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P O L I T I C A    <NOBR></NOBR>

Locutor a prueba

Con la ciudad quebrada y el Concejo en contra Jhon Maro Rodríguez intenta cumplirles a los caleños que pusieron en él tantas esperanzas.

14 de mayo de 2001

Desde que Jhon Maro Rodríguez, el popular locutor de radio, se convirtió en alcalde de Cali, una duda asaltó a muchos ciudadanos: ¿cómo va a gobernar sin el respaldo político tradicional y sin conocimientos técnicos?

La respuesta sigue aún sin resolverse. La ciudad está sumida en una de las peores crisis financieras de su historia. Enfrenta además tres grandes desafíos: reformar la administración, definir qué hacer con Emcali y enrumbar una solución de largo plazo para el transporte masivo en la ciudad. Pocos recursos y grandes problemas realmente están poniendo a prueba la capacidad del gobierno alternativo de Jhon Maro sobre el que hay puestas tantas esperanzas.

La reforma administrativa es crucial pues sin ella el Ministerio de Hacienda no otorgará el aval para conseguir recursos y nuevos créditos. “Sin la reforma administrativa el municipio se paraliza”, advierte el mismo alcalde. Asegura que ya la tiene lista pero que el Concejo no la quiere aprobar porque él no le ha nombrado cuotas políticas, como se lo prometió a sus electores.

Pero los concejales no se dejan señalar tan fácilmente. Mauricio Mejía y Roosevelt Rodríguez, por ejemplo, dijeron que el alcalde está haciendo populismo pues nada le han pedido más allá del tiempo necesario para estudiar a fondo la reforma.

Rodríguez tampoco quiere privatizar Emcali y está demorado en encontrarle salidas al transporte masivo. Dice que no va a permitir que se “conviertan en un negocio si no hay rentabilidad económica y social para el municipio” y que si el Concejo sigue con el bloqueo lleva los temas a referendo.

Varios concejales aseguran que Jhon Maro tiene buena voluntad de cambiar las cosas y luchar contra la corrupción pero que le faltan metas claras para el desarrollo de la ciudad. Y además hay consenso entre varios críticos en que le falta conocimiento en la gestión pública y que por esto se ha demorado en organizar su gobierno.

Inclusive ya se vivió la primera crisis de gabinete municipal pues algunos de los funcionarios no dieron la talla para adelantar los proyectos del plan de gobierno.

El alcalde se defiende y asegura que eso que llaman experiencia también “se confunde con la corrupción, el chantaje y el negociado”. Denuncia que a su despacho han llegado “dirigentes locales y hasta congresistas a plantear propuestas pero van con intereses particulares y yo a eso no le juego, porque he llegado a cambiar la historia y el rumbo de la política en Cali”.

Cien días es muy poco tiempo para saber si cumplirá su ambicioso propósito, con gran parte de la clase política local en contra y con una situación fiscal dramática. Pero si lo logra se convertirá en uno de esos pocos gobernantes colombianos que están transformando la politiquería más con hechos que con discursos. Y el tradicional espíritu emprendedor y cívico caleño podrá volver a gobernar la ciudad, como en otros tiempos.