendamiento y sostenimiento de la misión, que él envió al Ministerio de Relaciones Exteriores, alteró la tasa de cambio de francos franceses por marcos alemanes. La tasa de cambio de Orozco era de 20 puntos menos que la oficial, lo que le generó 45.000 francos. Según el ministro plenipotenciario, todo esto no fue más que un "lapsus mecanográfico". El día en que la noticia apareció por la radio, casi la totalidad de los 554.000 francos habían sido reintegrados por el diplomático.
Con el reintegro se trató de dar el episodio por terminado. Sin embargo la coartada de Orozco no funcionó. El insiste hasta hoy que los giros hechos a su esposa, a su madre y a él mismo provienen de su cuenta personal. Pero en los extractos de banco en París se ve claramente que estos retiros fueron hechos de la cuenta 10017001190, que aparece a nombre de la embajada de Colombia. Esta cuenta fue abierta por Alvaro Gómez y Rafael Orozco al llegar a París, con fondos que el Ministerio destinó para las obras y reparaciones de la residencia del embajador. Fue de esta cuenta que Orozco retiró la mayor cantidad de dinero en virtud de que la auditoría de la Cancillería era menos rígida.
Para Alvaro Gómez todo este episodio ha sido muy desagradable. Su hombre de confianza y su más cercano colaborador podría llegar a ser el protagonista de un posible peculado por apropiación. Esto lo ha enfrentado a un forcejeo entre la lealtad personal y sus responsabilidades como hombre público.
Todo indica que primaron las consideraciones de amistad. Y esto, aunque humanamente comprensible, ha enredado el caso. Pese a que nadie lo vincula con el problema, el embajador, para evitar suspicacias, ha pedido a la Cancillería que investigue su conducta. El gesto ha sido bien recibido y se espera que el escándalo quede terminado. -