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Líderes de comunidades afectadas por el invierno de todo el país se reunen en Bogotá. | Foto: Cristian Mendoza

INVIERNO

Líderes de comunidades afectadas por el fenómeno de la Niña se reúnen en Bogotá

Más de 900 líderes se dieron cita en Bogotá para compartir, durante dos días, experiencias y aprendizajes dejados por la ola invernal del 2010 y el 2011.

3 de septiembre de 2012

“La gente sembraba y amanecía llenado los costales de maíz, hoy amanecemos llenando los costales de tierra para que no se nos meta el agua, es una tristeza inmensa”, así describe la situación de miles de campesinos afectados por la fuerte ola invernal, entre el segundo semestre del 2010 y el primero del 2011, José Peña, un líder comunal del municipio de Morales, Bolívar, una isla en el río Magdalena que se inundó por completo y arrastró casas y cultivos de cerca de 500 familias.

La ola invernal entre el 2010 y el 2011 fue la más fuerte de la que se tenga memoria en el país, el propio presidente Juan Manuel Santos aseguró que “esta maldita niña ha sido el karma de mi gobierno”, refiriéndose al fenómeno climático que trajo consigo históricas lluvias y violentas inundaciones y deslizamientos de tierra por todo el territorio nacional.

Para combatir a La Niña, desde la Presidencia se creó Colombia Humanitaria, una campaña que pretendía atender a los más de dos millones y medio de colombianos afectados y damnificados en 1.041 de los 1.119 municipios del país, es decir, cerca del 93 por ciento, y que durante los días 3 y 4 de septiembre realiza el encuentro Común Unidad, en el hotel Tequendama en Bogotá, en el que más de 900 líderes de todo el país, de las comunidades beneficiadas por la iniciativa comparten sus experiencias y saberes.

Según Everardo Murillo, gerente de Colombia Humanitaria, las comunidades aprovecharán este espacio para compartir las lecciones que han aprendido para fortalecer los sistemas de riesgo y enfrentar de manera más efectiva posibles emergencias en el futuro. Para Murillo, “el impacto de estas experiencias radica en que se trabajó desde el territorio y no desde el escritorio”, de la mano con los entes territoriales, el sector productivo y el Secretariado Nacional de la Pastoral Social y la Conferencia Episcopal Colombiana.

“El apoyo de la Pastoral Social fue fundamental para reorganizarnos socialmente, la comunidad quedó hasta traumatizada, porque lo perdimos todo, al volver a nuestras tierras sólo encontramos barro, desolación y culebras”, afirma José Peña, al tiempo que mira al piso y se lleva las manos al pecho en señal de tristeza.

Este acompañamiento sicosocial, que incluye soluciones de alimentación, salubridad y alojamiento temporal, hace parte del modelo de cuatro acciones de Colombia Humanitaria que pretenden responder efectivamente a las necesidades de las comunidades. El modelo también incluye la reparación de bienes públicos, carreteras, jarillones, puentes y bienes comunitarios.

En tercer lugar, se plantea el fortalecimiento del Sistema General de Riesgo, desde los saberes de las comunidades y las lecciones aprendidas en esta ola invernal y, finalmente, establecer las acciones de control que garanticen la transparencia en la ejecución de las obras y la distribución de los recursos.
 
Ovidio Hurtado, miembro del resguardo indígena de Pioyá en Caldono, Cauca, cuenta que 22 familias de su resguardo, incluida la suya, perdieron todo lo que tenían cuando un deslizamiento de tierra “se llevó toda la loma” en que vivían y los dejó sin casas, escuela ni cultivos. Con el arribo del programa llegaron los resguardos temporales que les permitieron reorganizarse para reconstruir su comunidad.

Durante la posesión del director de Gestión Riesgo, Carlos Iván Márquez, el presidente Santos aseguró que el objetivo tras esta emergencia debía ser que “el país quedara mucho mejor de como se encontraba antes de las lluvias”. Las comunidades tienen claras las necesidades a satisfacer para que eso sea realidad.

“¿Cómo volver a recuperar esas tierras?, se pregunta José, amurallando toda la isla y canalizando los caños y en futuro no muy lejano, ojalá, canalizando el río (Magdalena)”, asegura con firmeza. A pesar de agradecer la ayuda estatal, José se lamenta por la manera como la demora en algunos trámites hizo perder la posibilidad de acceder a parte de los recursos que podrían haberles sido de gran utilidad.

Mileidy Velásquez, habitante de san Luis, un corregimiento del municipio de Río Frío, Bolívar, que comparte la isla de Morales con el corregimiento de San José y la cabecera municipal de Morales, agradece las intenciones gubernamentales, pero no duda en señalar que en algunos casos, las necesidades de la comunidad aún están por resolverse, pues la creciente del Magdalena se llevó “los cultivos, las casas, los animales y hasta el pasto”; según ella, al día de hoy se necesitan mayores recursos y esfuerzos para superar por completo los estragos del invierno: “las aguas se llevaron las baterías sanitarias de la escuela y los niños no tienen a donde ir al baño”, asegura con el tono enérgico de quien conoce sus necesidades y reclama por ellas.

El gerente de Colombia Humanitaria, Everardo Murillo, asegura que “esta, la campaña de Colombia Humanitaria, fue parte de una esperanza que ahora le da paso a, por ejemplo, el Fondo de Adaptación para ejecutar las grandes obras de reconstrucción del país”.