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Los desplazados del hambre

Un informe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU revela el severo grado de malnutrición que presentan los desplazados en Colombia.

16 de julio de 2001

Colombia es el tercer país con mayor número de desplazados en el mundo después de Sudán y Angola. Según estadísticas del Codhes en los últimos cinco años cerca de 1.500.000 personas han sido forzadas a desplazarse debido a la intensificación del conflicto armado. Como si el desarraigo y los traumas sicológicos y sociales que deben afrontar los desplazados no fueran suficientes, este conglomerado sufre un severo problema de malnutrición, como quedó demostrado en el estudio realizado por el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) con la colaboración de la Red de Solidaridad Social y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

El informe presentado la semana pasada en Bogotá revela que las personas desplazadas a duras penas ingieren 1.752 calorías diarias, cantidad irrisoria si se tiene en cuenta que el promedio recomendado para cualquier persona es superior a las 2.500. En el caso de los desplazados urbanos la cifra desciende a 1.600 calorías que, por lo general, se limitan a dos pequeñas raciones durante el día.

La ayuda alimentaria de emergencia se entrega durante los tres meses siguientes al desplazamiento y después cada familia debe arreglárselas como pueda para conseguir alimento. Al estar lejos de su tierra y no poder ejercer el oficio que saben hacer los desplazados encuentran trabas cuando intentan rehacer su vida laboral, por lo cual su posibilidad de generar ingresos que les permitan subsistir se reduce.

Los efectos no se han hecho esperar. Alimentos como leche, frutas, verduras, huevos, granos y proteínas animales, necesarios para el buen desarrollo del organismo, desaparecen de la canasta familiar. La mayoría de las familias sólo pueden consumir yuca, arroz y plátano, lo cual desemboca en un desequilibrio nutritivo que se evidencia en casos de anemia, pérdida muscular, dolores de cabeza y diarrea, entre otros.

El estudio encontró grupos más vulnerables que sólo pueden alimentarse consumiendo bagazo de plátano y restos de patas y cabezas de res, comida que antes se les daba a los animales.

Superar la desnutrición es un proceso largo y se necesitan más de dos años para que las familias desplazadas recuperen una ingesta de calorías similar a la que consumen las personas en situaciones de emergencia o desastre natural. Para alcanzar un estado normal se requieren hasta cuatro años.

Desde julio del año pasado el PMA, por petición del gobierno nacional, ha provisto de alimentos a 227.000 personas. La canasta familiar incluye arroz, lenteja, aceite y panela y la asistencia está dirigida a prestar una ayuda nutricional por un período corto mientras las familias desplazadas pueden construir sus nuevas casas y encontrar un trabajo. El programa provee comida suplementaria por dos años para los niños en edad escolar y preescolar para evitar que la malnutrición afecte su crecimiento físico y mental.