Home

Nación

Artículo

LOBO DEL AIRE

El último ataque de la guerrilla demostró la gran eficacia de los Black Hawk y revivió la polémica sobre los helicópteros rusos adquiridos el año pasado.

21 de septiembre de 1998

A las siete de la mañana del viernes 14 de agosto unos 200 militares de la Brigada XVII del Ejército sostuvieron un duro combate contra cerca de 600 guerrilleros de las Farc en las selvas que demarcan los límites entre Antioquia y Chocó. El enfrentamiento terminó dos días después con el dramático saldo de 38 soldados muertos, 23 desaparecidos, 24 heridos y, según cifras oficiales, cerca de 60 subversivos abatidos. La operación militar, denominada 'Furia', cuyo objetivo era detener la avanzada de los hombres de las Farc que pretendían recuperar el control de la zona del Urabá tuvo, sin embargo, un episodio que demostró que los helicópteros Black Hawk comprados por el Ejército hace ya casi una década, fueron una buena adquisición. Y revivió de paso la polémica por la compra de helicópteros rusos MI-17 para el transporte de tropas.A las nueve de la mañana del sábado 15 de agosto _26 horas después de iniciado el combate_ una angustiosa comunicación radial fue recibida en el cuartel de la Brigada XVII ubicada en el municipio de Carepa, Urabá antioqueño. El soldado Lambertino Polo, miembro del Batallón Contraguerrillas 'Cacique Coyará', solicitaba con carácter urgente que un helicóptero se desplazara cerca del paraje de Tamborales, en proximidades del municipio de Riosucio, Chocó, para ser evacuado cuanto antes junto con algunos soldados heridos que estaban con él. Después de verificar en varias oportunidades la identidad del soldado, se ordenó que dos helicópteros partieran hacia el teatro de operaciones para rescatarlos. De acuerdo con las órdenes impartidas desde la guarnición militar, un Black Hawk sería el encargado del transporte de los soldados y otro helicóptero artillado se encargaría de cubrirlo. Pero todo resultó ser una trampa de la guerrilla."Cuando los guerrilleros empezaron a rematar a la gente yo estaba herido en el piso junto con otro compañero y no podíamos movernos _dijo a SEMANA el soldado Polo._ Cogieron un radio nuestro y dijeron que la salvación era hacer bajar un helicóptero para ellos hacer un sancocho de helicóptero. Me obligaron a llamar a la Brigada y les dije que había unos heridos para sacar. Como a las 12 del día nos ubicaron. Los guerrilleros se disfrazaron de soldados y cuando vieron que el helicóptero venía nos sacaron del lugar y nos echaron en una canoa río abajo. Así nos salvamos. Cuando estábamos en el río sólo escuchábamos los rafagazos. Estábamos seguros de que habían bajado el helicóptero". Sin embargo no fue así.El Black Hawk descendió lentamente y cuando estaba a pocos centímetros del piso, que estaba minado, medio centenar de guerrilleros abrió fuego contra el helicóptero, el cual recibió 75 impactos de fusil. A pesar de que el piloto y el copiloto quedaron heridos en la acción, lograron maniobrar el aparato hasta la base de Mutatá. Este episodio, aparte de no dejar dudas sobre la efectividad de los Black Hawk, permite corroborar que estos helicópteros poseen las características necesarias para desempeñarse óptimamente en la lucha contra la guerrilla. En contraste, lo que queda en tela de juicio una vez más es la polémica compra de los 10 MI-17 rusos que el gobierno realizó a finales de 1997 por una cifra superior a los 42 millones de dólares. Poco antes de que se cerrara esa operación varios expertos manifestaron su desacuerdo por considerar que los helicópteros rusos adquiridos eran de una versión adecuada solamente para el transporte civil y que por ello no se ajustaban a las necesidades de la guerra en Colombia. Sostuvieron que era un error preferir esos MI-17 en lugar de invertir ese dinero en la adquisición de unidades Black Hawk. Los últimos acontecimientos en Urabá les han dado la razón.