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"LO MAS IMPORTANTE ES SOLTAR LA LENGUA"

ENTREVISTA:IVAN MARULANDA

18 de mayo de 1987

Si hace dos semanas la entrevista del presidente Barco a la revista britanica South causó una avalancha de comentarios, de desmentidos y de interpretaciones, la semana pasada el turno de la explosión le tocó a Iván Marulanda, senador antioqueño del Nuevo Liberalismo y uno de los quintuples de la dirección alterna de ese movimiento. Marulanda concedio una entrevista a El Espectador donde "despotrico" de medio mundo. Las primeras reacciones, curiosamente, llegaron de sus propios compañeros de directiva política y después, en la medida en que avanzaba la Semana Santa, salieron a opinar los comentaristas y a insinuarse una fisura en el Nuevo Liberalismo. Para hablar de todo esto, SEMANA resolvió hacerle otra entrevista a Iván Marulanda.
SEMANA: En su desabrochada entrevista a El Espectador ¿apareció todo lo que dijo o no dijo todo lo que apareció?
IVAN MARULANDA: "Yo dije eso y muchas cosas más que, por razones de espacio, entiendo que no cupieron en la publicación. Fue una entrevista de dos horas y como casi nunca hablo para la prensa tenía muchas cosas que decir".
S.: ¿Cuáles cosas, por ejemplo, no aparecieron en la entrevista?
I M.: "Hubo muchas, pero rescato una de ellas: hay jefes regionales del Partido Liberal que los han explotado y los están explotando como cargaladrillos. Los tienen confinados en su parroquia sin permitirles trascender al panorama nacional. Pienso que hay que darle un nuevo rumbo al liberalismo y a la política reuniendo a los líderes regionales que les cabe el país en la cabeza, para que tengan un protagonismo nacional al margen del concepto simplista y elemental de cuántos votos tienen en la parroquia" .
S.: ¿Está hablando de la reivindicación de los caciques?
I.M.: "De los buenos caciques. También hay que meter en el baile a otras personalidades de vuelo que no tienen votos ni parroquia. Y con toda esa gente se puede constituir una nueva mayoría en el liberalismo, que cambie su estructura interna de poder actualmente montada sobre la base de la capacidad de manipulación y maquinación internas".
S.: ¿Usted era consciente del tierrero que iba a formar con esa entrevista?
I.M.: "Sí. Desde hace mucho tiempo sé que en Colombia lo grave no es que las cosas ocurran, sino que se diga que ocurren. Aquí hay una norma que consiste en decir: 'todo eso es cierto, pero no se puede decir'. Tenemos un establecimiento hipócrita, que no permite que el país se sincere frente a su crisis. Identificar el problema es el primer paso para un desenlace hacia la solución. Pero como hay fuerzas poderosas interesadas en conservar los privilegios que tienen en la sociedad, están atajando la movilización de ideas y de fuerzas que impliquen un cambio pacífico. Y esos son los que gritan ¡tapen!, ¡paren!, ¡atájenlo!, ¡cuidado!, ¡no se le ocurra!, ¡chito!".
S.: Quizás lo que más sorprendió es que el tierrero que formó la entrevista se produjera al interior del Nuevo Liberalismo. ¿Usted también se sorprendió?
I.M.: "El Nuevo Liberalismo nació como una fuerza de insurgencia, de rebeldía, de protesta, de cambio. No se puede dejar de ser eso porque desaparecería su justificación en la vida nacional. Tenemos identidades de fondo, pero discrepancias de procedimientos, lo que es normal. Ahora, los que no estén en este propósito, pues simplemente están en otro paseo".
S.: ¿Usted representa la línea dura del Nuevo Liberalismo?
I.M.: "Nosotros en ocho años de lucha del Nuevo Liberalismo no hemos pretendido hacer una tesis de grado para ingresar al establecimienlo. En el fondo de este esfuerzo está el interés sincero de que las cosas cambien en el liberalismo y en Colombia. Y en eso seguimos".
S.: ¿Galán también sigue en eso?
I.M.: "Galán es la clave y el fundamento de todo este proceso. Hoy por hoy es el mejor ahorro y la mejor inversión del liberalismo y de los colombianos, gracias a toda esa lucha que él ha liderado. Ahora se trata de llevarlo al poder en condiciones que permitan transformar esta sociedad, que es, en fin de cuentas, lo que a todos nos interesa. El poder para que las cosas permanezcan iguales no vale la pena".
S.: En la entrevista a El Espectador habló de la parranda y de su director. ¿Cuál parranda?
I.M.: "Es que este es un país anarquizado, sin Dios ni ley, donde todo el mundo hace lo que le da la gana y en donde el más vivo, el más audaz y el más cínico impone su ley y tiene éxito. Esa es la parranda. Y el director de la parranda es el que se acomoda a todo ese relajo y le saca jugo".
S.: Con todo lo que ha ocurrido, ¿cree que vale la pena que hubiera soltado la lengua?
I.M.: En una democracia en crisis, acorralada por la violencia, tal vez lo más importante que se puede hacer es soltar la lengua. Esa es la mejor arma de los demócratas para la expresión de las ideas, de la imaginación, de la inteligencia. Si en un momento como este se guarda la lengua, no quedan en escena sino las pistolas y asesinan la democracia".