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Las refinerías de la selva

Una operación dejó al descubierto cómo las bandas organizadas roban petróleo para convertirlo en combustible para el narcotráfico.

23 de diciembre de 2017

Uno de los procesos industriales más complejos consiste en transformar el petróleo crudo en combustibles útiles. Las petroleras y los gobiernos invierten millones de dólares en sofisticadas refinerías para tal fin. Sin embargo, desde hace algún tiempo los delincuentes colombianos se han ingeniado un rudimentario método por medio del cual logran convertir el oro negro en una especie de gasolina. Sorprendentemente, todo esto pasa en medio de la selva.

Este método quedó al descubierto tras una serie de operaciones de la Fiscalía y el Grupo de Hidrocarburos de la Dijín, quienes entre finales de noviembre y los primeros días de diciembre arrestaron a 66 personas de 10 organizaciones criminales dedicadas a esta actividad. “Se trata de una iniciativa conjunta entre Fiscalía y Policía contra los delitos relacionadas con las reservas estratégicas del país”, explicó el director de la Dijín, general Jorge Luis Vargas.

A mediados de los años noventa era bien conocido que grupos ilegales y delincuentes comunes instalaban válvulas artesanales en los poliductos que transportaban gasolina. Vendían el combustible robado a precios inferiores en estaciones de gasolina y a narcotraficantes que la usaban como uno de los insumos para procesar cocaína. Las pérdidas eran millonarias.

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Ecopetrol adoptó una serie de medidas como usar marcadores para identificar la gasolina ‘buena’ de la robada, entre otras. Y las autoridades, por su parte, empezaron a tener controles más estrictos y a cerrar las vías de acceso hacia zonas de procesamiento de droga. El asunto mejoró dramáticamente. Sin embargo, con el tiempo, los delincuentes descubrieron cómo fabricar su propia ‘gasolina’.

“Comenzaron a instalar válvulas en el propio oleoducto para robar el crudo”, contó a SEMANA un oficial del grupo de hidrocarburos de la Dijín. “Es muy difícil rastrear y establecer el origen del petróleo por su propia consistencia”, explicó.

No se trata de un asunto menor. Según las estadísticas de Ecopetrol, el robo de petróleo causó pérdidas que superan los 32.000 millones de pesos. Solo en los últimos 2 años, los antisociales le robaron a la petrolera estatal 875.000 barriles, especialmente de los oleoductos Trasandino y Caño Limón-Coveñas.

Luego de extraerlo, los delincuentes cargan el crudo en carrotanques de empresas legalmente constituidas, que cuentan con permisos para transportar y comercializar combustibles líquidos. “Como tienen los papeles en regla y es difícil realizar un control técnico, eluden fácilmente los controles de las autoridades en las vías”, afirma el oficial de la Dijín.

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Ese petróleo tiene dos destinos: salir exportado hacia España o Estados Unidos, o entrar a las selvas del país. Los carrotanques descargan el crudo en parajes recónditos cerca de Tumaco, Nariño y la zona de Catatumbo en Norte de Santander, principalmente. Allí sus cómplices tienen acondicionados profundos huecos en la tierra en donde lo almacenan y lo cubren con plásticos. Ahí comienza la siguiente etapa.

Calientan el petróleo en tanques metálicos. El vapor sale por unos tubos que a su vez van a afluentes de agua para condensarlo. Una vez ‘refinado’ llega a unos bidones en donde lo almacenan (ver fotos). El combustible obtenido, similar a la gasolina, sirve en los laboratorios, pero también para impulsar las embarcaciones que usan para transportar la droga en altamar. De cada barril de petróleo procesado con este método rudimentario los ilegales solo logran aprovechar el 30 por ciento. Lo demás lo desechan en los ríos.

Durante casi dos años, agentes encubiertos se infiltraron en varias de las diez organizaciones dedicadas a esta actividad. Documentaron los lugares, personas y empresas que participaban. Por esto, junto con la Fiscalía, lograron hacer la redada que hace dos semanas terminó con más de medio centenar de capturados y le puso fin a estas refinerías en la selva.