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Alejandro Char, de Cambio Radical, obtuvo el 58,3 por ciento de la votación. Tiene 43 años y su popularidad supera el 80 por ciento

CIUDADES

Las 'vedettes'

Los alcaldes de Barranquilla, Cali y Montería son, según todas las encuestas, los más populares. ¿A qué obedece tan buena imagen?

26 de septiembre de 2009

Tienen mucho en común: son jóvenes, su espíritu es más técnico que político y les han devuelto a sus ciudades el optimismo luego de que estuvieron sumidas en el atraso y capturadas por la politiquería. Esta última coincidencia la resaltan las encuestas que, en el último año, muestran que Alejandro Char, en Barranquilla; Marcos Pineda, en Montería, y Jorge Iván Ospina, en Cali, son los alcaldes mejor calificados del país. Los dos primeros, con una favorabilidad que llega al 81 por ciento y el tercero, con una nota que ha permanecido alrededor de 75 sobre 100. ¿Cómo se han ganado a la gente?

Char: la ciudad-empresa
El 60 por ciento de los barranquilleros apoyaron a Char en campaña y confiaron en que el alcalde manejaría la ciudad con un criterio empresarial. No en vano, venía de una tradición en la cual sus alcaldes terminaban profundamente desgastados, cuando no presos. Es el caso de Bernardo Hoyos y Guillermo Hoenisberg, antecesores de Char, quienes fueron encarcelados por peculado y celebración indebida de contratos.

La buena nota de Char también tiene que ver con su gestión y con lo que proyecta. Su gobierno ha transmitido un lenguaje de renovación y eficiencia en una ciudad que estaba paralizada y tomada por la corrupción. Además él representa un sector empresarial que siempre ha sido bien valorado: su familia es la dueña de las supertiendas Olímpica, entre otros negocios. "Le interesan las mismas cosas que hacen vibrar a los barranquilleros: el Junior, el puerto, la Olímpica, el comercio...", dice el historiador barranquillero Jorge Villalón.

Char tiene una obsesión con la eficiencia administrativa. Empezó con una reestructuración con la que le ahorró 25.000 millones de pesos anuales a la ciudad al reducir la nómina y los gastos de funcionamiento; fortaleció el recaudo tributario y mejoró la inversión. Los avances en la circunvalar, la pavimentación de más de 30 kilómetros de calles, la recuperación del centro y la reconstrucción de colegios, son varios de los avances que le reconocen la mayoría de concejales. Según ellos, y excepto un escándalo de corrupción que terminó con la salida de un funcionario de movilidad, su gobierno introdujo el concepto de transparencia en la administración. Entre sus retos están aumentar más la cobertura en salud y educación, así como desarrollar nuevas estrategias de seguridad urbana "la ciudad es un campo de batalla de bandas organizadas y pandillas barriales", dice Esther Molinares, concejal de la U.

Si además del ímpetu con el que arrancó Char su mandato se concretan gran parte de los megaproyectos que tiene pensado desarrollar en la ciudad, nadie duda que seguirá los pasos de Sergio Fajardo, quien saltó de buen alcalde de Medellín a candidato presidencial.

Ospina: Cali en movimiento
En Cali están empezando a pasar cosas. Esa es la respuesta con la que varios sectores explican la alta favorabilidad del alcalde Jorge Iván Ospina. Sobre todo después de 12 años de malos mandatos y de un divorcio entre el gobierno local y el sector empresarial. Si bien ya se están sintiendo los primeros pasos, como el funcionamiento del nuevo transporte público (MIO), la ciudad aún tiene por resolver problemas históricos como el desempleo, la seguridad ciudadana, la movilidad y la falta de cobertura en salud y educación. El gran aporte de Ospina es que, a pesar de las dificultades, ha logrado recuperar la gobernabilidad.

Para Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Comercio de Cali, la buena percepción se basa en hechos como "un Plan de Desarrollo bien concebido y el planteamiento de obras vitales para la calidad de vida, como la construcción de cuatro grandes ciudadelas educativas". Otros destacan los avances culturales: Ospina organizó una jornada cívica de limpieza que movilizó más de 100.000 personas; democratizó la Feria de Cali; cerró con broche de oro los Juegos Nacionales y puso a rodar el sistema de transporte masivo, MIO. Su popularidad también corre por cuenta de 'las 21 Megaobras', un proyecto que busca darle un revolcón a la ciudad y cuyo costo se calcula en 800.000 millones de pesos. Todo lo anterior se enmarca en lo que Pedro Pablo Sanabria, director del Observatorio de Políticas Públicas del Icesi, identifica como "una nueva manera de gobernar".

Pineda: la nueva cara de Montería
Marcos Pineda llegó a la Alcaldía con la votación más alta que haya sacado un candidato en la ciudad: 56.000 votos. Tres de cada cinco monterianos creen que la ciudad va por buen camino y mejorará aún más. Así mismo, una tercera parte dice que ha gobernado mejor de lo que se esperaba.

Pineda pertenece a la familia Burgos, una de las de más tradición política en el Caribe. Pero el alcalde insiste en que ha hecho un gobierno alejado de la clase política y su independencia es reconocida por la mayoría liberal del Concejo. Las razones de su alta aceptación tienen que ver con su juventud y su rapidez para tomar decisiones como la de liquidar las onerosas concesiones de impuestos de zonas azules y de parques. Otras, como las de alumbrado público, acueducto, alcantarillado y malla vial, fueron sometidas por su administración a revisión y metas de cumplimiento. Según la editora de El Meridiano, Gina Morelos, a la ciudadanía le gustó que un alcalde tan joven mostrara carácter ante unos negocios que parecían inamovibles y que desarrollara un estilo de gobernar cercano a la gente.

Su gestión se ve en el mejoramiento de barrios populares, la construcción de tres grandes colegios, el aumento de cobertura en educación, salud y alcantarillado. En la ciudad, 'tomándole el pelo', le dicen Marcos Peñalosa, evocando al ex alcalde bogotano. Y es que entre sus obsesiones está la recuperación del espacio público, la construcción de ciclorrutas y los proyectos de renovación urbana como la continuación de la Ronda del Sinú.

Pineda tiene el reto de romper el estigma que se ha ceñido sobre los cordobeses luego de años de corrupción política e influencia del paramilitarismo.