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Las molestias por los ascensos militares

Cada año, la junta de generales y almirantes de las Fuerzas Armadas selecciona a los coroneles y capitanes de navío que merecen ser ascendidos. Por su estructura piramidal, muchos quedan por fuera, lo que siempre genera disgustos y frustraciones.

22 de octubre de 2010

Pocas organizaciones en el mundo funcionan como la de los militares. Tal vez la que más se asemeja es la Iglesia católica. Así como los cardenales escogen en un cónclave a puerta cerrada en el Vaticano el nombre del nuevo Papa, así los superiores militares eligen en secreto, cada año, qué coroneles (en el caso del Ejército y la Fuerza Aérea) y capitanes de navío (en el caso de la Armada) ascenderán a generales y almirantes, la máxima distinción y el mayor honor para un uniformado.

Esa elección ocurrió el viernes de la semana pasada. La actual junta de generales y almirantes de las fuerzas armadas, junto con el Ministro de Defensa, escogió los oficiales que serán ascendidos. Como todos los años, durante todo el día a puerta cerrada en la Escuela Militar de Bogotá se estudió la lista de los aspirantes. Se evaluaron sus hojas de vida, sus reconocimientos, sus virtudes y sus debilidades. Se verificó si tienen investigaciones disciplinarias, penales, en fin, cualquier antecedente que pueda influir en la decisión.

Antes de las 7 de la noche, la lista con los 17 oficiales se hizo pública (Ver documentos). Y como era de esperarse, hubo sorpresas. Por ejemplo, el coronel que comandó la Operación Jaque no fue llamado para ser general. Él se llevó, casi en silencio, todos los honores tras lograr rescatar a 15 secuestrados de las Farc el 2 de julio de 2008, entre ellos la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt y los tres norteamericanos.

Como él, tampoco fue ascendido el coronel que comandó la Operación Camaleón el pasado 13 de junio, cuando se logró rescatar al general Luis Herlindo Mendieta, el coronel Enrique Murillo, el coronel William Donato Gómez y el sargento Arbey Delgado, quienes llevaban más de 10 años en poder de las Farc.

Este último oficial fue quien le presentó la idea al general Óscar González, ex comandante del Ejército, para ejecutar una operación de alto impacto.

La primera vez que le mostró su propuesta, González la rechazó porque después de ‘Jaque’ nada similar parecía posible. Sin embargo, ordenó que lo llamaran nuevamente y escuchó de su voz la manera como se acercarían al campamento, en las selvas del Guaviare, donde estaban escondidos los secuestrados. En teoría, nadie como estos dos coroneles merecían ascender. Sin embargo, no quedaron en la lista de elegidos.

Otro caso que llamó la atención fue el del capitán de la Armada Luis Jorge Tovar Neira, quien sí fue llamado para adelantar el Curso de Altos Estudios Militares (CAEM). Su nombre apareció el año pasado en el polémico caso del almirante Arango Bacci, presuntamente por haber presentado falso testimonio, momento en el que la Procuraduría pidió investigar a Tovar quien era el jefe de contrainteligencia; al almirante Barrera y al hoy comandante de la Armada, almirante Álvaro Echandía Durán. Sin embargo, esta investigación no prosperó.

Por eso, el pasado lunes el abogado del capitán Tovar, Hernán Jiménez, sacó un comunicado de cuatro puntos en el que aclaraba de su cliente que “su única participación en este proceso fue entregar un recibo a la Fiscalía General de la Nación, una vez hechas las labores previas de verificación, tal como lo ordena la ley. Acciones avaladas por la propia Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia dentro del control de legalidad que hizo del proceso en su momento”.

Debido a la estructura piramidal, necesariamente siempre habrá buenos oficiales que se queden por fuera, mientras el criterio para escoger al nuevo generalato no siempre dependerá de la hoja de vida, ni de las medallas, ni de las operaciones exitosas que hayan logrado. Entonces, ¿qué es lo que, al final, incide en este tipo de decisiones?

Al banquillo

Hay un comité de generales que durante todo el año se dedica a recoger información de los coroneles full (de tres estrellas) que aspiran a ser generales. Se averiguan los datos desde que nacieron, la familia, las notas, los problemas que han tenido en la institución, las felicitaciones, los reconocimientos. Terminada esa recopilación, a cada general de la junta se le envía la información, un concepto sobre el oficial (aspectos positivos y negativos) y su foto. Incluso, el Congreso de la República emite un concepto de los candidatos.

Después, el momento más difícil es el día de la elección en la Escuela Militar. Durante la jornada se exponen las hojas de vida, se comentan en público los evaluaciones sobre ese oficial y, al final, en una urna cerrada, cada general deposita en secreto el nombre o nombres de los coroneles que, según ellos, deben ser ascendidos. En un tablero se escriben los votos que ha obtenido cada oficial, quien debe lograr las dos terceras partes de los votos para ser llamado al Caem (Centro de Altos Estudios Militares). Allí puede resultar un coronel escogido ó 20. La cifra no importa.

En las exposiciones que se hacen ante los generales, se denudan los más mínimos detalles de la vida del oficial, de su familia.
 
“Eso es muy tensionante y desgastante porque aparecen facetas desconocidas de los oficiales. Se dice en público si le conviene o no a la institución que esa persona llegue a ser general, lo que dice la gente de él, en fin. Lo importante es que haya una evidencia creíble, no puede ser sólo un rumor. Y claro, hay gente que se quema, incluso hay coroneles llamados a general que se sorprenden con la decisión porque nunca sonaron. Puede que sea injusto, porque no quiere decir que los que quedan por fuera sean malos, pero lo que se busca es elegir a las personas más idóneas en el desempeño de sus funciones como general”, dijo a Semana.com el general (r.) Néstor Ramírez, quien fue segundo comandante del Ejército.

De ahí que dentro de las Fuerzas haya molestias y frustraciones después de escoger a quienes llevarán el sol en sus presillas. Esa decisión, finalmente, la avala el presidente de la República Juan Manuel Santos, quien, vale recordar, viene de ser ministro de Defensa del ex presidente Álvaro Uribe. Él conoce muy bien a estos coroneles que ascienden y, seguramente, también tiene qué decir al momento de escoger quién se queda y quién no.