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"LAS FARC ESTAN COMETIENDO UN GRAVE ERROR"

ENTREVISTA ALFONSO LOPEZ MICHELSEN

21 de octubre de 1985

La Subdirectora de SEMANA, María Elvira Samper, entrevista a Lopez Michelsen SEMANA. ¿Cuál fue el propósito de su encuentro con los altos mandos de las FARC?
LOPEZ MICHELSEN: Fuí en misión de buena voluntad, sin llevar la representación de nadie y casi que en contradicción con mis propios planteamientos anteriores, en el sentido de que sólo deberían ir personas con peso político específico, que no es mi caso en las actuales circunstancias.
S.: Pero se sabe que su viaje ha causado malestar entre los miembros de las comisiones de para que al parecer sintieron que el hecho de que el gobierno hubiera llevado a una persona con su investidura, le quitaba piso a los que venían negociando...
L.M.: Es que a mí no me llevó el gobierno. Yo no fui invitado por el Presidente de la República ni por el ministro de Gobierno, sino por unos representantes de la UP, que me habían visitado en mi residencia. No fui a negociar nada a nombre de nadie, ni a llevar propuestas. Sólo fuí a oírlos como un ciudadano común y corriente.
S.: Con todo respeto, señor Presidente, usted no es un ciudadano común y corriente. Mal que bien, usted representa a las jerarquías de un partido que, hasta donde puede verse, tiene sectores muy fuertes que han expresado serias reservas en todo este proceso. ¿No cree que puede crear confusión el hecho de que un ex presidente actúe en cierta forma como rueda suelta?
L.M.: Es que a mí me parece logico que no todo el mundo esté de acuerdo. Al fin y al cabo, se trata de un proceso muy difícil con enormes implicaciones. Ahora, en cuanto a lo de rueda suelta no sé porqué me lo aplican sólo a mí. Carlos Lleras lleva más de 10 años de rueda suelta y ahí sí no pasa nada. Turbay expresa reservas sobre políticas adoptadas por la Dirección Nacional del partido, como la elección de alcaldes, y nadie le dice rueda suelta. Para mi, rueda suelta es el que con la investidura de ex presidente monta una insurgencia contra los resultados de una Convención legítima.
S.: ¿Por qué cree usted que los conservadores no quisieron ir a La Uribe?
L.M.: Yo creo que a la gente hay que creerle. Según Martínez Simahan, porque no querían hacerle sombra a Barco. Creo que es la primera vez que un jefe de debate se preocupa por no hacerle sombra al candidato del partido contrario.
S.: Hay un punto que se está discutiendo, el de la extensión de la tregua 9 meses más después del 1° de diciembre. ¿Qué opina al respecto?
L.M.: Yo creo que una tregua con fecha es absurda. En esta materia hay dos aspectos: cuando hay plazo y cuando hay condición. La cuestión de la relación gobierno-guerrilla no puede ser de plazos, los procesos no se pueden hacer con fechas fijas. Es una cuestión de evaluación para verificar si se están cumpliendo las condiciones que conducen a la paz. Si las condiciones se incumplen de uno u otro lado sistemáticamente, quiere decir que el proceso de paz abortó.
S.: Sin embargo, el acuerdo de La Uribe se firmó con base en una fecha. ¿Cree, entonces, que se cometió un error?
L.M.: Sí. Tal vez no era evidente en ese momento, cuando había demasiadas consideraciones en juego. En la práctica, el concepto de tregua con fecha es inaplicable. La prueba es que el M-19 no esperó el plazo, sino alego que no se habían cumplido las condiciones. Lo mismo hubiera podido hacer el gobierno en casos anteriores frente al M-19, como Corinto o El Hobo.
S.: Pero si la tregua se extiende, se presenta el problema que algunos han señalado: que las campañas electorales se llevarán a cabo con un partido armado... Inclusive hay quienes piensan puede darse el caso de que no hayajelecciones.
L.M.: Elecciones va a haber. Todos esos cantos de sirena hay que verlos con un granito de sal. Una de las tradiciones seculares de este país es que antes de elecciones hay siempre alguien que sale a decir que no va a haber elecciones o que la violencia y el fraude amenazan el proceso electoral. Ahora la existencia de la Unión Patriótica ha puesto ese argumento en bandeja de plata. La diferencia es que antes le echaban la culpa a los gobiernos. Esto no quiere decir que la llamada tregua con gente armada sea un problema de poca monta.
S.: Bueno, volviendo a la reunión de La Uribe, ¿cómo ve usted la posición de las FARC?
L.M.: Me parece que las FARC se están contagiando del M-19 de vivir de generalidades, como la del "diálogo nacional" o el "gran planteamiento". El anterior acuerdo de La Uribe fue sumamente pragmático al poner sobre la mesa cuáles eran las aspiraciones en materia de reformas: principalmente, apertura electoral y reforma agraria. En reforma agraria se ha avanzado mucho. Se ha logrado un acuerdo en la mesa de negociación y algunos conceptos de los alzados en armas fueron aceptados por los representantes de los partidos políticos, dejando a ambas partes satisfechas. ¿Si el gobierno acepta este proyecto, no constituiría una aproximación razonable a las aspiraciones de modificar las estructuras? La apertura política también está funcionando. Lentamente, pero ahí va.
S.: Su posición se ve mucho más optimista que la de los voceros de las FARC.
L.M.: Creo que las FARC están cometiendo un grave error, no se están dando cuenta del momento que están viviendo. Una apertura de la magnitud de la que ha propiciado Betancur, no se volverá a ver en Colombia. Yo mismo he reconocido que no hubiera podido llegar tan lejos de haber sido elegido Presidente. A mí no me habían permitido, por ejemplo, darles cita a los guerrilleros en España o en México, o sostenerlos por cuenta del Estado en Residencias Tequendama o perseverar en la búsqueda de la paz a pesar de tantos insucesos. Son pasos que nadie se había atrevido a tomar, que la guerrilla nunca había visto y que posiblemente no volverá a ver, porque hay un límite en la paciencia de la opinión publica y en el temperamento mismo de los gobernantes. Estos nuevos hechos o nuevas actitudes por parte del sistema, requieren nuevos hechos y actitudes por parte de la guerrilla.
S.: ¿Y no ve estas actitudes por parte de ellos?
L.M.: No, lo que veo son las mismas posiciones rígidas de antaño. Cuando se estaba llegando a lo concreto, ellos pasaron a lo abstracto. Están contra la Constitución que dizque porque tiene 100 años, pero no puntualizan las criticas, ni menos aun presentan las reformas sustitutivas. Exponen con mucha claridad la concepción marxista del Estado como una fuerza represiva al servicio de la burguesia, pero no son igualmente claros en cuanto a sus propias aspiraciones. Piden la reglamentación del articulo 121, pero tampoco dicen cómo.
S.: Pero al fin y al cabo un grupo guerrillero no puede hacer otra cosa que pedir reformas de las estructuras.
L.M.: Puede que tengan que pedirlas, pero no se puede esperar a hacer la revolución por contrato, como dije en Cali el año pasado. No se puede hacer caso omiso del hecho que, hasta las últimas elecciones, los dos partidos tradicionales representaron más del 95% de la opinión expresada en las urnas, y aún echando por copas, lo que representarían los alzados en armas no llegaría al 5%. Este 5% no puede pretender que el Ejecutivo y el Legislativo se comprometan, como condición para la paz, a llevar a cabo reformas de estructuras, distintas de darles garantías para hacer proselitismo. El limite entre lo que es legitimo pedir y lo que seria exigirle a los partidos tradicionales que pongan en vigencia, es muy dificil de establecer, y amenazar con las armas para condicionar la paz a que se lleven a cabo determinadas reformas y que la mayoria se someta a la minoría, es algo inadmisible en una democracia.
S.: Usted dice que no se puede esperar una revolución por contrato. Entonces, ¿a qué pueden aspirar las FARC?
L.M.: Lo que tienen que decidir es si están exigiendo unas garantias y condiciones propicias para adelantar libremente una tarea de proselitismo, o si a lo que aspiran es a imponer determinadas reformas contra la voluntad del llamado "establecimiento".
Es ahí donde aparece una dicotomía dificil de resolver para un grupo guerrillero. Si lo que quieren son garantías para ejercer sus derechos ciudadanos, al igual con los otros partidos, las tienen o deben tener todas, y a ello debía circunscribirse la relación gobierno-oposición constitucional. Es dificil para un partido que se proclama revolucionario escoger entre limitarse a exigir garantias a las que tienen derecho, o imponer por la fuerza reformas revolucionarias, que es la esencia del marxismo-leninismo.
Ese es el meollo de la cuestión. Sin embargo, creo que si se llega a un acuerdo sobre las reglas del juego, existe una voluntad nacional para adelantar ciertas reformas, como la agraria, cuyo progreso ya destaqué, la urbana, la financiera, la eleetoral, en donde se puede tener en cuenta la posición de la guerrilla como oposicion constructiva. A esto se puede aspirar, pero no es realista ponerlo como requisito previo. Y calificar sus méritos desde un punto de vista extremo para, según ellos, empuñar o no las armas.

S.: ¿Qué opina de la propuesta de que los militares participen en las comisiones.
L.M.: Es darles una posición política, un status que no tienen dentro del panorama colombiano. Podemos ser "democrateros" o "santanderistas", pero para mi es mejor que el Ejército dependa del poder civil y el jefe de las Fuerzas Armadas sea el Presidente de la República, a que las Fuerzas Armadas tengan vida propia y los mandos militares constituyan un factor político más. La posición de las FARC, por lo demás, es contradictoria, pues, por un lado, consideran que participar en las conversaciones de paz es una función del Ejército, y por otro, pretenden confinar a los militares a sus cuarteles para que no se salgan de su misión.
S.: Presidente, ¿cree usted que a pesar de todas las contradicciones puede lograrse la paz?
L.M.: Yo soy optimista. Mi conclusión es que, a pesar de los problemas, existe voluntad de ambas partes, que es lo importante. Creo que es necesario dejar a un lado las abstracciones y pasar a los hechos concretos, al cotejo en blanco y negro de los mismos. Sólo así la paz es alcanzable.
S.: Para terminar, por qué no nos da su impresión sobre cómo ve las campanas presidenciales.
L.M.: Yo solamente veo una campaña en pleno auge, la de la reelección de Belisario.