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Los 'chepitos' de la Costa

La vigilancia en los mercados y terminales de buses, el tráfico de gasolina y el crédito de usura son algunos de los 'negocios' de las autodefensas en la Costa.

24 de abril de 2005

Aquí al ritmo que te tocan bailas", dice un refrán muy popular en Valledupar para expresar la facilidad con la que se adaptan los vallenatos a todo. Si durante los años 90 fueron víctimas de la extorsión y los secuestros de la guerrilla, hoy los paramilitares son omnipresentes en la bella ciudad vallenata. Están metidos en la política, pero su presencia se siente sobre todo en el comercio.

En 2000, desde la base paramilitar, ubicada en La Mesa, a media hora de Valledupar, fueron citados a una reunión con el comandante 39 -recientemente asesinado- un lugarteniente de Rodrigo Tovar Pupo, alias 'Jorge 40'. Los que no obedecieron el llamado recibieron dos citaciones más. A la tercera fueron asesinados, sus reses robadas o sus negocios cerrados. "Después de esas muertes todo el mundo sabía cómo caminar", dijo un vallenato que, como todos los demás, no quiso dar su nombre.

Desde entonces, muchos en Valledupar pagan 'vacuna' a los paras. Algunos hacendados dicen que pagan 20.000 pesos por hectárea anualmente. Varios contrabandistas de gasolina les dan hasta 50.000 por cada tambor traído desde Venezuela. Y en muchas transacciones de ganado, tanto el vendedor como el comprador tributan 2.000 pesos por cabeza. No han faltado los ganadores de premios de lotería o chance que hayan tenido que ceder un porcentaje de su premio, y hasta han llegado a gravar los honorarios de abogados.

Los hombres de 'Jorge 40' ofrecen su 'protección' a la Galería Popular y a vendedores estacionarios y ambulantes de la Calle del Cesar. En la Central de Abasto organizaron a los vendedores de plátano, a los paneleros y a los proveedores de huevos. "El mercado lo manejan ellos. Pero aquí no se pierde una aguja", dijo el dueño de un puesto, quien admitió que cuando ellos llegaron "todos los días había un muerto, a veces dos". También en Santa Marta los paramilitares controlan la producción de tomate, cebolla y apio en las áreas rurales de la Sierra, su transporte y la ubicación en la plaza. Esta situación se repite -aunque está bajo el poder de otros jefes de las autodefensas- en Cartagena.

El testimonio de uno de los empresarios de transporte en Valledupar es revelador: "La terminal estaba invadida por guerrilleros y vagos. Una cooperativa manipulaba los precios de los pasajes, se robaban las maletas, las empresas estaban a punto de quebrarse. Si un pasaje costaba 20.000 y ellos decían 10.000, entonces costaba 10.000. Entonces alguien llamó a las autodefensas para que nos ayudaran a poner orden. A la semana siguiente dieron de baja al abogado y al presidente de la cooperativa. Desde entonces cuando ven la moto no queda nadie. Esto volvió a ser negocio".A cambio de esa 'intervención', cada bus que sale de Valledupar paga 3.000 pesos; las busetas, 1.000 y los taxis, 15.000 pesos mensuales. "Hay empresas que les pagan hasta dos millones al mes", dijo el empresario, quien calcula que el 15 de cada mes que va el enviado de 'Jorge 40' a cobrar recoge entre 12 y 13 millones de pesos.

Las autodefensas tienen en la Costa un servicio de crédito rápido, sin más garantía que la vida del acreedor. Le dicen 'crediexpress'. Cobran intereses de usura. Fuera de estos recaudos, con una efectividad que envidiaría la Dian, y de los ingresos por narcotráfico, reciben dinero por concepto de gasolina robada del gasoducto. Todo esto en la más completa impunidad.

Es reconfortante que el alcalde Ciro Arturo Pupo Castro destacara en el Plan de Desarrollo una política para atacar de lleno la violencia a la que atribuye un "impacto negativo sobre la iniciativa privada, sobre la confianza para con los poderes públicos y el reconocimiento de la institucionalidad". Tener claro el diagnóstico es el primer paso.