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Según la Fuerza Aérea Colombiana, por ahora, no se realizarán más vuelos para traer colombianos desde Japón. | Foto: Foto: Fuerza Aérea Colombiana.

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Llegó a Colombia el segundo grupo de colombianos procedente de Japón

A la medianoche del jueves llegaron al país 115 nacionales radicados en Japón, país víctima del fuerte terremoto y devastador tsunami del 11 de marzo. Así se organizó el primer vuelo humanitario hacia el país nipón.

25 de marzo de 2011

A la medianoche de este jueves, llegó a Bogotá el segundo grupo de colombianos procedentes de Japón que fueron trasladados en un avión de la fuerza aérea de Venezuela, en un vuelo humanitario programado luego del fuerte terremoto y tsunami del pasado 11 de marzo.

El Airbus A340-200 del gobierno venezolano aterrizó en la noche del jueves tras 21 horas de vuelo. Al país vecino, además de los 115 colombianos, llegaron 25 venezolanos, 21 cubanos, 20 bolivianos, 19 japoneses, 11 ecuatorianos, siete peruanos, dos brasileños, un chileno, un chino y una filipina.

Desde Bogotá, un avión Boeing 707 'Zeus', de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) despegó este jueves a las 4 de la tarde, rumbo a Venezuela para trasladar a los colombianos que, ante el temor de las radiaciones (emitidas por la planta nuclear de Fukishima) decidieron regresar al país.

"No podemos tomar agua de la llave, ni siquiera cocinar con ella. En algunas zonas la comida está escasa, así como la gasolina. Mi esposo es japonés, él se quedó allá, no quería que viajara, pero lo hago por mis hijos", dijo una de las colombianas al descender del avión en el aeropuerto militar CATAM.

Los venezolanos también hablaron de su difícil experiencia en la isla. "Yo en Japón tenía un futuro y una vida hecha, una casa, un buen trabajo, en Venezuela no tengo nada", comentó Nishitate, de 35 años, un venezolano de padres peruano-japoneses radicados en la nación asiática desde hace más de 20 años.

Según la FAC, por ahora, no hay planeadas más misiones para trasladar colombianos desde Japón. El primer vuelo humanitario que partió desde Colombia, despegó el sábado pasado con 17 tripulantes a bordo. Se convirtió en la primera misión compleja de organizar por su largo trayecto y número de pasajeros.

Así fue el vuelo humanitario hacia Japón

El mayor temor de la tripulación de 17 personas del avión de la Fuerza Aérea que trajo al primer grupo de 139 colombianos desde Japón, era el estado físico y emocional de estos pasajeros, que atravesaban por momentos difíciles a raíz de la emergencia radioactiva y los efectos sociales que trajo el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo.

El coronel Luis Fernando Amaya, director de operación de la FAC, y cerebro de esta misión humanitaria, le contó a Semana.com que no era la primera vez que la FAC programaba un vuelo de carácter humanitario; Haití, Chile Perú y Siria fueron algunos destinos del pasado, sin embargo, ir a Japón era algo diferente.

“Era distinto por el número de personas y la distancia. Era prácticamente darle la vuelta al mundo, y regresar. No podíamos hacer un vuelo con escalas porque significaba organizar un alojamiento para tantas personas y ¿quién lo pagaba?”.

Con los permisos aprobados en siete países, por donde volaría este avión militar, y con la ruta definida, el Boeing KC-767 (la aeronave más grande de la Fuerza Aérea y con capacidad para 200 personas) despegó el sábado pasado del aeropuerto militar CATAM con rumbo a Kyoto y con escala en Siattle (Estados Unidos).

El clima y los problemas de comunicación con el aeropuerto de Japón, obligó a los pilotos a aterrizar en Rusia de manera intempestiva. Con una temperatura de ceros grados centígrados, la tripulación esperó durante cinco horas hasta obtener el permiso de aterrizaje en Narita, donde aterrizaron a las 3:00 de la tarde hora en Japón, 1:00 de la mañana en Colombia.

“En Rusia descansamos, tanqueamos y revisamos nuestros procedimientos. (...) El aeropuerto estaba con nieve. Por la temperatura, se forma hielo en las alas del avión y por seguridad, se le echa un líquido que es como una mezcla de agua con alcohol a las alas y asegura por unos 20 o 30 minutos no se le forme hielo, porque éste cambia el perfil aerodinámico de la aeronave y puede afectar la seguridad del vuelo”, explicó el comandante Amaya.

Ya en Japón la tripulación, sin lograr ver los efectos del terremoto ni del tsunami, descargó las tres toneladas de ayuda, compuesta por agua, yodo y alimentos no perecederos que fue entregada a las embajadas de Colombia y de Chile. “Luego nos fuimos a descansar al hotel y fue en la televisión local donde vimos las imágenes de la tragedia”, contó el coronel Amaya.

La hora del regreso

La embajada de Colombia en Japón, resalta el comandante, planeó el retorno de los colombianos como si fuera en un vuelo comercial: las maletas debidamente etiquetadas y la lista de los pasajeros en orden hicieron fácil el abordaje en la aeronave.

En ese momento, el temor que tenía la tripulación de encontrar personas alteradas y nerviosas se desvaneció. Esto ayudó a que el vuelo de regreso, de 16 horas, fuera tranquilo, pese a las circunstancias.

“En el avión había colombianas casadas con japoneses y regresaron a Colombia solas con sus hijos. Pasaron por un gran dilema que era dejar a sus esposos y separar la familia. Otros nos contaron que para llegar a Kyoto tuvieron que caminar varias horas porque no había trenes o algún modo de transportarse”, recordó el director de la operación.

Tras ocho horas de vuelo, de nuevo se hizo una parada técnica en Siattle, necesaria y oportuna para atender a la pasajera en estado de embarazo que presentó síntomas falsos de parto. “Allá en la base, en Estados Unidos, le hicieron ecografía, la chequearon y cuatro horas después nos dijeron que podía continuar el viaje”.

Rumbo a Bogotá, la ansiedad de los pasajeros comenzó a notarse. Muchos llevaban años sin pisar suelo colombiano y sin ver a sus familias, situación que a algunos les trajo ansiedad y crisis emocional,

Ya en tierra y tras los chequeos de salud necesarios, los 139 colombianos se reunieron con sus familiares en sus lugares de origen, en donde vivirán definitivamente o, con paciencia, hasta que la crisis en Japón se supere.