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En la tregua de julio y agosto, los esfuerzos se han concentrado en obras de mitigacion, prevención y contención. A la izquierda, el gobernador de Cundinamarca, Andrés González, monitorea el dragado de los ríos.

CLIMA

Llueve sobre mojado

Las lluvias volverán en septiembre y podrían causar estragos igual o peores que a los de la ola invernal. ¿Está preparado el país?

3 de septiembre de 2011

Mientras algunos empiezan a hacer conteos regresivos para las fiestas de diciembre, otros quisieran que septiembre nunca hubiera llegado. El motivo es que, según el Ideam, la segunda temporada de lluvias del año empezará en este mes y según las primeras informaciones sobre las corrientes en el océano Pacífico, todo indica que va a llover más de lo normal. En especial, en el centro del país.

Si la noticia solo fuera que va a llover por encima del promedio, no habría alerta ni preocupación. Pero la tragedia invernal que azotó al país desde octubre del año pasado está muy fresca en la memoria colectiva. Según cifras de Colombia Humanitaria, 1.062 municipios -el 96,4 por ciento de los municipios del país- sufrieron algún efecto por el invierno y hubo 4.181.000 damnificados.

El año pasado llovió siete veces más del promedio, un fenómeno nunca antes visto. "Aunque La Niña ya se fue, su impacto permanece", afirma Ricardo Lozano, director del Ideam (ver entrevista), al explicar que en gran parte del territorio nacional los suelos siguen mojados, en especial en las cordilleras donde las rocas son porosas y absorben el agua. Aunque se han redoblado los esfuerzos de mitigación -como el uso de motobombas y dragados-, las cuencas de los ríos están llenas de sedimentos, escombros y basuras, lo que dificulta la fluidez de las aguas. La gran amenaza no es que llueva más de lo normal, sino que un nivel normal de lluvias podría llenar los ríos y precipitar inundaciones y deslizamientos.

El invierno ha sido un karma para el presidente Juan Manuel Santos. La temporada invernal agravada por La Niña lo forzó a replantear su plan de gobierno. Santos convirtió la atención de la tragedia en prioridad y la trató como una oportunidad para reconstruir el país. Evocó lo que Franklin Delano Roosevelt logró en Estados Unidos con el Tennessee Valley Authority. Para esto, creó una institucionalidad especial: estableció Colombia Humanitaria y puso a uno de los gerentes más prestigiosos del país, Jorge Londoño, como cabeza de la junta directiva. También le dio más importancia al Fondo de Calamidades y creó un Fondo de Adaptación para la Reconstrucción a largo plazo del país.

Varios meses después, los expertos y los ciudadanos de a pie se quejan de la poca eficiencia en las obras invernales. Según Mauricio Vargas y Alejandro Gaviria, panelistas del programa radial Hora 20 "Santos se quería parecer a Franklin Roosevelt, pero se esta pareciendo más a George Bush con Katrina". ¿La razón? Santos, fiel a su estilo, impuso controles contra la corrupción en el manejo de los recursos y delegó parte de las obras a alcaldes y gobernadores. Los analistas reconocen que la dimensión de la tragedia se "salió de las manos". Pero señalan que el gobierno "exageró" y creó un modelo de contratación muy complicado que ha desatado demoras e ineficiencias. A esto se le suma que ante las últimas acciones de las 'ías' -Fiscalía, Procuraduría y Contraloría- los funcionarios públicos piensan dos veces antes de firmar cualquier papel. Las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) solo han ejecutado un 10 por ciento de las obras de mitigación.

Sin embargo, en el alto gobierno tienen otra versión. Lo primero que aclaran es que es un año electoral y que por esto mismo crearon un sistema para descentralizar los recursos y prevenir corrupción y proselitismo. Además aclaran que la FiduPrevisora, y no Colombia Humanitaria, es la responsable de desembolsar los recursos y aceptan que en algunos casos sí ha habido dificultades. Por otro lado, recalcan que en cuanto a atencion humanitaria, construcción de albergues y distribución de mercados, ha habido pocas quejas y se ha actuado con diligencia.

Según datos oficiales, Colombia Humanitaria ha entregado recursos para más de siete mil proyectos por cerca de cinco billones de pesos. También ha aprobado 4.178 solicitudes para obras, de las cuales 170 son para contención de cuerpos de agua, 3.715 para obras menores y 290 para obras mayores. De estas, 1.894 ya han iniciado su ejecución. Pero esto solo es un 45 por ciento del total de las obras. Tanto es así que Santos hizo un llamado para que los alcaldes y gobernadores ejecuten las obras aprobadas para estar preparados para las lluvias que se avecinan.

Según la Oficina de Gestión de Riesgo del Ministerio del Interior, la prioridad es la prevención de nuevas catástrofes. De 55 obras prioritarias de contención, 18 se han ejecutado y 37 están pendientes, entre las cuales se destacan la canalización y el dragado de los ríos. La mayor preocupación está en las cuencas bajas de los ríos Cauca, Sinú, Atrato, San Jorge y Magdalena, todavía con muchos sedimentos.

Algunos gobernadores aceptan que sin el hombro de Colombia Humanitaria, el panorama sería devastador. Andrés González, de Cundinamarca, es uno de ellos. "Ha sido fundamental", dice, mientras explica que ha recibido 200.000 millones de pesos del programa gubernamental. Horacio Serpa, de Santander, afirma que la ayuda estatal ha sido diligente. "Tenemos encargadas diez obras, cinco menores de 250 millones y cinco mayores a ese monto. Algunas ya se están ejecutando, otras todavía están en asignación".

¿Y frente a las lluvias venideras? Serpa afirma que está preparado para atender la emergencia invernal, aunque espera que no sea de la misma magnitud de la anterior, pues recuerda que en la pasada temporada las lluvias cobraron la vida de 37 personas y dejaron las vías destrozadas. Hoy día, después de unos meses con menos precipitación, "hay paso en todas partes, aunque con dificultad", dice el mandatario. También confiesa que le preocupa que las reparaciones a las viviendas no han empezado, que la ayuda para normalizar los servicios educativos está demorada y que le inquietan puntos críticos como Rionegro y San Vicente de Chucurí.

Por su parte, González dice que desde ya declaró alerta en todo el departamento y creó un comando unificado de mando y una sala de crisis que está dirigiendo personalmente. Ya lograron reasentar a 350 familias en Girardot y Puerto Salgar. Su prioridad número uno son los dragados y los jarillones del río, donde acepta que "toca multiplicar esfuerzos", y los alrededores de la laguna de Fúquene. Acepta que falta terminar de contratar algunas obras y que en Cundinamarca se está usando el primer programa piloto de descongestión para agilizar la contratación.

Su única crítica es que los colombianos esperan mucho. "Hay que dosificar las expectativas", dice, y explica que la reconstrucción total del país solo se podrá empezar cuando venga un periodo largo de sequía. Y este panorama se repite en miles de municipios del país.

En la costa las cosas están de otro color. Según Cecilia Álvarez, quien dirige el Fondo de Adaptación, solo en el sur del Atlántico se han construido 167 viviendas de 6.000 que se necesitan y el territorio sigue inundado. Por esto, aunque se han construido algunas obras, en especial para contener el Canal del Dique, los municipios del sur del Atlántico están expuestos a sufrir las consecuencias de una temporada invernal sin que se pueda evitar. Al sur del Atlántico ingresaron por el boquete de Santa Lucía 2.000 millones de metros cúbicos y todavía hay 140 millones de metros cúbicos estancados en zonas que antiguamente fueron humedales y ciénagas.

El invierno dañó 14.000 viviendas, de las cuales están en proceso de reparación 12.000 en Manatí y Campo de la Cruz, los municipios que más tiempo estuvieron bajo el agua. En Manatí todavía hay 500 casas bajo el agua y 700 familias -aproximadamente 3.500 personas- en albergues. El alcalde de El Banco, Magdalena, Adalberto Puerta, dice que hasta ahora están comenzando a llegar los recursos para reconstruir la malla vial. Las ayudas, afirma, "no llegan de manera oportuna y tampoco son suficientes". Por ejemplo, le aprobaron 2.600 subsidios para mejoramiento de vivienda, pero el número de las afectadas llega a 5.000.

Cada quien cuenta su historia. Mientras el gobierno afirma que hace todo lo que está en sus manos, los mandatarios locales, que son quienes viven el día critican la gestión. Lo cierto es que las segundas partes no son buenas, y ese dicho aplica a las películas y a la vida real. Es una realidad que va a volver a llover. Las alarmas están encendidas y la prioridad es prevenir la pérdida de vidas. Sin embargo, pocos días antes de que lleguen las aguas, los interrogantes permanecen. ¿Dónde está el cuello de botella de la contratación? ¿Quién tiene la razón, el gobierno o los gobernantes locales? ¿Se hizo todo lo posible? Tal vez lo único cierto es que la reconstrucción del país se va a demorar y que la lluvia volverá a acaparar titulares.