Home

Nación

Artículo

Aún no se resuelve la polémica entre los propietarios de Body Tech y los de esta sala de conciertos con sus vecinos del norte de Bogotá. La discusión es por el uso del suelo. Las autoridades serán quienes den la última palabra

Urbanismo

Los ‘camuflados’

En Bogotá están de moda los negocios que hacen una cosa pero se presentan de otra para funcionar donde aparentemente no les es permitido. El tema se le está saliendo de las manos a la Alcaldía.

18 de noviembre de 2006

¿Cómo se le puede llamar a un negocio donde se paga para ir a hacer ejercicio, o qué nombre recibe el sitio donde se recibe sexo a cambio de dinero, o el lugar donde se baila con música en vivo y en medio de luces? La respuesta parece obvia. El primero es un gimnasio; el segundo, un prostíbulo, y el tercero una discoteca. Sin embargo, algunos comerciantes de Bogotá han echado mano a toda suerte de eufemismos para llamar a sus negocios de otra forma e instalarlos en lugares donde son prohibidos. Ahora al lugar de los ejercicios se le llama centro de medicina deportiva. Al lugar donde se compra sexo se le conoce como centro de estética, y al rumbeadero se le conoce como sala de conciertos. Estos no son los únicos casos. También existen restaurantes que se convirtieron en escuelas de cocina, bares que ahora son clubes y centros turísticos que en realidad son moteles.

Es una tendencia que avanza, para muchos, sin mayor respeto por las normas de planeación de la ciudad y a la que pareciera que nadie en la administración distrital le pone la debida atención para controlarlo con autoridad.

El caso del local de Body Tech en el barrio La Cabrera es el más reciente en poner el tema en el centro de la polémica. En ese lugar desde hace 18 años funcionaban unas canchas de squash con una licencia para prestar servicios de alto impacto en la zona. El nuevo negocio surgió de una alianza entre ambas firmas, pero ahora sus propietarios lo han bautizado como centro médico de acondicionamiento físico. Con este ajuste en el nombre les han hecho el quite a las protestas de los vecinos que alegan que ese lugar, por ser una zona residencial, no permite que funcione un gimnasio.

En otros lugares de la ciudad la pelea es con otra clase de negocios. El Departamento Administrativo de Bienestar Social de Bogotá tiene identificados al menos cinco prostíbulos que funcionan como centros de estética, ocho como salas de masajes, 20 como corporaciones nacionales, 70 como venta de licores y 33 como reservados o residencias.

Continuando con la lista de eufemismos, los vecinos del barrio El Retiro han denunciado la construcción de una sala de conciertos en la calle 82 con 11, según ellos este es tan sólo un seudónimo para lo que será una discoteca. Salomón Parra, presidente de la junta administradora local de El Retiro, dijo a SEMANA: "Los dueños del negocio nos han dicho que evidentemente será una sala de conciertos, pero que igual la gente consumirá licor, podrá bailar y podrá quedarse allí hasta las 3 de la mañana ¿Cuál es entonces la diferencia con una discoteca?".

Los respuestas por parte de los comerciantes siguen sin llenar las expectativas de sus vecinos. En el caso del Body Tech, su gerente de mercadeo, Gilgiola Aicardy, asegura que "un gimnasio solamente alquila las máquinas, nosotros prestamos asesoría médica y prescripción de los ejercicios, es todo un acompañamiento médico del ejercicio".

Por su parte, Jorge Moore, representante de Akela S. A., quien construye la sala de conciertos de El Retiro, dice que "en la sala no se hará nada que no esté permitido". Cuando SEMANA le preguntó por la diferencia entre su negocio y una discoteca confirmó que "es mínima" y que él mismo no lograba encontrarla.

Catalina Velasco Campuzano, directora de Planeación Distrital, asegura que "las normas son claras con respecto al uso del suelo, si no se cumplen las normas, habrá que proceder legalmente cancelando las licencias expedidas". Sin embargo, lo enérgico de su pronunciamiento no se traduce en hechos reales que les cierren el atajo a quienes camuflan la verdadera razón de ser de sus negocios.

En lo jurídico, definir la naturaleza de estas actividades comerciales es posible que sea un asunto que tarde años en resolverse. Mientras tanto, para el ciudadano de a pie, la realidad será la obvia que ve.